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La última palabra (Columna Política «Ensalada de Grillos»)

Columna Política «Ensalada de Grillos», Por Ciro Castillo (03-VIII-2020).- Ahora que se generó una polémica por la detención de un médico del hospital Vida Mejor del ISSTECH, quizá es momento para reflexionar respecto a esta profesión.

Queda claro que en todas las profesiones y actividades de la vida, hay buenos, regulares y malos.

Es lo mismo con los trabajadores de la salud, en particular con los que decidieron abrazar la profesión de la medicina humana.

Todos nos hemos topado alguna vez, en el sector público y en el sector privado, con médicos buenos, regulares y malos.

Y no nos referimos únicamente a la actividad que realizan profesionalmente, sino a las actitudes que tienen al momento de atender a sus pacientes.

Un ejemplo simple y sencillo ocurre con la atención en el sector público y en el sector privado.

La actitud del profesional de la salud cambia cuando se está en el sector público, llámese IMSS, ISSSTE o Secretaría de Salud, a cuando se está en el sector privado.

Es cierto, la demanda y las carencias siguen siendo muchas en el sector público y eso obliga a los médicos a diagnosticar a prisa, a recetar con prontitud; sin embargo, eso es distinto al buen trato con el paciente.

Muchos médicos, sin generalizar, son déspotas y toscos cuando tratan a un paciente en el sector público; sin embargo, todo cambia cuando la atención es en un consultorio o sanatorio privado.

En el sector privado lo que importa es que el enfermo o sus familiares tengan el dinero para cubrir los gastos, casi siempre muy elevados, y por tanto la atención es distinta.

Por eso es que cuando un médico que atiende en el sector público es detenido, acusado de abuso de autoridad, no deberíamos extrañarnos ni estar ni de un ni de otro lado.

No podemos prejuzgar, es cierto, pero tampoco podemos dejar de lado la posibilidad de que sea responsable de haber incurrido en un delito.

No está en duda si es o no un profesional de la medicina humana, sino las acciones y actitudes en que pudo haber incurrido.

Tampoco se puede crucificar ni exonerar a un acusado en las redes sociales. Al final de cuentas hay un señalado y alguien que señala, pero será un juez quien tenga la última palabra…

ENTRE GITANOS SÍ SE LEEN LA MANO

Hay un dicho muy conocido que indica que entre gitanos no se leen la mano, y se refiere a que entre quienes ejercen una misma profesión no debería haber celo ni críticas, pero ocurre todo lo contrario.

Retomo parte de la conversación sostenida hace algunos meses, antes de la pandemia, con el presidente de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico, Rogelio Macías.

El cirujano gastroenterólogo de profesión, ahora en este cargo, nos relató entonces que sí, muchas veces los pacientes o familiares de pacientes, presentan quejas contra el personal de salud porque consideran que se incurrió en negligencia médica.

La mayoría de las ocasiones, el tema no toca las puertas de la Fiscalía del Estado, es decir, no hace falta pasar a la parte legal.

Se puede llegar a un acuerdo entre las partes y casi siempre, se trata de desinformación y hasta malos entendidos de uno y de otro lado.

Un aspecto importante y mencionado por Rogelio Macías consiste en la competencia ente profesionistas.

Son a veces los mismos médicos quienes desacreditan y denostan el trabajo de alguno o varios de sus compañeros.

“Mmm, eso no sirve”, dicen cuando se refieren al diagnóstico o medicación sugerida por otro compañero de profesión. Solo ellos quieren tener la última palabra…

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