Columna Política «La Feria», Sr. López (20-X-2020).- Entre quienes pertenecen al género de la política, hay varias especies. Los hay auténticos y vividores; preparados o intuitivos; de gran talla y diminutos. Debe decirse que en general, los políticos son inteligentes, tienen facilidad de palabra, aprenden rápido y los mejor equipados por nuestra madre Natura, intuyen la circunstancia y a la gente, son maleables, y no se ha detectado uno incapaz de mentir.
Entre políticos es difícil distinguir unos de otros, los hay que valen oro y otros que regalados son caros -estos son legión como ya sabe usted quiénes-, y hasta que acceden al poder se les puede identificar sin temor a equivocarse. Se dan a conocer por sus actos porque el poder es así; y los actos son indiscutibles.
Una cota: el poder no corrompe, eso es conseja, el poder al igual que el dinero, impide que nadie sea hipócrita. El que se saca la Lotería o el Melate y súbitamente pasa de vivir en un terreno baldío y usar el Metro, a residencia ‘art nacó’ y coche de presumir, si antes de su repentina riqueza era una buena persona, se desvivirá por su familia y será generoso con los demás procurando ser discreto; en tanto que el que era un canalla obligado a ser humilde por su pobreza, en cuanto se ve rico, aparte de cambiar de esposa a las carreras, será prepotente y exhibirá con soberbia su opulencia; sí, el dinero y el poder infaliblemente muestran a la gente como es.
El comportamiento de nuestro Presidente sorprende a algunos que comparan su gobierno del país con el que hizo como Jefe del entonces Distrito Federal… porque olvidan que el señor tenía entre ceja y ceja llegar a Presidente, lo que lo hizo aparentar, aparentar que oía, aparentar que no tenía resabios contra la clase empresarial, aparentar que no recelaba del tío Sam (por eso contrató como asesor de seguridad a Rodolfo Giulani el exalcalde de Nueva York, quien supuestamente devolvió la seguridad a esa metrópolis). En cambio ahora, ya sentado en La Silla, no tiene que aparentar nada, pues después de llegar hasta arriba en la pirámide política lo que sigue es la nada. Ya puede ser él… y es lo que vemos.
Sin embargo, lo que pudiera ser más de temer no es tanto el modo como ya sabemos gobierna, pues a fin de cuentas, seis años se van volando y todo se puede regresar al curso anterior o a otro distinto, no será la primera vez, no, lo que está de sudor helado es cómo se comportará cuando la adversidad lo alcance. Y lo está alcanzando.
Nuestro Presidente confunde perseverancia y constancia con terquedad y obcecación; también se exhibe impermeable a toda opinión que no coincida con su criterio; y ya montado en La Silla, no puede ni se plantea ocultar su tendencia a actuar no como autócrata, más bien como cacique de pueblo o patrón de hacienda: todo es por sus puras pistolas y sus sacrosantos calzones, por lo que diga su dedito; por eso su rabia cuando algo no se lo permiten las normas, la ley o la Constitución, y peor cuando no se lo aprueban el Congreso o la Corte. Por lo mismo, su empeño en debilitar, controlar, desaparecer, a los órganos autónomos, a los que considera afrenta a su persona, reto a su autoridad.
No tenemos por qué esperar que la contradicción lo haga reflexionar y si hace falta, corregir el rumbo, no lo hará, es lo previsible a la vista de su comportamiento y si alguna duda tiene usted, repase el tristísimo caso de la detención en los EUA del exsecretario de la Defensa Nacional.
Su primer impulso, pero-por-supuesto, fue sacar raja política. Dijo de bote pronto que era una prueba de la podredumbre de los gobiernos anteriores, amenazó con una limpia general en el ejército, con el solo señalamiento que desde los EUA se hiciera, afirmando que así hizo cuando detuvieron al exsecretario de Seguridad del país.
Como habló de bote pronto y en apego a su manía de decir lo primero que se le ocurre, sin preparar nada (confesado por él mismo), ya que había festinado lo del general Cienfuegos, entendió (o alguien le explicó), que esa detención en los EUA es nota de descrédito para todo el ejército y como él ha militarizado su gobierno, pues quedó tambaleándose la credibilidad de su administración, en entredicho su combate a la corrupción, en duda su estrategia de recuperación de la seguridad pública y bajo sospecha la montaña de presupuesto que le ha asignado a la Defensa Nacional, convertida ahora en obras públicas, policía nacional, inmigración, aduanas, administración de puertos y del aeropuerto de Santa Lucía.
León Krauze publicó ayer una entrevista que hizo al general Barry McCaffrey, quien en tiempos de Clinton, encabezó la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, responsable de la cooperación antinarcóticos de su gobierno con el de México. Bueno, pues según don McCaffrey, la detención del exsecretario Cienfuegos, le pareció “muy rara y muy ofensiva para las Fuerzas Armadas mexicanas”; y agregó que de ser ciertas las acusaciones debe haber una red de corrupción, de la que la DEA deberá informar a nuestro gobierno: “(…) esperemos que esto ocurra lejos de la prensa (…) Todo esto es tan ofensivo políticamente que, si sale a la luz pública, todo mundo correrá a esconderse”. Ofensivo, insistió, y lo dice un NO amigo de México.
Pero nuestro Presidente reaccionó ayer como él reacciona, como hizo cuando el asunto de García Luna, insinuando que la CIA y la DEA están involucradas “(…) agentes de CIA y DEA tendrían que declarar (…)”, dijo entonces y ahora insistió: “(…) la DEA debe aclarar su participación en este caso”. Bueno, sí, tiene razón pero no se dice en público, pues el tío Sam tiene la manita muy pesada. Allá él.
Y el otro revés, este del domingo, fueron las elecciones en Hidalgo y Coahuila, en las que al menos en Coahuila fue inclemente la derrota que le propinó el PRI a Morena. No es necesariamente anuncio de lo que sucederá en 2021, pero sí, sin duda, de que es posible derrotarlo, porque él es el derrotado, como corresponde a cualquiera que se empeñe en tener en todo la última palabra.