Columna Política «Diputado 501», por Antonio TENORIO ADAME (08-VIII-2022).- En los Foros para la Reforma Electoral realizados en la Cámara de Diputados se discutió la propuesta del PRI de reestablecer la Vicepresidencia de la República, con el objetivo de otorgar “certeza” en la posible “desaparición definitiva” del Presidente.
En principio es una sugerencia pertinente, como lo prueba la experiencia cobrada en el sistema político de los Estados Unidos; sin embargo, en referencia a México se debe profundizar la discusión dado que la experiencia del Siglo XIX fue desastrosa. La Vicepresidencia fue una de las causas de la ingobernabilidad, como señala Rabasa: “dos golpes de Estado, varios cuartelazos, muchos planes revolucionarios, multitud de asonadas, …y en que el pueblo era materia dispuesta, ….para aniquilar la fe de nación con la disolución de dos Congresos legítimos y la consagración como constituyentes de tres Asambleas sin poderes ni apariencia de legitimidad “. (La Constitución de 1857 y sus críticos, Cosio Villegas D.).
La Vicepresidencia en México no fue garantía de “certeza” porque en los partidos la ambición del poder por medios de supresión del titular por causa de compartir las facultades de ejercicio de funciones, ésta eran similares, siendo los proyectos políticos no solo diferentes, sino contrarios uno del otro.
Tampoco hubo “certeza” ante la eliminación del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez en 1914 por el dictador Victoriano Huerta que usurpó la Presidencia con un golpe de Estado.
En cambio, las Presidencias de relevo que ejercieron Emilio Portes Gil y Abelardo L Rodríguez, en 1929 y 1934, al sustituir a Obregón y Ortiz Rubio, funcionaron sin contratiempos dejando una estela de tranquilidad pública.
De ahí se deriva la irrelevancia de brindar “certeza” en caso de la falta definitiva del presidente.
POR LA AFIRMATIVA
Se advierte en la propuesta tricolor, a fin de evitar la confrontación entre ambos cargos de primer nivel, con el argumento de la separación de funciones, siendo las encargadas al Vicepresidente, la de acompañar al Presidente, ejercer algunas políticas públicas, y asistir al Senado, sin voto,b para mostrar respeto a la representación del Pacto Federal.
El planteamiento parece asomarse a la disposición constitucional norteamericana, en cuyo contenido se plantea que el Vicepresidente cubre la Presidencia del Senado, donde asume la representación territorial de la nación y recaba la experiencia de conocer ampliamente los problemas de la nación; es por tanto, un conocimiento y preparación en la antesala de la Presidencia, como dice el vulgo, la Vicepresidencia es una “incubadora” de candidatos presidenciales.
El mecanismo de dicho proceso es un paso previo al supremo ejecutivo, lo que no es determinante ni definitiva decisión, dado que el sistema político electoral está condicionado por su carácter indirecto, lo cual es determinado por electores nombrados en cada Estado, por lo que a pesar de que se gane una elección directa nacional, ésta se sujeta a la determinación final de dichos electores, por lo que a veces el resultado entre una y otra elección es adverso, tal como sucedió al vicepresidente Walter Mondale con W Bush en 2004.
La desaparición definitiva del Presidente en la Unión Americana ha ocurrido en ocho ocasiones, de las cuales tres fueron como consecuencia de enfermedad y cinco por magnicidio.
El cargo presidencial se ocupo sin contratiempos por el Vicepresidente; una vez en la Casa Blanca, algunos de ellos tomaron decisiones siniestras al recrudecer el fuego guerrero, como Truman que arrojó la bomba atómica sobre Japón, o Johnson que aceleró la guerra de Vietnam.
Un velo de duda surge en torno a la propuesta de la Vicepresidencia, al parecer la opinión de algunos expertos dicen que “el tesoro escondido” posible es ampliar las expectativas de la oposición, a fin de facilitar una alianza bipartidista entre los dos partidos más fuertes de una coalición de partidos, como sería el caso del PRI y el PAN en el orden que se decida. Ahí se vuelve al pasado del siglo XIX, donde el interés partidista fue determinante para romper el acuerdo, en el curso del periodo de ejercicio y se vuelvan contrarios los antes aliados.
APROBADO POR MAYORÍA
Tanto conservar la gobernabilidad como la certeza son piezas fundamentales de una Vicepresidencia, aunque en este caso representa una función doble, tanto preventiva como posterior, a mayor explicación: no solo cuando el Presidente se ausenta para siempre, sino también como el Presidente es elegido y se nombra al sucesor, tal como señalan los cánones mexicanos, “el destape”.
Nuestra democracia mucho avanzaría si conociera mejor a los aspirantes y candidatos, tanto en su capacidad de decisiones en asuntos de interés nacional como de comportamiento civilizado, a fin de elegir sino al mejor, sí al menos malo, de seguro tendríamos el Presidente que nos merecemos los mexicanos.