07 de octubre del 2023.- “Me gustaría volver a mi país, pero no puedo, por eso estoy aquí”. Son palabras de Howard, un chef que hace años se vio obligado a abandonar Venezuela y que ahora reside y trabaja en Florida. “Si vuelvo, me llevarían preso”, asegura a RTVE.es. Él es uno de los miles de venezolanos que se acogen al Estatus de Protección Temporal, conocido como TPS, un permiso migratorio con el que evitan ser deportados y acceden a un permiso de trabajo en Estados Unidos.
RTVE.es ha hablado con él y otros venezolanos que huyeron rumbo a EE.UU. y también con algunos de los que cruzaron el Atlántico y se instalaron en España. Dos de las muchas caras de un exilio que comenzó hace más de 20 años y que continúa a día de hoy, alejando a millones de personas de la vida que construyeron en sus país de origen.
“Llevo sin ver a mi familia desde 2016”, cuenta a RTVE.es Nerio Fuenmayor, periodista exiliado en Estados Unidos que huyó de Venezuela hace siete años. Su profesión le hizo estar en el punto de mira del Gobierno venezolano y huir a Chile, de donde se fue un año después, perseguido, cuenta, por su orientación sexual.
Nerio llegó a Estados Unidos en 2020, gracias a una visa de turista, y optó a un permiso de trabajo una vez iniciada su petición de asilo. Hasta entonces, salió adelante gracias a sus ahorros. Ahora, con el TPS concedido, dice sentirse, por fin, “protegido y respaldado” en un país en el que, además, puede ejercer su oficio.
Según lo anunciado por Biden a finales de septiembre, a partir de ahora podrán acogerse al TPS programa aquellas personas venezolanas que hayan estado en suelo estadounidense de manera ininterrumpida desde antes del 31 de julio de 2023, lo que aumentará de manera significativa el número de beneficiarios.
Un alivio en medio del caos migratorio
La ampliación de la medida, que supone un alivio para muchos migrantes que tienen claro que no pueden volver a su país de origen, llegó en mitad del caos migratorio que vive el continente americano, con un aumento de las detenciones en los últimos meses. De hecho, Estados Unidos ha reanudado esta misma semana los vuelos de deportación de migrantes a Venezuela para disuadir la llegadas desde ese país.
Washington no ha dado detalles sobre cómo ha conseguido que el Ejecutivo venezolano aceptara de nuevo estos vuelos, que llevaban años congelados, pese a las sanciones que enfrenta Caracas por parte de EE.UU. y después de que ambos países rompieran relaciones en 2019.
La presión migratoria sobre México, país de tránsito hacia Estados Unidos, es enorme y solo en agosto fueron detenidos en EE.UUU. 180.00 migrantes, más de 22.000 de ellos, venezolanos.
Howard, que actualmente vive en Miami con su mujer y sus dos hijos, fue uno de los muchos que entró a Estados Unidos desde México. Lo hizo en 2019, de manera irregular, cruzando la frontera con California y con el objetivo de solicitar asilo. Bajo el mandato de Trump, y con el programa ‘Quédate en México’ en vigor, fue arrestado y trasladado de nuevo al el país vecino, donde obligaban a migrantes y refugiados a permanecer mientras se resolvía su petición.
De Venezuela había salido años antes, en 2016, rumbo a Chile, donde residió y trabajó algo más de dos años. “Había participado en las protestas contra el Gobierno de Venezuela y estaba siendo perseguido”, explica a este medio. En 2021, Howard se acogió al TPS, que en un principio se instauró con una vigencia de 18 meses y que se ha ido renovando desde entonces.
Como él, son muchos los que agradecen la ampliación de este alivio migratorio, compatible con la petición de asilo que la mayoría de ellos tienen aún en marcha. El programa, creado en los años 90, concede permisos de forma extraordinaria a inmigrantes procedentes de zonas afectadas por conflictos, desastres naturales, etc.
La «creciente inestabilidad en Venezuela y la falta de seguridad» son las razones por las que el Departamento de Seguridad estadounidense justifica su aplicación en migrantes venezolanos.
La misión de la ONU para Venezuela ha advertido esta misma semana de un aumento de la «represión selectiva contra líderes sociales y políticos» en el país latinoamericano y ha asegurado que se siguen cometiendo «graves violaciones de los derechos humanos» que «no son hechos aislados».
in ver a sus familias desde que dejaron su país
Toda la familia de Nerio, cuenta, sigue en Venezuela. “En EE.UU. estoy solo, todos están allí porque no ha existido la posibilidad de que vengan”, explica Nerio. “El trabajo me permite ayudarles económicamente y aquí me siento seguro”.
Con el anuncio de la ampliación del TPS, el número de venezolanos que podrían obtener un permiso para trabajar y residir en EE.UU. pasa de 242.700 a 472.000, según el Departamento de Seguridad Nacional.
Laura (nombre ficticio) es una de las venezolanas que cumple los nuevos requisitos. «A raíz de los anuncios de la Oficina de Migración, califico para el nuevo TPS y estoy a la espera de que autoricen la aplicación», cuenta a RTVE.es. Llegó a EE.UU., donde ahora reside con su marido y su hija, en enero de 2022. Ahora ejerce como periodista y está esperando la resolución de una petición de asilo que, como advierten todos los entrevistados, suele demorarse años.
«Me fui de Venezuela sin saber si volvería a ver a mi mamá y a mi papá, y, gracias a la fortuna, nos hemos podido reagrupar», explica. Sus familiares más directos también han emigrado a EE.UU., algunos después que ella, que tuvo que salir de Venezuela «de manera inmediata», perseguida por ejercer su oficio. «Cuando uno emigra, se va con lo que se lleva, cuando se puede llevar algo, todo lo demás queda atrás y no sabes si lo vas a recuperar», se lamenta.
Familias a miles de kilómetros
Parte de la familia de Howard se quedó en Venezuela. Allí está su madre, a la que no ha vuelto a ver desde que abandonó el país. Su objetivo, cuenta a este medio, es conseguir llevarla con él a Estados Unidos, o con su hermana a Chile, donde ella vive. «Lo estamos discutiendo, valorando qué será mejor para ella», explica.
El éxodo venezolano ha llevado a que, como él, sean muchos los venezolanos cuyas familias y amigos se reparten en distintos países. Según el portal demográfico Statista, Estados Unidos es el tercer destino con mayor número de emigrantes procedentes de Venezuela, por detrás de Colombia y Perú. España se sitúa en sexto lugar.
«Llegó un momento en que la única que quedaba allí era yo. Mi familia y amigos se habían ido a Estados Unidos, a Chile, a Colombia, a Guatemala…», cuenta a RTVE.es Hermelinda, una venezolana de 54 años residente en España, donde llegó en 2018 huyendo de su país tras haber sufrido maltrato por parte de la Guardia Nacional, según denuncia. «Íbamos a las marchas, participábamos en las protestas… estábamos fichados», cuenta.
Tras pasar un tiempo trabajando de manera irregular, a Hermelinda le concedieron un permiso de trabajo y, ahora, con el asilo denegado y la residencia por razones humanitarias concedida, lleva años trabajando en la misma empresa de mensajería.
«No me arrepiento de haber venido ni un solo día, aunque lo que tenía allí sé que nunca podré tenerlo aquí, pero sabía a lo que venía», asegura esta venezolana que lo dejó todo para venir a España acompañada del menor de sus hijos, con el que vive de alquiler. Su otra hija está a miles de kilómetros, en Guatemala.
Su coche, su casa y muchos de sus enseres personales se quedaron al otro lado del Océano y, a sus 54 años, dice, nunca podrá aspirar a tener lo que ya había logrado en su país. En la misma situación dice estar Gonzalo, otro de los venezolanos que se trasladó a España huyendo del país que le vio nacer.
«Vendimos todo lo que teníamos por muy poco» cuenta a RTVE.es. este exprofesor de universidad que, a sus 73 años, todavía busca trabajo en España. Ahora vive en Moratalaz con su mujer, pero todavía tiene en Venezuela a más familia y amigos. «Es difícil abandonar tu país, donde dejas familia, amigos, querencias. Mi familia sabe que si les pasa algo, yo no podré ir a verles, no me podría permitir el pasaje», se lamenta.
Vivir sabiendo que nunca volverán a casa
Hermelinda, al igual que el resto de entrevistados, tiene claro que nunca regresará al país en el que nació. Todo lo que recuerda de su vida allí, dice, ha desaparecido.
«Ahora mismo me aterroriza pensar en volver a Venezuela», asegura a RTVE.es. Se sentiría «extranjera», dice, aunque cree que eso es algo que tras emigrar, sentirá en cualquier parte, incluso «aunque este país me haya recibido y esté muy agradecida».
Al otro lado del océano, Niero tampoco cree que vaya a volver a pisar suelo venezolano: «No creo que regrese nunca, no veo que pueda volver en un futuro ni próximo, ni lejano», confiesa. «Pero sí que me gustaría reencontrarme con mi familia y, si es posible, traerlos conmigo a Estados Unidos, siento que estarían mejor aquí», asegura.
Con información de RTVE