Artículo de Fondo, Por Antonio Tenorio Adame (06-X-2020).- Desde el Palacio Nacional, el presidente López Obrador convocó a conmemorar los hechos históricos fundamentales de la nación, el año próximo 2021, bajo el lema de la “Independencia y Grandeza Mexicana. Se conjuntan sucesos notables como la fundación de México Tenochtitlán, los Cinco siglos del asalto militar a Tenochtitlán y el Bicentenario de la Independencia de México.
Hoy se evoca la “Grandeza” de un país herido que ha sido impactado violentamente por los flagelos de la pandemia del Coronavirus, del narcotráfico, crisis económica y de la polarización política ocasionada por la demolición de la corrupción donde rememorar el pasado proviene de la fortaleza de su existir.
El presidente Andrés Manuel ha puesto en circulación la reflexión de Bernardo de Balbuena quien escribiera la “Nueva Grandeza Mexicana” (1604), durante la vida colonial, con anticipación, los cronistas de la monarquía dejaron testimonio del poder y belleza de la gran Tenochtitlan.
En tal virtud evocar la “Grandeza de México” es reconocer sus orígenes y los obstáculos que ha vencido en su trayectoria, además de las contradicciones contenidas en su dialéctica discursiva, por esa razón se compromete la presidencia a rendir un exhorto de pedir perdón a los pueblos indígenas por los atropellos de violencia en su contra para imponer una ruta de sometimiento a nombre de un desarrollo que no sería para ellos.
La guerra de conquista de la ocupación europea sobre suelo indoamericano fue de crueldad inaudita que reveló la contradicción que impulsa a la humanidad a avanzar entre barbarie y civilización.
El objetivo del dominio colonial impuesto fue encubierto con el pretexto de una misión de rescate civilizatorio sobre pueblos primitivos, salvajes e idólatras. Aunque de lo que se trataba era de una guerra de despojo y exterminio sobre una civilización originaria universal como la calificara el historiador inglés Arnold J. Toynbee, y confirmada por la cruenta muerte a Moctezuma quien propiciaba la paz con propósito de impedir la violencia devastadora.
López Obrador espera que el Papa Francisco y el Rey Felipe VI atiendan la recomendación de pedir perdón a los pueblos originarios que sufrieron el exterminio del genocidio, sin dejar de reconocer las dificultades que se ciernen sobre los diferendos del pasado, al que el monarca hispano considera inmune a las categorías críticas del presente.
La conciencia histórica, se advierte, la determinan los juicios éticos sobre los que se concibe la razón del pasado, esta es indistinta a los momentos en que ocurrieron los hechos que avergüenzan a la humanidad, son delitos de lesa humanidad cualquiera que sea el tiempo en que ocurren. No se trata de condenar a los muertos, sino de comprender el entorno sobre el cual actuaron, aun cuando sean fundamentados en doctrinas religiosas como estimaba Santo Tomás en su “Teología contra los gentiles”. Aún es más difícil ganar el convencimiento, si los animan juicios morales o sentimientos nacionales erigidos desde la supremacía del poder del imperio.
La comprensión de los sucesos aborrecibles contra la humanidad, deben ser asumidos para modificar la lectura de la historia, lo único cierto es que hay una sola humanidad y ella es víctima y a la vez victimaria de los efectos más degradantes de barbarie, como bien señala Walter Benjamín que parte de la civilización no solo acompaña a la barbarie, sino que la complementa.
TUMBOS Y RUMBOS AL 2021
El Poder Ejecutivo ha asumido la organización y ejecución del Programa conmemorativo de la “Independencia y Grandeza de México”, 2021, Aunque señala que en las entidades del país se celebrarán actos significativos. De tal suerte el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard fue el encargado de presentar el programa de celebraciones.
No siempre la organización de estos eventos ha sido la misma. El Primer Centenario de la Independencia lo celebró don Porfirio Díaz con actos muy relevantes, para tal fin se integró una Comisión organizadora al frente de la cual se encontraba el poeta Luis G Urbina, su labor se recogió en la famosa “Antología del Centenario”, obra editorial de singular importancia. Por su parte el historiador Genaro García realizó una tarea de recolección de “Documentos Históricos Mexicanos” de gran valor en el estudio de la Independencia, así como lo consigna la biblioteca que fue adquirida por la Universidad de Austin Texas.
Para celebrar los sesquicentenarios de la Independencia y cincuentenario de la Revolución Mexicana, se formaron Comités alusivos cuya participación se componía por los tres poderes de la Unión, destacando el Congreso con ambas Cámaras, mientras que el Poder Judicial sobresalía su presencia, así el Poder Ejecutivo mantenía su coordinación a través de la Secretaría de Gobernación, ya que es ella la cabeza de sector del Archivo General de la Nación, y en una época del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
Las festividades del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana fueron realizadas por el régimen de Felipe Calderón, con un perfil bajo, e incluso de sinsabores al erigir la controvertida “Estela de luz” y la casi olvidada Revolución Mexicana por egoísmos ideológicos.
En la organización presentada por el presidente López Obrador, no se considera al Congreso de la Unión a pesar que en su ámbito se llevará a cabo la Sesión solemne en la que se dan cita los Tres poderes de la Unión, así como el lugar de la Secretaría de Gobernación, antes coordinadora del Programa oficial, ha sido ocupado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, cambios de los que no se duda su manejo eficiente, pero requieren un entendimiento de su mesura.
Es de gran relevancia que los actos de conmemoración del 2021 den la pauta para la revisión de la historia nacional y permitan sacudir la oxidada armadura de historia de bronce, a la vez reconocer que el pasado indígena fue sepultado por los cronistas europeos quienes formaron a los cronistas nativos, por tal razón el pasado indígena se encuentra colonizado, no existe una historia propia de la guerra indígena. Así se supere la versión de historias de héroes exterminadores de la humanidad donde se pretende sumergir al relato nacional.
Se trata de concebir la memoria nacional como un baremo que permita navegar al futuro sin fisuras de reinterpretación del pasado al retroceso de exaltar al genocidio de la barbarie como hazaña de heroísmos falsos e inhumanos.