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El mundo se une para acabar con la pesca ilegal

FAO Pesca de atún en el puerto industrial de Abidjan, en Côte d´Ivoire. Foto: FAO/Sia Kambou

08 de junio del 2018.- Un acuerdo para impedir que los peces capturados ilegalmente lleguen a los mercados internacionales, un sistema de documentación de capturas y hasta un “pasaporte” para los pescados, se han puesto en marcha para terminar con esta práctica que se realiza en todos los océanos del mundo y pone en peligro el medio ambiente, la economía y hasta nuestra salud.

La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada amenaza el manejo sostenible de los recursos marinos, poniendo en riesgo la vida de los ecosistemas y el sustento de los pescadores y sus comunidades en países en desarrollo. Esta práctica representa aproximadamente el 20% de los peces que se capturan anualmente y causa pérdidas hasta de 23.000 millones de dólares al año.

Pero por primera vez en la historia, hay voluntad internacional de trabajar conjuntamente para terminar con la pesca ilegal que afecta negativamente a los océanos y por ende a toda la sociedad en general.

Hoy, 8 de junio se celebra, precisamente, el Día Mundial de los Océanos por lo que este acuerdo es una buena noticia.

Las consecuencias de un gran beneficio a corto plazo

¨La pesca ilegal no declarada y no reglamentada tiene muchas consecuencias negativas y a todos los niveles. La principal es a nivel de la biología de las especies que se explotan, ya que no repara en las normas de sostenibilidad para mantener esa especie para generaciones futuras a un nivel adecuado, extrayendo cantidades mayores de las que están permitidas”, explica Alicia Mosteiro, coordinadora del programa de registro mundial en el departamento de pesca y acuicultura del Fondo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO)..

Mosteiro explica además que a nivel ecológico estas prácticas dañan los ecosistemas, tales como los fondos de corales y las plantas acuáticas. “No tienen cuidado de este tipo de ecosistemas porque lo que buscan es un gran beneficio a corto plazo”, resalta la experta.

Socioeconómicamente, por la cantidad de pescado que es extraído se reduce su disponibilidad para las personas que más lo necesitan y hace que su valor cambie en la cadena de producción.

Además, la práctica no toma en cuenta las medidas de seguridad ni las condiciones laborales de los pescadores, creando un riesgo desde el mismo momento en que se captura el pez.

“Afecta a la cadena de valor, el procesado, el transporte, y la comercialización de estos productos. Cuando llega al consumidor, no se tiene asegurada la calidad de este producto ni que sea saludable a nivel microbiologico y de metales etc.”, explica Mosteiro, agregando que desde esta perspectiva la pesca ilegal también representa un riesgo para los países en desarrollo.

“Pero es obvio que los más vulnerables son los paises en vias de desarollo y estados islas, que obviamente tienen una dependencia más grande de este tipo de actividades particularmente para el sustento de las poblaciones locales rurales”, aclara.

El mundo toma medidas

Mosteiro asegura que no existe una solución única y que se tiene que actuar desde diferentes ángulos para vencer la pesca ilegal, y que el secreto podría estar en la cooperación.

“Cooperación local o nacional entre diferentes agencias, no solamente de la administración pesquera pero también de las autoridades portuarias, las autoridades marítimas, policía, aduanas, inmigración etc,. que coordinan acciones para poder detectar este tipo de actividades. Pero la cooperación también es importante a nivel internacional, por ejemplo, si hay un país que intenta capturar un buque ilegal que se ha escapado a uno de sus puertos, puede comunicarlo a su país vecino para que de acercarse a sus tierras pueda ser detenido”, dice.

Otra medida clave según la FAO es que exista un intercambio de información entre los países, las organizaciones locales y los organismos internacionales.

“Tenemos información que muchas veces no se comparte y con el aumento de transparencia se puede ser mucho más efectivos para la lucha contra la pesca ilegal”, resalta la experta.

Hasta el momento no existen datos precisos sobre la práctica en diferentes países, por lo que la FAO se encuentra trabajando en el desarrollo de directrices técnicas y metodologías para investigar cuál es la magnitud del flagelo.

“Cuando nuestras directrices estén listas, los países y regiones podrán aplicarlas para hacer sus propias estimaciones que sean comparables y podremos seguirlas con el paso del tiempo, con lo cual ahí sabremos mejor si estamos siendo eficientes o no”, explica.

Los verdaderos avances

Desde 2016 está en vigencia el Acuerdo de la FAO sobre medidas del Estado rector del puerto, que previene que peces obtenidos ilegalmente puedan entrar a los puertos.  Cada vez más países se están uniendo al tratado y ahora es posible comenzar a “marcar” la pesca ilegal .

También existen un sistema de documentación de capturas que fue aprobado en 2017. Se trata de una especie de pasaporte que acompaña al pez desde el momento que sale del mar hasta su punto de venta final permitiéndole al consumidor saber que lo que está comiendo de cena fue pescado, procesado y exportado de manera sostenible.

Estas directrices voluntarias de la FAO para las capturas actuarán como una “regla de oro” reconocida a nivel internacional por los gobiernos y empresas que buscan establecer sistemas que puedan rastrear los peces en la cadena de suministro, “desde el mar hasta la mesa”, con el fin de impedir la llegada al mercado de pescado capturado ilegalmente.

También se están desarrollando otras directrices sobre el mercado de las artes de pesca, destinadas a evitar que estas herramientas terminen abandonadas, perdidas o descartadas en el mar.

Elaboradas principalmente con plástico, las artes de pesca se pueden convertir en un componente importante de los escombros marinos y son motivo de preocupación para los países miembros de la FAO desde hace décadas ya que representan hasta un 10% del desecho plástico en el océano.

Las directrices, cuyo borrador fue acordado en febrero de este año, ayudarán a los países a desarrollar sistemas efectivos para marcar los aparejos de pesca, de modo que puedan rastrearse hasta su propietario original.

Finalmente también el registro mundial de buques de pesca, transporte, refrigerado y suministro desde 2014, un archivo certificado a nivel estatal de embarcaciones involucradas en operaciones pesqueras.

Todas esas herramientas han estado disponibles en los últimos tiempos para los países , y vemos un gran número de ellos se están adhiriendo a este tipo de instrumentos con lo cual se ve un compromiso mayor a nivel político con la transparencia para eliminar esta práctica”, expresa Alicia Mosteiro.

Según la experta, también se está viendo un aumento de las tecnologías necesarias para atender las necesidades pesqueras en zonas lejanas del mar. “El océano es extenso cubre el 70% de la tierra y no se puede controlar cada barco individualmente más que con sistemas remotos, con uso de satélites y otros”.

América Latina, en el camino correcto.

Como parte del Acuerdo del Estado Rector del Puerto impulsado por la FAO, los países latinoamericanos que lo han ratificado se unieron para armonizar regionalmente las medidas aplicadas contra la pesca ilegal.

Hasta el momento la Red de Intercambio de Información y experiencias entre países de Améica Latina para Prevenir, Desalentar y Eliminar la Pesca Ilegal, cuenta con la participación de Perú, Panamá, Costa Rica y Chile, y se trata de un espacio que permite intercambiar información de manera oportuna para tomar decisiones más certeras para combatir esta práctica y sobre sus infracciones y sanciones.

“Estos países están compartiendo datos a través del registro mundial que va a ser públicamente lanzado a finales de este mes y se ve que hay un movimiento de los países latinoamericanos para cerrar las puertas al mercado de esta pesca ilegal. Esta parte del mundo está ya poniéndose como ejemplo para otras regiones de las actividades que se deben hacer para ser efectivos en la lucha contra este tipo de pesca”, concluye la experta de la FAO.

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