Columna Política «Repercusiones», Por Samuel Maldonado B, (25-X-16).- Hace algunos trienios que en el Congreso del Estado, por unanimidad, los diputados acordaron auto aprobarse un millón de pesos anuales para efecto de contar con recursos y poder impulsar gestiones y una que otra obra en los municipios de su jurisdicción. Los resultados no fueron públicos y la ciudadanía, con ese desinterés particular por lo que se sucede en asuntos políticos, no supimos si acaso alguno cumplió. Y me refiero a lo anterior, porque siguiendo esa ¨tradición¨ traspasó las fronteras del Estado y llegó hasta el H. Congreso de la Unión, que según las informaciones de la prensa, cito: En la LXII Legislatura, los congresistas se asignaron bolsas de 10 y hasta más de 30 millones de pesos, a fin de gestionar obras en sus respectivos municipios. El reparto se hizo conforme al número de integrantes de la fracción, aunque en el caso de los legisladores perredistas, algunos confirmaron haber recibido más de 30 millones de pesos cada uno.
Desde luego que ya no sorprende nada a la mayoría de los mexicanos que nos hemos acostumbrado a las pillerías que acometen con mucho fervor, los que supuestamente son representantes de la Nación, mismos que van de una cámara a otra para inmediatamente después regresar a la misma y estar atentos a no dejar hueso alguno. Desde luego que hay, como en toda regla, sus excepciones.
Una de las primeras sorpresas que nos llevamos los mexicanos con la presente administración nacional, fue el acuerdo entre los tres principales partidos que sin rubor alguno le permitieron a Enrique Pena Nieto desmantelar al sector energético nacional junto con la petroquímica básica, acción que después de trescientos sesenta y cinco días, está aniquilando a la sociedad mexicana y al país entero.
A la opinión pública han llegado incluso informaciones de las pillerías realizadas por diputados y senadores actuales, sin recato alguno, pero además y es necesario dejarlo asentado que el espíritu con el que los Constituyentes formularon la Constitución de 1917, indica con puntualidad las actividades que deben de realizar los integrantes del Congreso Nacional, que no es otra asunto más que normar conductas y principios para el bien de nuestra Nación. Es más que penoso estas autorizaciones. Recibir veinte millones de pesos adicionales a las dietas que los mantiene en condiciones más que satisfactorias, es verdaderamente un insulto a la pobreza y a la inteligencia. Ya los emolumentos recibidos están muy por arriba de los esfuerzos que realizan para mantenerse despiertos en las largas sesiones que, primero acuerdan y luego, para taparle el ojo al macho, SE aprueban.
En términos teóricos, los moches a los diputaditos han sido más que frecuentes y ya se ha visto como el Poder Ejecutivo los subyuga. Recuerdo bien el caso de la aprobación hace ya algunos ¨ayeres¨ del Fobaproa, en el que se compraron las ¨ausencias¨ de cerca de 15 diputados de la fracción parlamentaria del PRD. Que no asistieron por enfermedad alguno, por que se durmió otro, y por enfermedades de sus familiares, El asunto es que se perdió la votación por la ausencia de esos diputadetes. En fin. Así está nuestro Honorable Congreso de la Unión.