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Tensión en Ucrania ha provocado un movimiento de tropas y medios militares sin precedentes

26 de enero del 2022.- La tensión en Ucrania ha provocado un movimiento de tropas y medios militares sin precedentes en Europa en las últimas décadas, que hace temer incluso un enfrentamiento armado. La importancia de la apuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, ha puesto más de manifiesto, si cabe, la importancia estratégica que Moscú otorga a su vecino.

Para los actuales gobernantes rusos, la posible entrada de Ucrania en OTAN es una de las «líneas rojas» que no se deben cruzar. Algunas de las claves que lo explican se encuentran, como suele ocurrir, en la historia y en la geografía. 

Ucrania, la «frontera» de Rusia

Para Putin y para muchos rusos, Ucrania es la cuna de la cultura eslava, un país con el que mantienen lazos lingüísticos y religiosos.

El reino de la Rus de Kiev (siglos IX-XIII) agrupó a las tribus eslavas hasta que fue conquistado por los mongoles. Ya en época moderna, el territorio de lo que hoy es Ucrania estuvo dividido entre el Imperio Ruso y el Austro-Húngaro y no es hasta la Revolución Rusa (1917) y el final de la guerra civil posterior que aparece Ucrania como tal, como una de las repúblicas soviéticas que conforman la URSS y que, tras la caída del gigante soviético en 1991, se proclamó independiente.

Para Rusia, Ucrania ha sido siempre territorio fronterizo. «El territorio ruso es muy vulnerable. Salvo por el invierno, es relativamente fácil de atacar, e históricamente ha sido invadido de este a oeste por mongoles, franceses, alemanes», explica a RTVE.es María José Pérez del Pozo, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense (UCM). «Por eso siempre ha considerado la necesidad de tener un escudo protector alrededor. Ucrania, Bielorrusia, el Cáucaso o Asia Central tenían esa función: proteger al corazón de Rusia».

“Rusia siempre ha considerado la necesidad de tener un escudo protector alrededor“

La geografía explica también que Rusia anexionará en 2014 la península de Crimea, sede de su flota del Mar Negro. Crimea pertenecía a Rusia hasta que Nikita Jruschchov la cedió a Ucrania en 1954. «Rusia podía perder Ucrania, pero no iba a perder Crimea porque su flota naval, su salida al Mediterráneo estaba allí. No pudo sorprender a nadie, no iba a perderlo nunca», apostilla Pérez del Pozo. La profesora cita el antecedente de la independencia de Kosovo de Serbia, permitida por la UE. 

Ucrania es también uno de los territorios por los que circulan los hidrocarburos que Rusia vende al exterior. 

En sus documentos estratégicos, subraya la profesora Pérez del Pozo, Moscú siempre ha declarado que la prioridad de su política exterior es lo que llama «el extranjero próximo», los territorios que pertenecieron a la URSS, con excepción de las repúblicas bálticas, que da por perdidas. «Al resto, Rusia hoy lo considera su patio trasero, su área de influencia fundamental», remacha la profesora.

La influencia en su área cercana es lo que da Rusia su estatus de gran potencia, que ha conservado prácticamente desde su nacimiento.

Un país dividido 

Tras la independencia, Ucrania buscó el equilibrio entre la Unión Europea y Rusia. Las cosas empezaron a torcerse cuando en 2013 el gobierno de Víktor Yanukóvich rechazó un acuerdo de asociación con la UE, del que se excluía a Rusia. Esto provocó protestas ciudadanas y disturbios violentos (el conocido como Euromaidán), en el que tuvieron un gran protagonismo grupos de extrema derecha, y que acabaron por tumbar al Gobierno un año después, con el beneplácito de EE.UU. y la UE. 

Moscú advirtió entonces que «forzar a Ucrania a elegir» entre Bruselas y Moscú podría perjudicar su integridad territorial. Poco después se producía la anexión de Crimea y se iniciaba la guerra civil en la región del Donbás (este del país) entre el gobierno de Kiev y los movimientos separatistas prorrusos de Donestk y Lugansk.

Pese a los acuerdos de Minsk de 2015, incumplidos por ambas partes, el conflicto del Donbás ha continuado vivo y ha provocado 14.000 muertos y unos 2 millones de desplazados, con denuncias de violaciones de derechos humanos por ambas partes. 

«El país tiene el corazón partido – asegura a RTVE.es Rafael Poch, excorresponsal de La Vanguardia en Rusia durante más de una década – porque social, religiosa, culturalmente y lingüísticamente es bicéfalo, con una parte muy nacionalista ucraniana y otra más rusófila, siendo ambas partidarias de la soberanía, con la excepción de Crimea y las regiones rebeldes, que son prorrusas». 

«Ucrania es un país dividido entre prorrusos y pro-Occidente, por lo que Rusia encuentra fácilmente la forma de consolidar esa influencia», recalca a su vez la profesora Pérez del Pozo, que subraya el hecho de que la Duma (Parlamento ruso) haya comenzado a discutir si la independencia del Donbás, otro movimiento que puede obligar a la UE y EE.UU. a definirse.

La ampliación de la OTAN, amenaza para Rusia

Poch entiende que Rusia no quiera que Ucrania forme parte de un «bloque militar hostil» como es la OTAN, una organización nacida de la Guerra Fría. 

Durante las negociaciones entre George Bush y Mijail Gorbachov que pusieron fin a ese periodo histórico, los soviéticos recibieron garantías verbales de que la OTAN no se expandiría hacia el Este. Pero esta promesa no se cumplió: Hungría, Polonia y República Checa se unieron a la Alianza en 1999 y en 2004 les siguieron Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Rumanía y las repúblicas bálticas. En 2008, la OTAN abrió la puerta a Ucrania y Georgia.

«Los rusos ven esto como una amenaza absolutamente material», explicaba a RTVE.es hace un mes la profesora Olga Volosyuk, profesora de la Escuela Superior de Economía (HSE) de Moscú y experta en relaciones Rusia-España.

Para Poch, el estatuto de neutralidad sería el que más podría beneficiar a Ucrania. «En Europa tenemos países neutrales como Finlandia, Austria, o Suiza, y han mantenido su independencia perfectamente. Finlandia estaba en el patio trasero de la URSS y ha sido un estado soberano y democrático. Tuvo la inteligencia de no provocar a su vecino inmediato».

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Putin?

Moscú ha negado que vaya a invadir a su vecino y ha asegurado que solo trata de «garantizar» su propia seguridad. Pero ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Putin?

Pérez del Pozo cree que el presidente ruso «juega muchas opciones para tener distintas posibilidades de actuar» pero no se imagina una invasión militar en toda regla. «Se ha propagado el mensaje de una invasión, que han comprado todas las cancillerías europeas, pero no sé si esa era la primera intención de Putin. Él mueve ficha y todo el mundo se retrata, le ha permitido saber cómo van a reaccionar todos».

No obstante, la profesora de la UCM advierte de que «se está creando un clima prebélico» y pide «ser más cautos». «Es muy peligroso. Se ha creado una zona con muchas armas desplegadas, como en el Mar Negro, y cualquier error o fallo puede desencadenar un problema más serio». 

«Hay que intentar atraerse a Rusia, no es el enemigo de la UE, nos necesitamos mutuamente», añade Pérez del Pozo. 

Poch asegura que Putin ha dado un puñetazo sobre la mesa al concentrar tropas en la frontera y ha conseguido marcar la agenda. «Solo que tengan lugar las negociaciones ya ha generado una situación, y es un punto a favor de estrategia rusa. La invasión militar es una quimera. Lo que pasa es que los occidentales la han hinchado para contrarrestar el punto marcado por Putin. No lo sabemos, pero estoy convencido de que va a pasar algo, porque Putin perdería la cara si no es así. La respuesta será inesperada». 

Con información de RTVE de España

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