Morelia, Mich.- Ayer la plaza de armas fue una fiesta gastronómica; propios y extraños pudieron degustar la rica variedad de comida michoacana y el pretexto fue la rica tradición que obliga a por lo menos la ingesta de siete guisos o cazuelas, que cada familia debe organizar para ese día. El Ayuntamiento moreliano ofreció una muestra de platillos aquí, en le llamado corazón del centro histórico, a donde acudieron morelianos, turistas nacionales, extranjeros, uno que otro teutón que, enchilado, ponía en su rostro vikingo expresiones de gozo y dolor.
Los responsables de este ágape colectivo fueron los alumnos del Conalep I, la Universidad Tecnológica de Morelia (UTM) y el Instituto de Gastronomía Malandra, quienes con más de 600 porciones. La hora era la ideal, el paisaje espléndido pues desde este lugar se podía apreciar la Catedral moreliana, los tradicionales portales, y sentarse a la sombra de los frondosos árboles cuando se podía conseguir alguna banca de cantera o de piedra. Mire usted si había razón para ello, pues este fue el menú: sopa de habas elaborada con caldillo de tomate, zanahorias, calabazas, cilantro, sal y pimienta; pan de pepita de calabaza, semillas de girasol, chile guajillo y pasilla; gazpacho de camarón; agua de obispo compuesta por betabel rayado, jugo de naranja, lechuga picada y cacahuate tostado picado; capirotada de leche y piloncillo; ensalada de frutas, entre otros platillos cuaresmales de factura propia.