30 de abril del 2017.- La edición impresa de The New York Times publica este sábado en primera plana un artículo sobre los asesinatos de periodistas en México y en particular, la ola de violencia contra los reporteros en Veracruz.
En el artículo ‘Es muy fácil matar periodistas en Veracruz’, firmado por Azam Ahmed, el diario afirma que “México es uno de los peores países en el mundo para ejercer el periodismo”, porque desde el año 2000 hasta la fecha se registran 104 periodistas asesinados y otros 25 desaparecidos.
El año pasado fueron asesinados once periodistas mexicanos, la mayor cifra durante este siglo y, agrega el diario, “hay pocas esperanzas de que la situación cambie en 2017”.
Tan sólo en marzo, siete periodistas fueron baleados en todo el país en marzo y tres de ellos murieron.
“Los motivos detrás de los asesinatos varían: hay matones de carteles del narcotráfico molestos por una cobertura audaz en su contra, hay funcionarios públicos corruptos que quieren silenciar a los críticos, así como violencia arbitraria e, incluso, casos de reporteros que cambiaron de bando y se unieron a los mundos criminales que cubrían”, señala.
Y pese a que ha habido más de 800 casos graves de acoso, ataques u homicidios contra periodistas en los últimos seis años, sólo han sido emitidas dos sentencias por la fiscalía creada especialmente para investigar delitos contra la libertad de expresión.
El diario enfoca su atención en Veracruz, a cuya capital, Xalapa, la califica como “el lugar más peligroso para ejercer el periodismo en todo el continente americano”.
“Tras casi una década de violencia en aumento contra los medios, ya sea por el crimen organizado o por funcionarios, la prensa se ha adaptado… al censurar buena parte de lo que informa. La autocensura no solo es común, se podría decir que es casi la norma”, comenta.
Se menciona el caso de Moisés Sánchez Cerezo, editor del periódico La Unión, cuyo cuerpo fue encontrado en tres bolsas de basura
También comenta el caso de Regina Martínez, hallada estrangulada en el baño de su casatras publicar artículos sobre la muerte de un político y el arresto de nueve policías que trabajaban para narcotraficantes.
Se menciona también el homicidio de Rubén Espinosa, fotógrafo asesinado junto con cuatro mujeres en un departamento de Ciudad de México, a donde había llegado tras recibir amenazas en Veracruz.
Además, destaca el homicidio de Pedro Tamayo Rosas, el primer periodista mexicano en ser asesinado cuando estaba bajo protección del Estado.
Pese a las constantes agresiones y acoso contra los comunicadores, las autoridades han jugado un papel ineficiente en las investigaciones de estos casos, señala NYT.
“En ocasiones, algunas autoridades se apresuran a decir que el asesinato de un periodista no está relacionado con su labor poco después de que se dé a conocer la muerte y mucho antes de que siquiera arranque la investigación”, denuncia.
Con información de Aristegui Noticias