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Dos de octubre… ¿no se olvida?

Crónica Chilanga, por Jimena Quintana.-

Al mediodía del 1 de octubre, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, hubo una asamblea para determinar el paro de labores del día 2 de octubre para recordar la matanza de Tlatelolco en 1968. La resolución fue de lo más vislumbrada por la mayoría de los que formamos parte de la facultad, es más, en algunas clases ya habíamos tomado previsiones al respecto. A las 9 de la noche del día 1 de octubre y hasta las 9 del día siguiente los salones y las oficinas fueron tomadas. Las ya famosas “islas” dieron lugar al encuentro de miles de estudiantes que tendrían un día de actividades culturales para continuar con las de protesta en la ya conocida Marcha del 2 de Octubre.

Varias facultades y universidades tuvieron la misma respuesta de los estudiantes: hacer un paro para la memoria de lo acontecido hace 44 años. Desde temprano Tlatelolco se vistió de colores y flores para recibir las veladoras y las ofrendas que algunas personas depositaban en la estela que contiene los nombres de algunos de los jóvenes muertos.  El eje central también se preparaba con dispositivo de seguridad de lo más impresionante, pues miles de granaderos se posaron a las orillas del eje desde las 10 de la mañana. No era para menos, pues en anteriores ocasiones esta marcha había terminado con algunos enfrentamientos con los mismos granaderos por actos vandálicos realizados por algunos jóvenes en el calor del momento.

Pero este año en particular -desde mi perspectiva- era trascendental la marcha del 2 de octubre. Este año tenía más vigencia que nunca al calor del pasado 11 de mayo en el que comenzó, gracias a la joven generación de la  Universidad Iberoamericana, un movimiento estudiantil que ha tenido logros históricos para la democracia de este país que aún sigue en evidente formación.

La Marcha que año con año tenemos ya calendarizada los habitantes de la capital, se ha prestado a muchas interpretaciones a lo largo de los años. Algunos ciertamente van con una idea no  muy clara de por qué marchar. Otros lo hacen desde una perspectiva muy personal, pues sufrieron la pérdida de alguno de los integrantes de su familia, sus jóvenes. Otros tantos como un acto de conciencia social y política, pues el genocidio acontecido en ésta fecha es trascendental para la vida política y la historia inmediata de este país. Es una manifestación catártica sobre heridas que aún  no terminan de cerrar, sobre una deuda que no ha sido saldada.

En ésta ocasión, el reciente movimiento estudiantil #Yo Soy 132, participó de manera activa, pues además de recordar la matanza de Tlatelolco también protestó por la reforma laboral. Al mismo tiempo que se marchaba de la Plaza de las Tres Culturas al Zócalo capitalino, un contingente se desvió hacia el Senado de la República pues justo se estaba llevando acabo la discusión de dicha reforma.

Al llegar al Zócalo en un templete grupos de rock rendían homenaje en lo que llamaron “Memorial por los caídos”. La bandera nacional, ubicada al centro de la explanada del Zócalo, estaba a media asta en como una señal de solemnidad ante el doloroso evento.

Todos quisiéramos recordar más 11 de mayos que 2 de octubres pero no es posible cerrar los ojos, el cinismo, aunque parezca moda, ya no está permitido. Está ahí, es algo que debemos saber, que debemos machacar, que debemos recordar, que debemos asumir porque sigue vigente, porque no se ha aprendido, porque el argumento sigue siendo el mismo: el uso y abuso de la fuerza pública con la excusa del orden. Es por eso que es más que pertinente gritar el día de hoy que ¡2 de Octubre no se olvida!

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