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AMLO-2018 (Columna Política «La Feria», Sr. López)

Columna Política «La Feria», Sr. López (17-XI-2020().- Cuatro maridos tuvo tía Tina (Martina), de la familia paterna de este menda, digna hija de Autlán de la Grana, guapa de sacarle resina a un poste de madera abandonado en el desierto de Altar, Sonora. Del primero enviudó y por el primero, la abandonaron las otras tres veces porque, coincidían los tres fugados, ella hablaba de su primer marido todo el tiempo, ¡vaya!, hasta en esos momentos en que las palabras se hacen miradas y jadeos, la espectacular tía sacaba a colación al difunto y… no cualquiera aguanta eso, menos eso. Sabido como fue, que se aprestaba a incurrir en su quinto matrimonio, la abuela Elena siempre práctica, mandó por ella y le dijo que mejor nomás se ‘juntara’ y no pensara en otro matrimonio hasta que matara al difunto. Nunca lo mató, por lo visto.

El presente del gobierno de la cuarta transformación, consiste en culpar de todo al pasado y fantasear con un futuro ideal. Nadie de su gabinete ni de sus cercanos, se atreverá a decirle al Presidente que a casi dos años de estar en el poder, el pasado de hoy del país, corresponde a su administración: no está en su segunda semana de haber asumido la presidencia. El espectáculo que ofrece es el del bombero sin agua en la manguera, que regaña a los que provocaron las llamas. Todos los errores y vicios de los anteriores gobiernos, reales o supuestos, él los señaló durante al menos 18 años, y ofreció para cada uno la solución, real o ficticia, pero siempre simple, lo que de suyo debió alertar al electorado, pero ya ve.

Los anteriores gobiernos siguen vivos en la mente del respetable, porque el Presidente de la república los menciona mañana, tarde, moda y noche. Los denuesta, se goza en endilgarles una colección de adjetivos insultantes, se compara con ellos diciendo que no es igual y sin quererlo, hace que la gente compare y empiece a dudar si no sería mejor que fuera menos bueno.

En inseguridad pública estamos más mal que nunca: de enero de 2019 a septiembre de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, tenemos la cifra más alta de homicidios de toda nuestra historia moderna.

En economía ahora extrañamos el mugroso 2% de crecimiento anual del PIB que Andrés Manuel López Obrador (candidato), decía era ridículo sin saber que un día iba a ser Presidente y tendría que defender una caída del -0.1% y salirnos con que el PIB no es la medida adecuada, sino el ‘bienestar’ (que es, hágase de cuenta, estar contentos así nomás porque sí).

Sin ponerse en plan dramático, en todos los rubros las cosas en estos tiempos 4T, no son mejores que antaño y ¡vaya que antes había motivos de queja!

En especial llama la atención lo que está pasando en el sector salud. Por supuesto una pandemia no está en las previsiones de ningún gobierno, pero todo gobierno racional cuenta con mecanismos para atender emergencias: los edificios no se diseñan para que se incendien, pero tienen sistemas contra incendios. Faltaba más. 

La Organización Mundial de la Salud alertó sobre el Covid-19 desde el 30 de enero… el virus llegó a México el 28 de febrero (primer caso en la CdMx), Hugo López Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, informó “(…) los síntomas son parecidos a los de un catarro, de muy bajo riesgo”; el Presidente dijo el 4 de marzo: “Hay quien dice que por lo de coronavirus no hay que abrazarse. Pero hay que abrazarse, no pasa nada (…)”. Estamos ahora con un millón de contagios y cien mil difuntos, ¿cuándo dirá el Presidente que cancelemos los abrazos?… ¿cuándo lo veremos usando cubre bocas?

Pero, concedamos, la autoridad ha ido construyendo como mejor pudo, sobre la marcha, cómo combatir este mal inmenso (imagine un estadio Azteca lleno de cadáveres, haga conciencia, que las cifras no anestesien su capacidad de asombro ni de indignación: 100 mil defunciones son 100 mil familias enlutadas, un millón de deudos entre parentela y amigos). Pero ya se arreglará, ya vendrán las vacunas, aunque no estén ni mencionadas en el presupuesto de 2021.

Concedido eso, que alguien nos explique en esta emergencia, la falta de ejercicio del presupuesto del sector salud del gobierno federal. Según reporte de México Evalúa, en el primer trimestre del 2019, el gobierno federal gastó un 39% abajo del presupuesto en medicamentos y químicos, y en servicios profesionales un 21% menos. Que alguien recapacite y pregunte a las altas autoridades por qué se han comprado menos vacunas para evitar el contagio de enfermedades conocidas desde hace mucho:

El Instituto de Investigación e Innovación Farmacéutica (Inefam), informa que en el último año del corrupto gobierno anterior, se adquirieron 45 millones de distintas vacunas para el país y en el primer año de la salvadora 4T, se compraron 20 millones, se dejaron de aplicar 25 millones de vacunas contra difteria, tos ferina y tétanos, virus de papiloma humano, tétanos, difteria, sarampión y rubéola.

Pero no piense usted que nuestro Presidente no está al tanto. Sí. Él está en todo. Por eso explicó en su mañanera del 14 de julio de 2020, a los 20 meses de tener el poder, que eso de las medicinas:

“Se nos ha dificultado, porque era mucha la corrupción en la compra de medicamentos, pero algo escandaloso, de miles de millones de pesos. Y los que se beneficiaban con la venta de medicamentos están molestos. Hay hasta campañas en medios hablando de la escasez de los medicamentos porque ellos saben que ya se termina la corrupción y hemos tomado esta decisión”.

La corrupción del pasado explica la criminal ineficacia del presente. Uno pensaría que pudieron comprar a los corruptos, asegurar el abasto y luego meter a la cárcel y multar a todos los bandidos. No, primero es lo primero aunque es la hora que no hay una denuncia.

Son ese tipo de declaraciones las que van haciendo que la gente no entienda la ventaja de estar peor por lo bien que vamos a estar.

Sin ponerse en mal plan, tenemos dos problemas: el Covid-19 y el AMLO-2018.

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