Artículo de Fondo, Por Antonio TENORIO ADAME (18-X-2020).- Hace medio siglo Lázaro Cárdenas del Río inició su periplo a la inmortalidad. El 19 de octubre de 1970, el mejor presidente de la Revolución al dejar de existir su nombre, se transformó en historia y leyenda para triturar la falacia de que los mexicanos no sabemos gobernarnos.
Entre sus virtudes brillan la mesura, la tolerancia, la justicia, la lealtad; como valores supremos de un talentoso político.
De los diversos saberes del general michoacano se distinguen los de unir a su pueblo en una conciencia de justicia al distribuir mejor la propiedad, a la vez que rescatar la riqueza natural para su aplicación en el bienestar social. La relación binaria de la Reforma agraria y la Expropiación petrolera como hazaña de identidad.
En especial, el vínculo con los pueblos originarios fue escuchar para aprender de sus conflictos y aspiraciones, con la solución de sus conflictos ancestrales, como señal de romper los obstáculos del pasado para acceder a la incorporación del futuro. La nación aprendió a zurcir su frágil y contrastante tejido social de desigualdades, por medio de la Reforma agraria.
También en el mundo exterior mostró su capacidad creativa de convivencia pacífica y en armonía, obtuvo la confianza del gobierno de Franklin Delano Roosevelt, contando con la buena disposición del Embajador Josephus Daniels. Ambos funcionarios, presidente y embajador, nutrieron su experiencia con nuestra revolución a través de su participación oficial en la invasión de 1914, lo que significa que entendían bien lo que representaba nuestra guerra interna en la seguridad de su país y del continente. Dieron muestra de respeto a las decisiones soberanas culminadas en el 18 de marzo de 1936.
La relación Cárdenas – Roosevelt posibilita la confianza de una buena convivencia entre países colindantes, como también lo fuera la de Juárez con Lincoln, en tal virtud se muestra confianza de superar el dilema de una vecindad razonable con los Estados Unidos.
Así el Hombre de Jiquilpan, vio la cara de Jano, el dios griego que conciliaba y unía a la vez el pasado con el porvenir. Una explicación que nos acerca a su presencia.
El presidente Cárdenas supo construir y conservar el poder en el transcurso de su desempeño político, siempre fue capaz de dimensionar sus límites y expectativas, ahí reside la clave de su éxito.
Quizás el paso más difícil fuera como ex presidente, en especial cuando él había clausurado el recurso del magnicidio con la expulsión de Calles al exilio; en su condición de expresidente decidió colaborar con el mandatario en turno, sin titubeos ni disputas de poder.
Su labor como vocal Ejecutivo de las Comisiones, primero de Tepalcatepec y luego del Rio Balsas, le permitió atender las necesidades de la población sujeta a la pobreza y asumió la promoción de su desarrollo.
Las tareas administrativas no redujeron su libertad de pensamiento ni tampoco de acción política, siempre expresó su lealtad revolucionaria a la Constitución vigente como proyecto de atención a los derechos de la nación, así como a las demandas sociales, y la convivencia pacífica de los pueblos.
De ahí que su vocación libertaria provocara mostrar su compromiso no solo con México sino con la región continental; en abril de 1961 promovió con distinguidas personalidades de nuestra América, la Conferencia
Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, de la que se derivó un organismo encargado de difundir los principios de respeto a la integridad de la nación, de la defensa de la constitucional, la libertad de presos políticos, la derogación de leyes inquisitoriales, y el reclamo del ejercicio de derechos sociales y libertades políticas.
El MLN no fue un partido de disputa de poder, ni instrumento de individuo o grupo determinado sino fue el valladar al anticomunismo que promovía el secuestro de los derechos sindicales y agrarios, la libertad de expresión y pensamiento, con medidas de represión y control policiaco, sin embargo, fue derrotada hasta alcanzar la movilización de los trabajadores, ferrocarrileros, telegrafistas, maestros, después estudiantes como escudo de la lucha de los pueblos.
El MLN fue la semilla que germinó en bosque de voluntades, al aglutinar las fuerzas populares en el reclamo de acatar la Constitución como expresión y continuidad de voluntad de la sociedad civil. En esa constelación astral volvió a surgir el sentimiento y acción de la Revolución mexicana que mantuvo vivos sus ideales, previó al estallido social del Movimiento del 68.
Las enseñanzas de don Lázaro dieron frutos al derrotar al presidencialismo autoritario. Como antes derrotó al presidencialismo del Maximato. Así, se dio la derogación de leyes antidemocráticas, como de forma igual se promovió, en 1977, la Reforma electoral, que abrió las puertas del Congreso al Partido Comunista, otros partidos de izquierda y derecha, con lo que se generó la pluralidad de la representación política.
En la dimensión de su inteligencia política se descifra su sensibilidad de aprovechar otras inteligencias necesarias para impulsar el nivel de conocimientos, profesiones, y cultura general de personas que avizoraron un mundo mejor con la creación de instituciones educativas, profesionales, técnicas, y culturales, ahora de gran renombre, como: Instituto Nacional Politécnico, Instituto Nacional de Antropología, Escuela Nacional de Antropología, Colegio de México, entre otras.
Desde su reconocimiento al conocimiento se incubó la sencillez de su grandeza, un hombre sin estudios universitarios, ni doctorado en el extranjero, ni grandes méritos académicos, quien aprendió de su pueblo en Revolución, llegó a enseñar a todos los mexicanos la honestidad y la congruencia en la política.
Por eso y más: ¡¡Ahí en el corazón del pueblo se anida el recuerdo del Tata!!