Columna Política «La feria», Sr. López (25-VII-2020).- Ni las tres Marías lloraron como tía Susana en el velorio del simpático y querido tío Chucho. En efecto, la Virgen María, la Magdalena y Cleofás, no estuvieron en el Viacrucis más tristes que tía Susana en los funerales de su esposo… hasta que hizo su arribo a la capilla ardiente (Gayosso Sullivan), otra señora, también de luto y bañada en llanto, con tres hijos, todos vivo retrato de su padre, tío Chucho. Se reventó la pompa de jabón en que vivió la tía por creerle al tío todas sus mentiras: el menor de los hijos de ‘la otra’, era de la mismita edad que el mayor de la tía quien súbitamente cobró conciencia de su realidad: ella era ‘la otra’. Otro día le cuento cómo arreglaron el tema. Fue divertido. Ya ni llorar era bueno.
Recuerde el chairo dormido/ avive el seso y despierte/ contemplando/ cómo se pasa un sexenio/ cómo se pierde el poder,/ tan callando;/ cuán presto se va el periodo,/ cómo, después de gozado,/ da dolor;/ cómo a su parecer,/ cualquier tiempo en Palacio,/ fue mejor.
Con perdón de don Jorge se hace esta irreverente adaptación de las “Coplas por la muerte de su padre” (del que no tuvimos el gusto, señor Manrique, usted disculpará), escritas en ese lejano final del siglo XV (1476, aunque los especialistas debatan vivamente si no fueron compuestas en parte, entre 1460 y 1470… gran tema que pronto veremos en ‘prime time’ de Televisa o Latinus… y con suerte, en una ‘Mañanera’, con la esperanza de que el Presidente diga ‘tengo otros datos’).
Sí, parece engaño, pero ya se les anda yendo la tercera parte de su permanencia en el jardín de las delicias, para pasar ‘ad ínferos’, ¡qué pena!, pero se hace la salvedad de que no se les desea ni se trata, vayan a irse a los cristianos infiernos, sino regresar abajo, que eso significaba originalmente ‘ínferos’, lo que esta abajo, que es donde estamos casi 130 millones de orgullosos tenochcas simplex.
Y ya abajo, ¡cosas de la topografía!, mágicamente se recuperan la vista y el oído, el seso se reactiva y se recobra la percepción de la realidad. Mucho lo lamentamos queridísimos conversos a la fe de la 4T, la verdadera, la buena, la única 4T, fuera de la cual no hay salvación: ya verán objetiva e indiscutiblemente, que fue encantamiento, fascinación, embrujo: nada de lo muy prometido se incorporó al mundo real, nada logró adquirir existencia real y efectiva. Cualidades raras, especialmente la efectividad.
El propio Presidente les dio hace unas semanas, el 30 de junio pasado, la unidad de medida: la disminución de la pobreza y el fin de la corrupción (descontándole que nos otorgó la libertad, porque esa ya la teníamos desde endenantes; ni el fin de la censura, que tampoco fue mérito de nuestro Cuarto Restaurador Patrio, de ninguna manera, que muchos periodistas batallaron mucho para hacerse como modernos Prometeos, de ese fuego que todo quema: la libertad de prensa).
Ya verán que los pobres ahí (aquí) seguirán, nada más que siendo más numerosos y más pobres, seguro por el puro gusto de contradecir al Presidente (a quien se sugiere anticiparse a esa jugada y clasificarlos como ‘fifís proletarios’, aspirantes a ‘conservador’, prospectos de ‘fuchi, ¡caca!”). Y la corrupción, lejos de erradicarse, conservará su cabal salud de siempre, pues no hay indicio en estos casi 20 primeros meses de gobierno, de ningún quebranto en su atlética condición y lejos de que atenúe en ninguna de sus variedades, se fortalece a la sombra protectora del matorral de Morena (no, no llegó a ser árbol, disculpen ustedes, no fue ninguna conspiración triunfante de los enemigos de la 4T, sino responsabilidad exclusiva intransferible de los mismos integrantes de Morena, desesperanza de México, acostumbrados a la rebatiña de cargos, posiciones políticas y ya luego, sí, también, de los dineros que fluyen del erario hacia las ávidas manos de operadores y partidos ‘políticos’ en la mexicanísima acepción del término ‘política’: actividad pública de saqueo de caudales oficiales).
Como sea, conforme se acerquen al temido año seis de ocupación de Palacio, se les irá despejando el cerebro, cayendo el velo que cubre sus ojos, disolviendo la cerilla que taponó sus oídos: este gobierno, lejos de transformar a México, ratificó el triunfo de la mentira como herramienta del Estado, del gobierno, cosa sobre la que ya va siendo hora reflexionar: ¿de veras era nuestro destino tener un jefe de Estado y gobierno mentiroso?… ¿no nos importa?… parece que no, al menos a la vista de los hechos: nos miente, nosotros lo dejamos, no pasa nada. Éxtasis de la ‘posverdad’, triunfo de la inicua dicha de que nos digan lo que queremos oír… y se oye a La Patria (la señora de toga blanca de los libros de texto gratuitos), canturreando: “(…) sé que tu cariño no es sincero (…) Más si das a mi vivir la dicha,/ con tu amor fingido;/ miénteme una eternidad,/ que me hace tu maldad feliz (…) Y qué más da/ la vida es una mentira./ Miénteme más,/ que me hace tu maldad feliz (…). O sea, el Presidente solo en eso atinó, el pueblo está feliz, feliz, feliz.
¿Supone lo inmediato anterior que los otros presidentes no han mentido?, claro que no, pero los otros no se echaban hora y media, diario, haciendo declaraciones públicas televisadas, sobre cualquier tema que le pregunten o a él le pegue la gana tratar. ¡Ah! el olvidado valor del silencio del Presidente. Este, Andrés Manuel López Obrador, es primera y simultáneamente, última instancia de todo, no hay fusibles ni cartuchos de prueba: él declara sobre todo y en caso de apuro, miente, miente con descaro, seguro como está de que la realidad se adaptará a su palabra, aunque eso nunca pasa, nunca ha pasado, por ser una muy relevante característica de la realidad su terquedad. Por eso siempre se impone.
La única escapatoria de este gobierno sería la reelección, y eso sería la más inesperada victoria de sus detractores. No lo intentará muy a su pesar, así que está obligado hasta el último minuto a sostener sus mentiras… rara cosa, la baba metódica.