27 de noviembre del 2016.- Una Cuba en duelo se prepara este domingo para una semana de ceremonias y una procesión por toda la isla para despedir a Fidel Castro, padre de la Revolución que puso a la isla en el radar mundial.
Los funerales del Comandante, un personaje único que forjó la identidad de la isla y se erigió en uno de los símbolos del siglo XX, se extenderán hasta el domingo próximo, cuando sus cenizas serán inhumadas en Santiago de Cuba, cuna del alzamiento que lo llevó al poder en 1959.
El traslado de los restos de La Habana a Santiago, distante a unos 900 kilómetros, llevará cuatro días y apunta a convertirse en una movilización de millones de cubanos.
«La muerte de Fidel es una gran perdida y lo más importante (es) que murió cuando quiso, no cuando quisieron todos los contrarrevolucionarios», afirmó Manuel Obregón, un taxista de 43 años.
La jornada de este domingo se anuncia tranquila en toda la isla, sin ninguna manifestación oficial prevista.
La primera ceremonia fúnebre será el lunes en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, cuyo acceso comenzó a ser controlado el sábado por la policía.
Obregón espera que una multitud desfile en memoria de Fidel Castro. Lo de «mañana no va a ser grande !va a ser grandísimo! Eso va quedar para la historia», comentó.
El sábado, cientos de estudiantes realizaron una vigilia nocturna en la universidad de La Habana. Sobre las escalinatas en las que el líder de la Revolución ofreció uno de sus últimos discursos para las masas, en 2010, había un retrato de Fidel flanqueado por velas encendidas.
El duelo nacional obligatorio llevó a anular toda reunión o espectáculo. Los partidos de béisbol, una pasión nacional, fueron suspendidos y se prohibió la venta de alcohol. Los restaurantes trabajan en un horario más corto que el habitual.
Los medios nacionales, todos controlados por el gobierno, pasaron el día mostrando reportajes, documentales y debates en honor al «compañero Fidel».
«Fidel Castro ha sido el político que ha dejado mayor huella en la historia de Cuba y el cubano que jugó el papel más influyente en los asuntos globales», escribió el analista Arturo López-Levy, profesor de la de Universidad de Texas Rio Grande Valley.
Muchos de los 11 millones de habitantes de la isla no disimulaban su pesar ante la desaparición del líder, que durante casi medio siglo controló el país y enfrentó a Estados Unidos. No es raro cruzarse en La Habana con alguna persona con los ojos rojos de emoción.
Pese a que gobernó con mano de hierro sofocó toda forma de oposición o la mandó a la cárcel o al exilio, Fidel Castro seguía siendo respetado aún 10 años después de haber entregado el poder a su hermano Raúl.
«Hubiera querido que viviese 30 años más, pero nadie puede ganarle al destino», dijo Guillermo Suárez, un albañil de La Habana de 52 años.
La muerte de Fidel, como lo conocen Cuba y el mundo, fue anunciada por el presidente Raúl Castro, pero sin dar a conocer las causas. Hermano menor de Fidel, dijo que sus restos serían cremados el sábado.
El «Comandante en Jefe» entregó el poder a Raúl en 2006 tras sufrir una hemorragia intestinal. Entre febrero de 2014 y abril de 2015 desapareció totalmente de la escena, lo que alimentó los rumores sobre su estado de salud.
No obstante, desde hace un año y medio, y pese a que sus movimientos estaban muy limitados, había vuelto a recibir a personalidades y dignatarios extranjeros.
A la sombra de su hermano, Raúl Castro puso en marcha un lento proceso de reformas para evitar la quiebra de Cuba sin abjurar jamás del socialismo. Entre otras varias medidas, autorizó emprendimientos privados e inversión extranjera.
La muerte de Fidel Castro «probablemente acelerará las reformas económicas», estimó Jorge Duany, director de un instituto de investigación sobre Cuba de la Universidad Internacional de Florida.
En su vida y en su muerte, Fidel Castro generó enconadas divisiones. Su deceso generó reacciones tan fuertes como polarizadas.
El presidente ruso Vladimir Putin lo saludó como «el símbolo de una era» y el de China Xi Jinping dijo que el «Camarada Castro vivirá siempre.»
En América Latina, líderes izquierdistas lo recordaron con afecto. Castro fue «siempre una voz de lucha y esperanza», dijo el exmandatario brasileño Luis Inacio Lula da Silva.
El presidente venezolano Nicolás Maduro, que lo visitaba a menudo al igual que su antecesor Hugo Chávez, reverenció al líder cubano. «Con Chávez fundaron una época», afirmó.
Empero Miami, donde reside la mayor comunidad de cubanos que huyeron de su régimen, explotó de euforia y hubo celebraciones por su muerte.
Las reacciones del presidente Barack Obama y la de su sucesor electo Donald Trump fueron radicalmente distintas.
Obama, que propició en 2014 un histórico deshielo de las relaciones con Cuba, dijo que Estados Unidos extendía su «mano de amistad» al pueblo cubano.
En cambio Trump, que asumirá el 20 enero, lo calificó de «dictador brutal».
Con el magnate republicano a las puertas de la Casa Blanca, el futuro de las normalizadas relaciones diplomáticas bilaterales parece ahora incierto.
Trump ha amenazado con dar marcha atrás si Cuba no admite acatar las normas sobre los derechos humanos.