26 Octubre 2021 Cambio climático y medioambiente
Si no reducimos las emisiones actuales a la mitad, el mundo asistirá a un peligroso aumento de la temperatura global de al menos 2,7°C este siglo, advierte un nuevo informe de ONU Medio Ambiente, que asegura que “la calefacción está encendida” y pide que el mundo despierte ante el peligro al que nos enfrentamos como especie.
El Informe sobre la brecha de emisiones, publicado este martes, muestra que los esfuerzos de cada país para reducir las emisiones nacionales sólo conducirían a una reducción adicional del 7,5% de las emisiones anuales de efecto invernadero en 2030, en comparación con los compromisos anteriores.
Esto no es suficiente. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el mundo necesita una reducción del 55% de dichas emisiones para limitar el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5°C, el máximo definido por los científicos como el escenario menos arriesgado para nuestro planeta y el futuro de la humanidad.
«A menos de una semana de la (Conferencia sobre el Clima) COP26 en Glasgow, seguimos encaminados hacia la catástrofe climática», dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, durante una rueda de prensa.
«Como dice el título del informe de este año: La calefacción está encendida. Y como muestra el contenido del informe, el liderazgo que necesitamos es inexistente. Está muy lejos de existir», advirtió.
Los Gobiernos nacionales son los principales responsables de dirigir el cambio hacia la reducción de las emisiones nocivas.
El mundo debe ponerse manos a la obra
El informe concluye que las promesas de cero emisiones netas, si se cumplen en su totalidad, podrían suponer un avance y reducir el aumento previsto de la temperatura mundial a 2,2º centígrados, lo que permitiría albergar la esperanza de que las nuevas medidas pueden evitar los efectos más catastróficos del cambio climático.
Sin embargo, hasta ahora estas promesas son «vagas» e incoherentes, advierte ONU Medio Ambiente.
Un total de 49 países, además de la Unión Europea, han prometido alcanzar una meta de cero emisiones netas. Esto abarca más de la mitad de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero, más de la mitad del PIB mundial y un tercio de la población mundial. Hay once objetivos consagrados por ley, que cubren el 12% de las emisiones mundiales.
Sin embargo, muchas de las contribuciones determinadas a nivel nacional posponen la acción hasta después de 2030, lo que hace dudar que puedan alcanzarse los compromisos de neutralidad de emisiones, según el informe.
Además, aunque doce miembros del G20 han prometido alcanzar una meta de cero emisiones , todavía hay ambigüedad sobre cómo van a cumplir con esta meta, dice el informe.
«El mundo tiene que despertar ante el peligro inminente al que nos enfrentamos como especie. Las naciones deben poner en marcha las políticas para cumplir con sus nuevos compromisos y comenzar a implementarlas en cuestión de meses», advierte Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, en el prólogo del informe.
“Necesitan hacer que sus promesas de neutralidad de emisiones sean más concretas, asegurando que estos compromisos se incluyan en las contribuciones determinadas a nivel nacional y que se tomen medidas para avanzar. A continuación, deben poner en marcha las políticas que respalden esta gran ambición y, de nuevo, empezar a aplicarlas urgentemente», añadió.
El uso del viento para producir energía tiene menos efectos sobre el medio ambiente que muchas otras fuentes de energía.
La cuenta atrás ha comenzado
El informe es claro: para poder alcanzar el objetivo de 1,5 °C, el mundo necesita reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos ocho años. Esto significa eliminar 28 gigatoneladas adicionales de CO2 equivalente de las emisiones anuales, además de lo prometido en las contribuciones determinadas a nivel nacional actualizadas y otros compromisos para 2030.
Según la agencia, las emisiones pospandémicas, tras disminuir inicialmente, se han recuperado y ahora están aumentando las concentraciones atmosféricas de CO2; las más altas en los últimos dos millones de años.
«La brecha de emisiones es el resultado de una brecha de liderazgo, pero los líderes aún pueden hacer que esto sea un momento decisivo hacia un futuro más verde en lugar de un punto de inflexión hacia la catástrofe climática. La era de las medias tintas y las promesas vacías debe terminar», instó el jefe de la ONU, António Guterres.
Una oportunidad perdida
Los expertos señalan que los países tenían la oportunidad de utilizar el rescate fiscal y el gasto de recuperación de la COVID-19 para estimular las economías, fomentando al mismo tiempo un cambio hacia las bajas emisiones de carbono, pero «se ha dejado pasar en la mayoría de los países hasta ahora».
Sólo un pequeño número de economías de renta alta concentra la mayor parte del gasto ecológico, y los países en desarrollo y los mercados emergentes corren el riesgo de quedarse atrás.
El gasto de COVID-19 ha sido mucho menor en las economías de bajos ingresos (60 dólares por persona) que en las economías avanzadas (11.800 dólares por persona). El informe advierte que es probable que las brechas en la financiación agraven las diferencias en las naciones vulnerables en cuanto a la resiliencia climática y las medidas de mitigación.
“Mientras los líderes mundiales se preparan para la COP26, este informe es otra llamada de atención atronadora. ¿Cuántas más necesitamos?… Los científicos tienen claros los hechos. Ahora los líderes deben ser igual de claros en sus acciones. Deben acudir a Glasgow con planes ambiciosos, con plazos y bien preparados de trabajo para alcanzar las emisiones netas cero», añadió Guterres.
Los vertederos son una gran fuente de emisiones de metano. Una mejor gestión podría captar el metano como fuente de combustible limpio y reducir los riesgos para la salud.
El metano en el punto de mira
El Informe sobre la brecha de emisiones 2021 también analiza el potencial que tiene la reducción de las emisiones de gas metano procedentes de los sectores de los combustibles fósiles, los residuos y la agricultura, para frenar el calentamiento a corto plazo.
Los expertos explican que la reducción del metano podría limitar el aumento de la temperatura más rápidamente que la del dióxido de carbono. Este gas, el segundo mayor contribuyente al calentamiento global, tiene un potencial de calentamiento más de 80 veces superior al del dióxido de carbono en un horizonte temporal de 20 años; además, su vida en la atmósfera es más corta que la del dióxido de carbono: sólo doce años, frente a los cientos que puede durar el CO2.
El informe indica que las medidas técnicas disponibles, de bajo coste o nulas, podrían reducir las emisiones antropogénicas de metano en aproximadamente un 20% al año, y con medidas estructurales y de comportamiento más amplias, en aproximadamente un 45%.