11 de diciembre del 2022.- El invierno se cierne sobre Ucrania en plena guerra. El descenso de temperaturas, que pueden caer por debajo de los -15ºC, afecta a las operaciones militares, pero también a la población civil, atenazada por la falta de electricidad y calefacción debido a los bombardeos rusos sobre las infraestructuras civiles.
Con el frío, las operaciones militares se verán condicionadas en multitud de aspectos, según explican los expertos a RTVE.es, pero algunos de ellos pueden incluso beneficiar a Ucrania y ayudarla a continuar su contraofensiva contra los rusos. El «general invierno» no distingue de nacionalidades, y favorece habitualmente a quien defiende su territorio y tiene acceso más cercano a los recursos.
Una guerra distinta a 15 grados bajo cero
Antonio Fernández, director del departamento de Geografía de la UNED, explica a RTVE.es que el clima de Ucrania es continental, salvo en la costa del mar Negro, donde es más suave. Las medias son de -3/-5ºC, y ocasionalmente pueden alcanzarse los -15/-20ºC como mínimas absolutas.
Las precipitaciones y las temperaturas descienden de oeste a este, por lo que la parte oriental es más fría y seca.»Como la guerra se está concentrando en el este del país, coincide con la región más fría», subraya Fernández.
Como al resto de actividades humanas, el clima afecta también a la guerra. Rusia ha sabido, en la historia del conflicto moderno, aprovechar en su favor su climatólogía, así como su gran extensión. Estos dos factores jugaron un papel importante en la derrota de la invasión napoleónica de 1812 y en la de la Alemania nazi en 1941. Es el mito del «general invierno».
«En la guerra napoleónica no había anticongelantes, ni ropa de abrigo de calidad. Ese antiguo general invierno ya no existe», asegura a RTVE.es el almirante retirado Juan Rodríguez Garat. A los alemanes, más de un siglo más tarde, «les falló la capacidad de acceder a lo necesario a través de las grandes extensiones de Rusia, pero también había ofensivas de verano ambiciosas y ofensivas de invierno menos ambiciosas», añade.
Eso no significa que la estación haya dejado de influir. «Es otra guerra completamente distinta», explicaba en RNE el teniente general en la reserva Francisco Gan Pampols, que desgranaba los efectos del frío en la movilidad, las tropas o el material.
«La cantidad de nieve y su espesor dificulta la movilidad. A los vehículos de rueda les obliga a usar cadenas líquidas o de metal. A los de cadena les permite moverse siempre que la capa de nieve no sea suficientemente espesa como para que pierdan tracción las cadenas», según Gan Pampols. Los vehículos, además, consumen más anticongelante y necesitan aditivos para el combustible.
El frío afecta al funcionamiento de los sistemas mecánicos, por las dilataciones del metal, lo que produce más averías, y el armamento requiere un cuidado especial. «La cadencia de tiro tiene que ser menor, porque un tubo no se puede refrigerar por agua, podría inutilizar el arma», explica el teniente general en la reserva.
Además, las armas más sofisticadas, como las que usan miras láser, o los sistemas de detección, funcionan en márgenes de temperatura concretos.
La aviación padece el efecto de whiteout («blanqueamiento» o pérdida de color). «Se pierde la referencia del horizonte, la niebla hace que se pierdan la orientación y el relieve – ilustra Gan Pampols – Cuando se trata de un avión, la capacidad de operaciones se reduce; en caso de los helicópteros puede impedir su vuelo».
Las bajas temperaturas hacen mella en las tropas: los movimientos se hacen más lentos y torpes; se requiere el consumo de más calorías; el frío produce rigideces y aparecen patologías como los sabañones o congelaciones; la manipulación de material metálico es más delicada (se pueden producir quemaduras en la piel); el soldado debe portar más equipo.
“Todo hace que uno sea más torpe, y que sea más complicado caminar, apuntar y disparar“
«Todo hace que uno sea más torpe, y que sea más complicado caminar, apuntar y disparar», resume Gan Pampols.
Por el contrario, el típico camuflaje de invierno (blanco-grisáceo) es más efecivo que el de verano de selva o desierto, y además la nieve, si no está endurecida, permite enterrarse y ocultarse.
«El invierno tiene sus propios problemas – reconoce Rodríguez Garat – Los días de tormenta extrema, que los habrá, hay que parar. Pero los días de buen tiempo, que hay muchos, porque el invierno suele ser estable, se pueden hacer operaciones militares. Se requieren ejércitos preparados, con ropa de frío, mecanismos para calentar los alimentos, anticongelantes para los vehículos… No es más que un problema logístico que hay que resolver».
¿Y quién lo puede resolver mejor? En principio, según el almirante retirado, «el que juega en casa, el que tiene más cerca los recursos». En este caso, Ucrania.
El hielo y la nieve, más transitables que la raspútitsa
Un aspecto concreto que puede beneficiar a los ucranianos es el de la movilidad. En otoño y sobre todo en primavera, el campo ucraniano, con un suelo de tipo arcilloso-arenoso y cruzado por numerosos arroyos y ríos, se convierte en un lodazal intransitable por las lluvias y el deshielo. Es la raspútitsa, un fenómeno conocido también en Rusia y Bielorrusia.
«La plasticidad de este material no permite un soporte firme y dificulta el movimiento de vehículos, incluso los de cadenas, explica el geógrafo Antonio Fernández. Igualmente, las personas y animales tienen dificultad para poder moverse en estos auténticos barrizales, más próximos a arenas movedizas que a carreteras. Sin duda, la dificultad de movimiento es menor en invierno que en primavera o en otoño, si bien el invierno plantea la dificultas asociada al hielo y a las bajas temperaturas».
«El invierno favorece las operaciones en comparación con la primavera y el otoño – confirma Rodríguez Garat – En Ucrania llueve mucho y toda la zona del frente está embarrada. Eso hace que los vehículos solo se puedan desplazar por carretera, y defender una carretera es fácil: se colocan unas minas y unas unidades antitanque y ya está. Por eso en este momento la guerra está parada».
En cambio, el suelo nevado o congelado puede ser más transitable si se cumplen las condiciones vistas más arriba. «El invierno transforma el barro en piedra, aunque los vehículos no se pueden salir de la rodada», dice Gan Pampols.
En un par de semanas, el suelo ucraniano estará congelado y se podrán desarrollar operaciones campo a través, con limitaciones.
Incentivo para que Ucrania continúe su ofensiva
Será entonces el momento para que los ucranianos, que han estado a la ofensiva desde septiembre, aprovechen para intentar algunos avances, antes de que los rusos completen las fortificaciones que están construyendo en los territorios aún bajo su control.
Así lo considera el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en sus siglas en inglés), un centro de análisis estadounidense. «La capacidad de Ucrania de mantener la iniciativa militar y continuar con el impulso de sus éxitos operativos actuales depende de que continúe realizando operaciones sucesivas a lo largo del invierno. (…) Es probable que las condiciones climáticas del invierno de 2023 marquen el periodo de tiempo en el que Ucrania pueda mantener una guerra de maniobras», afirma el ISW en uno de sus últimos informes.
“Militares de todo el mundo piensan invierno favorecerá a Ucrania en sus operaciones militares“
«Militares de todo el mundo piensan que el invierno favorecerá a Ucrania en sus operaciones militares», asegura Rodríguez Garat. «Eso no significa que vaya a pasar algo en invierno, porque Ucrania ha lanzado dos campañas importantes, en Jersón y Járkov, y necesita tiempo para reconstituir sus fuerzas. Pero si se retrasa no será por el invierno».
El almirante retirado señala otra razón. «Ucrania tiene más facilidad de acceder a los bienes que puede suministrar Occidente, desde anticongelantes, a vehículos, generadores de electricidad o alimentos mejores, que la logística rusa».
El invierno, por tanto, hace a Kiev aún más dependiente, si cabe, de la ayuda occidental.
Para Gan Pampols, la estación fría afecta a ambos contendientes por igual. «No beneficia a ninguno. La guerra se va a ralentizar, de manera que van a intentar alcanzar líneas más fácilmente defendibles, se van a proteger todo lo que puedan, con duelos artilleros. Y se intentarán pequeños movimientos, normalmente reconocimientos para ver si hay alguna debilidad manifiesta del adversario».
El invierno, un infierno para los civiles
Pero si los soldados lo pasarán mal, tanto peor será el invierno para los civiles. Las sucesivas oleadas de ataques rusos han dejado a poblaciones enteras sin luz, calefacción ni agua.
No es la primera vez que se bombardean infraestructuras civiles en una guerra. Lo hicieron EE.UU. y sus aliados cuando atacaron Irak en 1991, destruyendo prácticamente todas las instalaciones de generación eléctrica del país y afectando también a la distribución de agua, según denunció entonces la ONU. Y pasó en la guerra de Kosovo de 1999, cuando la OTAN bombardeo infraestructuras civiles y dejó Belgrado a oscuras.
En esta ocasión, los bombardeos se han producido antes de la llegada de la estación fría, y tanto el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, como la OTAN y la UE han acusado a Moscú de usar «el invierno como arma» contra la población.
«Sin duda, la población puede verse más afectada en las ciudades, pues en las áreas rurales pueden contar con la leña como combustible, mientras que las ciudades dependen del abastecimiento energético», considera Antonio Fernández.
El Gobierno de Ucrania ha pedido a los refugiados en otros países que no regresen este invierno, mientras la UE está enviando generadores eléctricos para paliar la situación. Cómo pasen el invierno los ucranianos será una de las claves para saber si la guerra puede prolongarse o si se ven forzados a sentarse a la mesa de negociación.
Con información de RTVE