¿QUÉ ES UN MILLÓN DE MUERTOS?
28 de septiembre del 2020.- El virus SARS-CoV-2, que aún empezamos a conocer, ha causado una crisis global no solo sanitaria, sino económica, política, social y demográfica. Pocos sucesos tienen tal capacidad de transformación y quiebra de lo conocido en tantos órdenes de la vida. Acaso solo las guerras, las catástrofes naturales o los grandes descubrimientos e inventos de la humanidad, como la vacuna o el fármaco que el mundo espera para doblegar al virus.
El 11 de enero conocimos la noticia de que un hombre de 61 años había muerto en China a causa de un virus desconocido. Tres semanas más tarde, Filipinas confirmó la primera muert por coronavirus fuera de China, y el 8 de febrero, un turista chino de 80 años falleció en un hospital de París fue la primera víctima europea. Casi nueve meses después de aquella primera víctima oficial, la pandemia de la COVID-19 rebasa la cifra simbólica del millón de muertos, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, superados los 33 millones de casos. Son 3.831 muertes de media al día, 27.027 a la semana, con picos diarios de más de 10.000 decesos el pasado mes de abril.
¿Qué es un millón de muertos? Un número simbólico que, aislado, quizá no signifique mucho en la era de la información y el Big Data. Por eso, parece necesario presentarlo en su proporción. ¿Es mucho, es poco? La gripe común mata entre 290.000 y 650.000 personas al año. Otro virus, el VIH, causó 690.000 muertes el año pasado. Los accidentes de tráfico costaron la vida de 1,3 millones de personas en 2017. Las enfermedades cardiovasculares, casi 18 millones de muertes ese mismo año.
Hablamos de estadísticas y grandes cifras y comparamos la magnitud de esta pandemia con otras causas que provocan miles o millones de fallecimientos cada año. Es irrelevante si se trata de enfermedades, catástrofes naturales o provocadas por el ser humano. Se trata de ser conscientes de que esta pandemia, la más grave desde la gripe de 1918, se une -quién sabe si para siempre- a la relación de males que siegan vidas, sin reemplazar a ninguno. Darse cuenta de cómo mes a mes el coronavirus se ha ido extendiendo por todos los países y continentes hasta convertirse en un hito histórico y el evento que puede definir el mundo en la próxima generación.
Un millón de muertos, pero son más
Un millón de muertos es también un número inexacto y sin duda rebasado hace tiempo. Sabemos que ha habido muchos fallecimientos más, que tardarán años en conocerse con exactitud. Sin ir más lejos, mientras las muertes oficiales con COVID-19 registradas en España están en torno a las 31.200, los registros civiles han observado unas 50.000 muertes más de lo habitual, la mayoría de las cuales podrá atribuirse directa o indirectamente al coronavirus.
Los datos que hoy consideramos oficiales son solo aproximados, porque en muchos países solo se han contabilizado las muertes de personas que tenían una infección confirmada por una prueba PCR o similar, pero en la primera oleada de la pandemia fallecieron muchas personas a las que no se les pudo hacer una prueba. El retraso en las notificaciones o los problemas administrativos para llevar un registro actualizado crean también un decalaje crónico en el seguimiento diario de la pandemia, una situación que se repite con variantes en otros países, y todo ello en los países con un sistema más o menos sólido de registro.
Mucho más que números
Y para no perder la perspectiva ante cifras apabullantes y recordar que detrás de ellas hay personas, familias y sentimientos, biografías truncadas por una enfermedad insólita hace nada, recordamos también algunos de sus rostros y sus voces en el Memorial que abrió RTVE.es la pasada primavera.
La pandemia sigue
Esta historia apenas ha concluido su primer acto. Gran parte de los países que había iniciado una vuelta cautelosa a la normalidad afronta de nuevo la pesadilla de hospitales saturados y la amenaza de nuevos confinamientos.
La letalidad de la COVID-19 es hoy de alrededor del 0,5 % de los casos, cuando en los primeros meses del año fue hasta cuatro veces mayor, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), gracias en parte a la mejora del tratamiento de casos graves en las UCI. Pero, tras nueve meses de pandemia, las previsiones más optimistas señalan que aún se tardará al menos otros nueve meses en tener vacunas, y que estas no supondrán el fin de la enfermedad, sino un alivio en su incidencia y mortalidad.
Por eso, la OMS ha pedido más esfuerzos para evitar que se alcancen los dos millones de muertos, y ese trabajo pasa, recuerdan sus dirigentes, por mantener el rastreo, la prevención y el tratamiento de casos. No hay que poner todas las expectativas en la llegada de una vacuna, sino también en otros conocimientos y comportamientos que pueden salvar vidas. «Si no, incluso cuando tengamos la vacuna la gente puede morir mientras espera su llegada», advierte el epidemiólogo de la OMS Bruce Aylward.
Con información de RTVE de España