24 de abril del 2022.- La gran batalla de Rusia por el Donbás ha comenzado. Después de dos meses de guerra, Rusia está impulsando una nueva ofensiva en Ucrania para hacerse con el control total de las regiones prorrusas de Donetsk y Lugansk. Un cambio de rumbo tras la retirada de tropas de Kiev que, según los expertos consultados por DatosRTVE, muestra el fracaso del plan inicial de Putin y marca un punto decisivo en el devenir de la guerra.
Con Mariúpol arrasada, Rusia parece decidida a cerrar por la fuerza un conflicto abierto desde 2014 por una región rica en minas de carbón y en la que se especula con posibles reservas de gas. Por eso, más allá del discurso de «liberación» que se ha esgrimido desde el Kremlin para justificar la invasión, los expertos consideran que tanto la consecución de un corredor terrestre con la anexionada Crimea como la conversión del mar de Azov en un piélago interior satisfaría los intereses de Moscú en esta etapa del conflicto.
Ucrania resiste, pero Rusia avanza en el Donbás
Las agencias de inteligencia llevaban semanas avisando de un gran desplazamiento de tropas rusas desde distintas partes de Ucrania hacia el Donbás, hasta que Kiev y Moscú lo confirmaron a comienzos de esta semana en un mensaje difundido al pueblo ucraniano y una entrevista del ministro ruso de Exteriores en la cadena de televisión India Today.
Se trata de la siguiente fase de una campaña militar que empezó el pasado 24 de febrero con la invasión rusa de territorio ucraniano. Tras una escalada de tensión en los días previos al inicio de la guerra, la evolución del conflicto en el Donbás se ha caracterizado por una reducción progresiva de los enfrentamientos sobre el terreno y un aumento de los ataques a distancia, según los datos recopilados por el Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED).
«Parece que [el ejército ruso] ha empezado la preparación artillera clásica» previa al lanzamiento de operaciones de unidades terrestres, explica a la luz de estos datos el militar retirado y codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús A. Núñez.
Esta estrategia, que corroboran la inteligencia británica y el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), se observa en los bombardeos recientes sobre Sloviansk y Kramatorsk, donde Londres detecta «altos niveles de actividad aérea». Según el registro de ACLED, uno de cada diez ataques rusos en la región se ha hecho con drones no tripulados.
En las últimas semanas, «Ucrania resiste, pero Rusia avanza», resume Núñez. Además de renunciar a asaltar la planta de Azovstal en Mariúpol, Rusia se ha hecho con algunos suburbios del entorno de Severodonetsk y ha tomado las ciudades de Rubizhane y Popasna. Sin embargo, los combates continúan, y el Kremlin aspira a seguir extendiendo su control por el sur, con intención de mejorar su comunicación con la región prorrusa de Transnistria.
Así ha sido la toma rusa de Mariúpol
Con la orden de no asaltar la acería de Azovstal, donde se atrincheraron unos 2.000 defensores ucranianos, Putin dio Mariúpol por tomada este jueves. Pero, como muestran los mapas anteriores, el avance ruso en esta localidad ha sido lento. Durante los últimos 60 días, las fuerzas de Moscú han devastado la localidad portuaria, han perpetrado ataques indiscriminados contra la población civil y han arrasado con su músculo industrial.
Pero «tomar la ciudad» no implica que hayan eliminado cualquier atisbo de resistencia. «Detrás del combate convencional viene el combate de insurgentes o de guerrillas, y eso le va a seguir complicando la vida a las tropas rusas que hay en esa ciudad», explica el codirector del IECAH, Jesús A. Núñez.
Por su parte, tanto el Ministerio de Defensa del Reino Unido como el ISW creen que Moscú ha rebajado sus ambiciones en Mariúpol con la intención de exhibir «éxitos significativos» de cara a la celebración del Día de la Victoria, el 9 de mayo. Esto, añaden, puede condicionar la «rapidez y la fuerza» de las operaciones en los próximos días.
El anuncio de la captura de Mariúpol llega tras la malograda operación relámpago para hacer caer al gobierno de Kiev. Un giro que, para Núñez, revela el «fracaso del plan inicial de «Vladímir Putin». Pero que, al mismo tiempo, mantiene contra las cuerdas al gobierno de Volodímir Zelenski con la acumulación de tropas en la frontera oriental de Ucrania.
Rusia se centra ahora en un «objetivo de mínimos», que sí parece tener capacidad de conseguir y en el que deposita intereses económicos y culturales, explica el experto militar del IECAH.
La importancia del Donbás: cuenca minera y corazón industrial
Surcada de norte a sur por el río Donets, afluente principal de la cuenca del Don, el Donbás es una región rica en recursos naturales, principalmente en hulla. Según datos de 2013, de los 83 millones de toneladas de carbón extraídos en Ucrania ese año, el 45% correspondían a la región del Donbás. Además de para calentar a los habitantes de la zona durante décadas, este mineral sirvió para impulsar la industrialización de sus ciudades desde comienzos del siglo XVIII.
Tanto el Imperio ruso como la Unión Soviética (URSS) lo consideraban una de sus regiones industriales más importantes. Después de un breve periodo de independencia sin reconocimiento internacional, la República Socialista Soviética de Donetsk-Krivoy Rog -cuya capital llegó a situarse brevemente en Járkov- se integró en la República Soviética de Ucrania en 1919 y, más tarde, en la URSS.
Ya en los años 20, la propaganda soviética consideraba al Donbás «el corazón de Rusia», que alimenta la industria de gran parte del país. Sin embargo, esta región también sucumbió a la hambruna del Holodomor tras la imposición de la colectivización de la tierra del gobierno de Stalin a comienzos de los años 30. Un desastre que provocó un fuerte descenso de la población en la región, que la URSS repobló con personas trasladadas de otras partes de Rusia.
Esto se repitió también después de la Segunda Guerra Mundial y sentó las bases de lo que los expertos definen como la «rusificación» del Donbás. Según el último censo disponible, el 39% de la población de Lugansk y el 38% de los habitantes de Donetsk tienen origen ruso, frente al 6% en la región de Kiev.
Esta diferencia geográfica entre el este y el oeste se acentúa todavía más si se observan la composición lingüística del país. Mientras tres de cada diez ucranianos dicen que el ruso es su lengua materna, más del 70% de los vecinos de Lugansk y tres cuartas partes de los donetskeños son rusoparlantes, según datos recopilados por el Comité Estatal de Estadística de Ucrania en 2001.
La influencia rusa en la región llega hasta la política del siglo XXI. Tras la desintegración de la Unión Soviética, el Donbás sufrió una grave crisis económica. Muchas empresas que lograron superarla perdieron gran parte de sus ingresos y funcionaban merced a ayudas estatales.
Este caldo de cultivo permitió que se fraguase el conocido como «clan del Donbás». A comienzos de los 2000, un grupo de oligarcas se hizo con el control de la actividad económica y política de la región. Su miembro más destacado fue Víktor Yanukóvich, que gobernó Donetsk entre 1997 y 2004 y presidió toda Ucrania desde 2010 hasta 2014, cuando las revueltas del Euromaidén que dieron inicio al conflicto en la zona forzaron su destitución.
«Mantener su estatus de poder [en el tablero mundial] es una cuestión existencial para el gobierno de Rusia», explica la profesora titular de seguridad postsoviética en el Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres, Ruth Deyermond.
En esta ambición, su «habilidad de dominar el escenario postsoviético es fundamental», comentaba la experta en un seminario sobre las causas y consecuencias de la guerra en Ucrania organizado por The Democracy Forum. Sin embargo, Putin parece haber fracasado en su intento de redibujar el mapa estratégico de Europa.
Moscú está centrando ahora su discurso en «destruir la identidad ucraniana y la amenaza que supone su acercamiento a occidente», añade Deyermond. Una estrategia que, para el exmilitar y experto en conflictos Jesús A. Núñez, también está haciendo aguas.
Por eso, sentencia Núñez, la del Donbás es «una batalla decisiva» para el devenir de la guerra de Ucrania, en la medida en que, «dependiendo de lo que pase en los próximos días, puede que la guerra se acorte o se alargue». «Si Rusia consigue sus objetivos, podría verse obligada a algún tipo de cese de hostilidades para presentar algo parecido a una victoria, pero si eso no sucede, Moscú tiene todavía más bazas que pueden llevar a situaciones todavía más trágicas», advierte.
Con información de RTVE de España