Columna Política «La Feria», Sr. López (19-X-2020).- Cuando el gobierno de los EUA detiene a alguien, mucha gente considera en automático que seguramente es culpable, porque ‘esos gringos’, investigan muy bien, empollan los asuntos los años que haga falta y cuando actúan es porque tienen los pelos de la burra en la mano y a veces, hasta la burra. ¡Vaya!
Para atemperar esa ciega fe en el justiciero tío Sam, recuerde usted la invasión a Panamá en 1989 para detener al dictador Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico. Se lo llevaron (dejando tirados cinco mil muertos) y lo juzgaron, pero Noriega, quien había trabajado 39 años para la DEA, aclaró que sus relaciones con el narco eran operaciones encubiertas financiadas por la DEA; no lo dejaron presentar pruebas (ni locos) y lo declararon inocente. Ya inocente, el gobierno yanqui decidió tenerlo preso 30 años como ‘prisionero de guerra’ (¿qué… invaden un país y los detenidos son ‘prisionero de guerra’?, no señores, son secuestrados en un país invadido). Como sea, se aburrieron de él y en 2010 lo mandaron a Francia a que lo juzgaran por lavar dinero, allá le zambutieron siete años de cárcel, pero ha de haber sido de plano muy antipático el Noriega, porque al año siguiente, los franceses lo mandaron a Panamá, donde estuvo preso hasta su muerte (tantito antes: lo dejaron salir a operarse un tumor del cerebro; es lo mismo). Como sea: Noriega en la opinión pública del mundo quedó como un fétido cómplice del narco y cosa curiosa, de eso salió inocente. Hizo muchas barbaridades el Noriega, sí, pero no las que esgrimió Bush (papá), para justificar la invasión a Panamá.
Sirva lo anterior solo para no dar por culpable a todo aquél que apresa el gobierno de los EUA. Nada más.
Y conviene apurar una aclaración: los EUA no anda deteniendo personajes públicos por deporte. Tampoco.
De cualquier manera, el jueves pasado por la noche, detuvieron en los EUA, acusado de cuatro cargos relacionados con narcotráfico, al general Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional; sea culpable o inocente, esa bomba ya hizo mucho daño. No se puede comparar la detención de otros exfuncionarios con esta: es sustancialmente más importante un Secretario de la Defensa Nacional que cualquier otro funcionario público nacional. De ser ciertos los cargos que le imputan, asombra la capacidad corruptora y alcances de los delincuentes.
La principal víctima colateral de esto es México entero, queda el país como un chiquero y sean o no ciertas las acusaciones contra García Luna y el general Cienfuegos, queda claro que la dependencia encargada de investigar y procesar asuntos de la delincuencia organizada y corrupción en México, es el Departamento de Justicia del gobierno estadounidense. ¿Cooperación?… no, no confían en nosotros. Ellos averiguan, aprehenden, juzgan. Nuestro gobierno, ve y acata… y le manda a los detenidos que les pidan, eso sí (a menos que los hayan dejado huir, como al Chapito).
La segunda víctima colateral, es el actual gobierno federal que ha linchado con saña a los gobiernos anteriores, pero a casi dos años de iniciado su periodo no tenía ninguna averiguación que involucre a García Luna ni al General.
Por algo apenas el 16 de septiembre pasado, la Casa Blanca difundió un memorando firmado por el presidente Trump que dice: “A menos que el gobierno mexicano demuestre un progreso sustancial en el próximo año, respaldado por datos verificables, México correrá un grave riesgo de que se descubra que no ha cumplido de manera demostrable sus compromisos internacionales de control de drogas”. El gobierno mexicano, este gobierno, el de la 4T, el que ya da por erradicada la corrupción, es al que los EUA exigen demuestre un ‘progreso sustancial’. Qué pena, no cuentan los abrazos y parece que la estrategia de reunirse todos los días en la madrugada el ‘gabinete de seguridad’ con el Presidente, aparte de tomar cafecito no sirve para más: la violencia criminal triplica la del gobierno de Calderón y duplica la de tiempos de Peña Nieto.
La reacción del Presidente Andrés Manuel López Obrador, ante la detención del General, exhibió otra vez su vicio de politizar todo asunto (incluidas las mamás de los niños con cáncer); dijo el viernes pasado: “Esto es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública, gubernamental durante el periodo neoliberal (…)” -Pst!, ¡pst!, ¡señor Presidente!, ya ganó, no malgaste saliva, nadie mata muertos.
Conviene recordarle al Presidente que antes han sucedido cosas similares y resultaron inocentes los militares detenidos; como el general Tomás Ángeles Dauahare, exsubsecretario de la Defensa, cuya libertad solicitó la propia PGR, al no encontrar pruebas en su contra; también resultó inocente el general Roberto Dawe González, al que liberó el Juez por haber sido acusado en falso por testigos protegidos; lo mismo con los generales Ricardo Escorcia Vargas y Rubén Pérez Ramírez, de los que la PGR presentó conclusiones no acusatorias, a pesar de que el último firmó una declaración inculpatoria que se probó fue obtenida bajo amenazas. También hay casos de rangos menores a General.
Aparte le menciono el asunto del general Jesús Gutiérrez Rebollo, ‘zar’ antidrogas, apresado con inmenso escándalo, condenado a 31 años, 10 meses y 15 días ¡por uso de armas de uso exclusivo el ejército! y a otros 40 años por un rosario de 13 delitos, de los que resultó inocente de doce y mientras continuaba su batalla legal para recuperar su libertad y su prestigio, murió preso por cáncer en el cerebro.
La reacción de nuestro Presidente también ratificó su vocación de mozo estoques del gobierno de EUA: “El solo señalamiento de funcionarios, aún sin concluir el proceso ya va a implicar el retiro de sus cargos, así actuamos con García Luna y así vamos a actuar”; o sea, no hay presunción de inocencia ni debido proceso ni tonterías de esas, lo único que hace falta es que el gobierno de EUA señale a alguien: -¡‘S’órdenes jefeee! –como decía Cantinflas.