Columna Política «La Feria», Sr. López (29-VII-2020).- Los estudiosos afirman que en filosofía el asombro es lo que ilumina la mente y permite salir a la persona de las sombras de su propia existencia, su entorno y el del Universo (¡órale!); también se dice por ahí que el asombro es un estado del alma (¡zaz!) que suscita el deseo por el saber y el conocimiento. Ha de ser.
Para este López, tenochca simplex de nivel banqueta, asombro es la apertura involuntaria de la boca y los ojos ante una sorpresa o algo inaudito, inusitado, inesperado (que vaya usted en su auto saliendo de uno de esos establecimientos de hospedaje y discreto solaz, moteles parece que los llaman… y vea que en ese momento, en otro coche va entrando su señora esposa: eso es asombro).
Bueno, lo que sea que sea, hay indicios firmes de que a los mexicanos se nos agotó la capacidad de asombro (y su hijuela: la indignación). Puede ser que sea a resultas de las muchas que nos han hecho, pero si recapacita usted en que son una aplastante mayoría los aletargados totalmente desinformados sobre nuestra historia (incluida la reciente), no se entiende que nada sorprenda o indigne a nuestros connacionales (aplican restricciones: exaltados siempre hay). Y la segunda cosa que parece un hecho indiscutible es que nuestros políticos lo saben y por eso hacen y deshacen, dicen y se desdicen, prometen y ‘desprometen’, sin temor a la sorpresa de la ciudadanía ni su posible reacción indignada… bueno, su reacción a secas.
Si alguna duda le cabe, se le solicita recapacitar en las cotidianas conferencias matutinas de nuestro Presidente, las ‘Mañaneras’. En cualquier país racional ya hubieran sido canceladas o, si no, ya no asistiría ni un solo periodista que se respete (sí hay), o a causa de ellas, Palacio ya hubiera sido asaltado por la turba para incendiarlo por tercera vez (¡oh!, sí… la primera fue el 15 de enero de 1624, cuando la raza, enervada, lo asaltó y lo dejó hecho una ruina; la segunda fue cuando una muchedumbre de 10 mil personas -dicen, quién sabe quién las contó-, se metió a la fuerza, claro, y le prendió fuego… eran otros tiempos).
Ya no es así y qué bueno, pero eso no valida el abuso verbal de que es objeto el país todos los días (cada vez es más notorio el gusto presidencial por el desmedido uso de la palabra, borda los límite de la fruición, sonríe, se permite toda libertad retórica, cualquier afirmación y disfrutando del inicuo placer de oírse a sí mismo, arrastra las palabra intencionalmente, porque no habla así, no se vaya usted a creer que piensa a esa velocidad, de ninguna manera: es vivísimo).
Y ya implantó una costumbre: los periodistas (sí hay algunos entre los cotidianos auditores), solo le pueden preguntar de lo que él diga. Bonita cosa. Y se pliegan porque de no hacerlo, él va derecho y no se quita. Imagine usted la ‘mañanera’ del pasado lunes en el antes hangar presidencial (hoy Base Aérea número 19), con el avión que por personalísima decisión de él está en venta, tras él, como prueba de bulto de la inequidad nacional, del boato con que se complacían los anteriores presidentes (recuerde, ya advertidos los asistentes de que solo le preguntaran sobre el avión y la rifa en que no se rifa el avión sino su valor comercial):
Pregunta: El subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, escribió que la más reciente encuesta del Inegi, confirmó su pronóstico de que para el mes de abril, se habían perdido 12.5 millones de empleos, 2.1 millones formales y 10.4 millones de informales: ¿qué acciones va a tomar el gobierno al respecto?
Respuesta: La venta del avión ratifica nuestro lema: primero los pobres; y la venta de cachitos de la Lotería para la rifa del valor comercial de este palacio de los aires, será para una labor humanitaria.
P: ¿Qué acciones tomará su gobierno ante la crisis económica que para mayo hundió 21% la actividad económica?
R: Ustedes podrán entrar a ver los lujos del avión, yo no voy a entrar. El dinero del pueblo no es para eso. Eso se acabó.
P: Señor, diversos estudios comparando el número de actas de defunción, sostienen que el número de muertos por la pandemia en México es 3.3 veces superior a los más de 40 mil que informa la Secretaría de Salud.
R: Lo increíble es que le hayan puesto el nombre de Morelos al avión, mejor le queda el de alguno de los presidentes neoliberales, Salinas de Gortari se debería llamar.
P: Presidente, hay quienes afirman que la economía mexicana se enfila a su peor desastre en los últimos 100 años, con una caída de su Producto Interno Bruto del 11% en este año, ¿cuál es su mensaje a la nación?
R: Yo espero la solidaridad de los mexicanos. Con lo que recaudemos de la rifa vamos a comprar equipo médico. La familia mexicana es nuestra principal institución de seguridad social.
P: Entidades internacionales sostienen que la economía mexicana se estancó en 2019 y que eso, sumado a la crisis por el Covid-19, causará un descalabro del que tomará de seis a once años en recuperarse. ¿Su gobierno adoptará medidas contra-cíclicas?
R: Yo agradezco mucho la actitud solidaria de los vendedores de cachitos, a pesar de la pandemia, la que por cierto, hay que reconocer, ya vamos superando. Nos hizo lo que el viento a Juárez gracias a la disciplina del pueblo.
P: Señor Presidente: las cifras de asesinatos siguen creciendo, ¿habrá cambios a la estrategia de seguridad adoptada?
R: Ya en estos días voy a darles los parámetros el nuevo índice de bienestar y felicidad. Las estadísticas no reflejan la realidad: el pueblo está feliz, feliz, feliz.
Y así estamos todos, despeinados pero impertérritos, ante una doble realidad: la que describe tozudo el discurso presidencial (y le rinde frutos, su índice de popularidad nomás no baja del 50%), y la del día a día. Tanta seguridad hace indudable el derrotero patrio, el triunfo de la 4T sobre los lomos de los que traemos la panza pegada al espinazo pero… ¡firmes!