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Acta de defunción (Columna Política «La Feria»)

Columna Política «La Feria», Sr. López (16-VII-2021).- Anoche este menda tuvo un sueño de larga duración que aún después de una interrupción de hidráulica renal, siguió como película en alta definición. Fue uno de esos sueños que de tan vívidos, ya despierto cuesta trabajo darse cuenta que no es realidad eso que sigue presente en el cerebro. Le habrá pasado a usted.

El sueño fue que en México no había corrupción en ninguno de sus géneros y variantes. Que la corrupción en nuestra querida patria era algo imposible, impensable, nunca visto y que el mexicano estaba genéticamente diseñado para hacer todo a las derechas, tanto que éramos el único país del mundo que cerraba prisiones por ser un dispendio mantenerlas estando vacías. Le digo, fue sueño.

Un sueño en el que todo el mundo reconocía a México como líder mundial en cuestiones de buen gobierno y administración pública, lo que probaba que nunca hubiera sido necesario legislar en contra de la corrupción y que nuestro código penal no preveía robo, fraude o abuso de confianza, delitos absolutamente inexistentes.

En el sueño no había organismo internacional que no buscara ser dirigido por  mexicanos; la Corte Penal Internacional de la Haya cumplía ya 23 años presidida por jurisconsultos tenochcas (los mismos años que tiene de existir); en la ONU todos sus Secretarios Generales eran mexicanos, elegidos siempre por unanimidad de su Asamblea General; el Vaticano celebraba 200 años de ser administrado exclusivamente por sacerdotes mexicanos; y no había controversia entre naciones en la que no se solicitara el arbitraje tricolor, garante siempre de equidad e imparcialidad. Sí.

En el sueño tampoco había banco ni organización financiera internacional que no fuera dirigido por mexicanos y el despacho de auditoría de mayor prestigio mundial con sucursales en 190 países y 1,300 ciudades y puertos, era mexicano, el famoso García, Martínez y Pérez, Contadores, con sede en Tepito.

En el sueño la frontera norte era un problema para México por la cantidad de yanquis que intentaban entrar acá a hacer el “Sueño Mexicano” y eran vergüenza perpetua de los EUA sus cientos de miles de consumidores de drogas sin que pasara un gramo de ninguna sustancia ilícita por nuestro territorio, evitado por los narcotraficantes dada la imposibilidad de sobornar a un policía mexicano, nunca. Qué bien.

¡Qué sueño!… que en México todo fuera derecho. ¿Quién no quiere eso para nuestra risueña patria?… ¡todos!, claro que todos.

Nada más que así, con todo derecho siempre, por lo pronto en 1988 el presidente hubiera sido Cuauhtémoc Cárdenas, no Salinas de Gortari, y la historia nacional sería otra (si mejor o peor, depende de la imaginación, filias y fobias, de cada uno), pero no hubiera habido tragedia de Lomas Taurinas y don Luis Donaldo Colosio andaría por ahí en cargos de medio pelo (que además, no daba para más, eh, ya estuvo bueno). Salinas de Gortari sí estaría calvo pero nadie lo conocería. Tampoco hubiera habido Zedillo ni error de diciembre, ni Fobaproa. Nada mal.

Nada más que con todo correcto, todo con respeto íntegro a la ley, Andrés Manuel López Obrador no hubiera sido Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, porque su residencia era en Tabasco y no podía ser candidato a ese cargo; y ya en estas, soñando, tampoco hubiera podido mantenerse en campaña política perpetua, sin el apoyo bajo la mesa que le daban con aprobación presidencial, destacados miembros del propio gobierno que combatía. Así, con todo más derecho que una regla, no sería Presidente.

Esto de hacer futuro cambiando el pasado, es una vacilada de órdago: sin Salinas de Gortari, no habría el México que conocemos; sin Zedillo, no llegan Fox, ni Calderón… ni Peña Nieto, cuantimenos el que tenemos (¡contrólese!, mi estimado, ¡contrólese!, fue un sueño).

Pero, ¡qué caray!, si todo fuera derecho… nomás de pensar que estos últimos 33 años pudieron ser del todo diferentes, no necesariamente mejores pero muy difícilmente peores, mucho muy difícilmente peores, por lo pronto nos hubiéramos ahorrado cientos de miles de asesinados y decenas de miles de asesinadas, por lo pronto. Sí, ¡qué caray!

Pero también, en ese sueño de todos derechos, todo mundo paga sus impuestos, completitos; nadie falta a su trabajo sin causa justificada; los estudiantes, estudian; los maestros, enseñan; no habría mamás que sacan adelante a sus hijos, solas, contra viento y marea. En ese sueño, nadie usa el cargo público para hacer grilla (que no política); ningún sindicato se presta a farsas; ninguna empresa contrata por “outsourcing” tramposo a sus empleados y las mujeres ganan el mismo sueldo que los hombres… mmm…

Es pregón presidencial que ya no hay corrupción, refiriéndose a que ya no se roba al erario al menos en los más altos niveles de gobierno, puede ser, pero corrupción no es solo eso o hacer negocios desde el poder. Corromper también es echar a perder algo, por eso es corrupción la carestía de medicamentos y dejar a los niños con cáncer abandonados a su suerte, porque fue imponer la decisión personal del Presidente de dejar de comprar medicinas a los proveedores nacionales, aunque costara y cuesta vidas.

Es corrupción construir el Tren Maya con peculiares permisos de impacto ambiental y atropellando a los afectados que manda la ley sean respetados. Fue corrupción clausurar las obras del aeropuerto de Texcoco con una consulta ilegal. Es corrupción estar construyendo un aeropuerto internacional en Santa Lucía, sin aprobación de las entidades mundiales de aeronáutica a las que México pertenece. Es corrupción construir la refinería de Dos Bocas contra los dictámenes del Instituto Mexicano del Petróleo. Todo eso es corrupción aunque nadie tocara un centavo… y está por verse.

Y ayer el Presidente, siempre ávido de decir algo que cimbre a la nación, declaró: “(…) si no terminamos de pacificar a México, por más que se haya hecho no vamos a poder acreditar históricamente a nuestro gobierno”. Bueno, él solo le expidió anticipadamente  a su 4T, el acta de defunción.

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