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¿Golfo de América?; ¿Mexamérica? (Columna Política «Diputado 501»)

Columna Política «DIPUTADO 501», Por Antonio TENORIO ADAME (17-II-2025).- El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, inició su gobierno modificando la geografía universal al llamar el Golfo de México como Golfo de América, o sea bajo dominio de los Estados Unidos, a pesar que la mayor parte de las aguas marinas están fuera de su jurisdicción y corresponden a México.

Las Minorías representan proyecto alternativo.

CSP al referirse al acuerdo del presidente Trump mostró el mapa de México antes de 1848 para referirse a la América Mexicana, como Morelos lo hizo al promulgar Constitución de 1814.

El pasado no deja de fluir como presente, el desafío de la administración republicana es mostrar al mundo que el poder del planeta reside en la Casa Blanca. El país que carece de gentilicio específico pretende barrer la memoria de los pueblos primigenios de América.

No obstante, la ordenación internacional tiene sus límites y un pasado que mantiene la memoria de hechos que han dado lugar a la designación de lugares geográficos.

Los mapas o cartas geográficas, no sólo establecen los sitios de lugares con nombres que determinan las referencias que los distinguen, son entonces una memoria testimonial que contribuye a determinar el ejercicio del poder territorial.

Los orígenes de los mapas surgieron en el proceso del encuentro de los territorios del nuevo continente en la exploración en 1492, e incluso el nombre de América se derivó del creador de los mapas, Américo Vespucio, y no del navegante explorador Cristóbal Colón, quien encontró las rutas marítimas.

Américo Vespucio nació el 9 de marzo de 1454 en Florencia, Italia, y falleció el 22 de febrero de 1512, en Sevilla, España. Fue un comerciante, explorador y cosmógrafo, florentino, naturalizado castellano, que participó al menos en dos viajes de exploración al nuevo mundo. Su fama universal se debe a dos obras publicadas bajo su nombre, entre 1503 y 1505: El Mundus Novus y La Carta a Soderinu, que le atribuyen un papel destacado en la identificación del nuevo continente.

Fue el cartógrafo alemán Martín Waldseemuller, en su mapa Universalista Cosmographia de 1507, quien dio el nombre de América, en su honor, para la designación del nuevo mundo.

Tiempo después, a fines del feudalismo, la aplicación del uso y vigencia de los planos geodésicos se intensificó con el surgimiento de los Estados Nación en 1648, con los Acuerdos de Westfalia.

A partir de estos acuerdos surge el derecho internacional y se trazan las fronteras que delimitan el territorio nacional, donde se asientan una población y un gobierno soberano.

Si examinamos el capricho de Trump, él busca, con gestos simbólicos, ganar con la percepción “Primero América” los antecedentes de la posesión obsesiva de mantener una originalidad de raíz, que carecían los anglos sajones en el momento de promulgar su constitución.

El discurso de la mayoría debe convencer a la oposición.

Los pobladores de Norteamérica de origen sajón no se mezclaron con la población indígena; por el contrario, los aniquilaron y confinaron a “reservas indígenas”, lo que dio lugar a casi la desaparición de su nominación híbrida o de un sincretismo pagano religioso.

El nombre de Estados Unidos de América es título de un proceso novedoso de organización del Estado en su forma de nación y sistema político, cuya influencia fue de gran trascendencia al generar el presidencialismo y el federalismo.

No obstante, ser un Estado exitoso carecía de raíz por no aceptar el mestizaje con los pueblos indios originarios y mantener una guerra de exterminio hasta la derrota del apache Jerónimo, la cual se impuso por el ejército Porfirista, pero La Paz se firmó en Washington.

Así fue históricamente liquidado el último vestigio de identidad territorial con relación a la población anglo sajona que mantuvo como valor superior el de la “supremacía racial”, conservando el supra racismo blanco y abriendo la puerta a la discriminación y el racismo inferior.

De tal modo se selló el carácter fundamental de la migración europea, iniciado con los peregrinos del Mayflower1620, como un trasplante poblacional europeo.

No es aventurado afirmar que el mandatario republicano pelea en el vacío; como reto de su incapacidad, hay que entregarle la larga lista de nombres de ciudades y estados que anteriormente fueron territorio mexicano, como Texas -con x- ; San Antonio, Los Ángeles, San Diego, San Francisco, California, Santa Fe, e incluso Nuevo México y más, etc.

Poblaciones asentadas en territorio despojado a México en una guerra injusta, como denunció el diputado Abraham Lincoln en 1848 en la tribuna del Capitolio.

Sin pretensiones falaces o aspiraciones aventureras, el doctor Juan José Mateos reseña los hechos históricos con objetividad y plantea los principios históricos jurídicos de “Los derechos históricos de México de los territorios de Estados Unidos”.

La urdimbre del pasado muestra sus diferencias entre una nación desarrollada con el mestizaje de población nativa y sus colonizadores y, otra, donde privó la supremacía racial con la exclusión del racismo y la discriminación.

El acuerdo de llamar Golfo de América carece de base jurídica universal, solo aplica a los Estados Unidos; el caso de Américo Vespucio fue un incidente técnico, en parte la movilidad informativa, el medio de difusión más eficaz entonces era la imprenta, cuyo desarrollo fue más avanzado en Alemania, lugar donde se expandió el nombre de América, el que, a su vez, fue adoptado por los migrantes de la Nueva Inglaterra.

Por otra parte, durante siglos, los únicos que tuvieron la autoridad y la infraestructura suficientes para diseñar mapas fueron los Estados. Esos mapas nunca fueron neutrales.

Gracias a la tecnología actual, la posibilidad de hacer mapas ya no es monopolio del poder político-gobiernos, ejército-y económico, económico-empresas, petroleras, hidroeléctricas o mineras-. Por primera vez en la historia, los ciudadanos y las comunidades gozan la posibilidad de emanciparse y mapear sus territorios.

La desubicación del Golfo de México por Trump es que desconoce que los territorios del viejo oeste y las Floridas fueron territorios de jurisdicción de Nueva España, de donde era el referente poblacional más importante con el cual el Golfo fue conocido durante siglos; Miami no estaba ni en imaginario, y el Caribe perdió importancia ante la conquista de Aztlán.

El principio de legitimidad Constitucional.

La impulsiva decisión de Trump por la reconquista del pasado será una lucha entre cartógrafos, como ocurrió en Canadá. Un antecedente fundamental de este movimiento fue de cartógrafos independientes, el proyecto Nuit, de uso y ocupación de la tierra, puesto en marcha en 1976, con el que ese pueblo aceptó un tribunal y logró defender sus derechos sobre una parte importante del territorio canadiense.

Ese poder ciudadano reactiva el proceso binario, integración / desintegración de comunidades que buscan su ubicación adecuada, como ocurre con lo Estados de ambas fronteras que en su argot local plantean una región binacional con el nombre de Mexamérica; estos son los riesgos de democracia, donde los ciudadanos ponen el nombre de su pertenencia, no los gobiernos.

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