*La violencia en Tierra Caliente provoca desplazamientos de familias.
*Cierran negocios, venden propiedades y huyen a otros estados o Estados Unidos.
Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado (03-XI-17).- De acuerdo con datos obtenidos a través de periodistas de la región de Tierra Caliente, la ola de violencia se ha incrementado y ello está provocando el desplazamiento de familias enteras a otras ciudades y la Unión Americana, principalmente los que son objeto de extorsión.
En Apatzingán, cientos de negocios han cerrado y sus propietarios huyen de la violencia vendiendo sus propiedades a precios muy por abajo de valor real “preferimos vender barato a esperar que nos las quiten y no ganar nada o perder la vida”, eso es lo que dice la gente que ha decidido abandonar sus lugares de origen para huir de tanta violencia que se ha recrudecido.
Después de la 8 de la noche las calles de Apatzingán se encuentran vacías, los comercios cierran sus puertas y las calles están desiertas, como si fuera una ciudad fantasma, ya no es lo que era antes dice una periodista oriundo de esa ciudad, “yo soy de aquí y vivo aquí y da tristeza ver a mi pueblo así destrozado por la violencia”.
Los apatzinguenses solicitarán el apoyo de las fuerzas federales para que se restablezca el orden y regrese la seguridad, quizá hartos de las promesas del gobierno del estado y declaraciones falsas en el sentido de que Michoacán ya no es el mismo que hay orden y que va terminar con la violencia para que haya inversiones, como lo prometió en el puerto de Lázaro Cárdenas.
La zona de Tierra Caliente era un sitio muy visitado por el turismo estatal, nacional y extranjero, sin embargo, desde el periodo de Felipe Calderón la situación cambió, su guerra estúpida con el narco obligó a los visitantes a dejar de frecuentar la región y la costa donde existen playas hermosas que nada le piden a Sinaloa, Baja California, Veracruz, Jalisco o Quintana Roo.
Sí, Michoacán ya no es el mismo, está peor que antes.
Si bien es cierto que en las comunidades modelo ha bajado un poco la delincuencia, ésta ha aumentado en otros lugares y aunque siga diciendo el gobernador perredista Silvano Aureoles Conejo y sus funcionarios encargados de la seguridad de los michoacanos que la violencia es por pugnas entre células del crimen organizado, la verdad está ahí, continúan los enfrentamientos y los daños colaterales son muchos y su deber es evitar estos enfrentamientos.
La quema de vehículos, de tiendas, los narco-bloqueos, los enfrentamientos entre civiles armados, las ejecuciones y atentados contra alcaldes no pasan por alto, son indicadores que hay una descomposición del tejido social en esas regiones de Michoacán.
El gobierno estatal no debe echarle la culpa a los grupos criminales de la violencia, su deber es prevenirlos y atacarlos, velar por la seguridad de la sociedad. Han pasado más de dos años y la promesa del gobernador Silvano Aureoles de apaciguar al estado sigue sin cumplirse.