Artículo de Fondo, Por Hugo Rangel Vargas (02-VII-2020).- Lenin escribió que hay décadas en las que no pasa nada y semanas por las que pasan décadas.
Nada tan pertinente en un año tan vertiginoso como este 2020 del cual ya transcurrió su primera mitad. Su peculiaridad era anunciada desde los últimos días del 2019 cuando se debatía sobre si se trataba de un cambio de década o no.
Pronto los sucesos se decantaron y el año comenzó con el abatimiento del líder iraní Qasem Soleimani, hecho que tensó la relación de Estados Unidos con aquel país del medio oriente, y que ha llevado a que recientemente Irán haya emitido una orden de arresto nada más y nada menos que en contra el mismísimo Donald Trump.
El brusco 2020 no paró en el distante medio oriente y trastocó el ambiente del planeta en forma de catástrofes que se agregaron a la crisis que ya padecía la naturaleza. Los incendios en Australia arrasaron con la cifra récord de 10 millones de hectáreas, cobrando la vida de mil millones de animales en más de 20 siniestros que se extendieron desde septiembre de 2019 hasta las primeras semanas de 2020. La economía mundial y la forma en la que esta se entiende también ha sido trastocada.
Voces como la del premio nobel Joseph Stiglitz han cuestionado el uso del PIB como medida de la prosperidad sugiriendo la necesidad de evolucionar hacia indicadores integrales que midan el desarrollo y el bienestar de la gente. A ello se agrega el inusitado suceso de la caída de los precios del petróleo a niveles negativos derivado de la drástica disminución en la demanda del hidrocarburo que saturó los almacenes del mismo.
Pero detrás de la vorágine que ha engullido muchos paradigmas económicos, incluso hasta la mismísima globalización (de la cual ha dado cuenta la publicación inglesa The Economist la cual tituló uno de sus números de mayo “Goodbye globalisation”); se encuentra el gran hito de este año: la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad conocida como el COVID-19.
El número de muertos que esta enfermedad ha cobrado en algunos países, ha tenido magnitudes que han superado las pérdidas humanas de guerras enteras y su extensión en términos temporales, ya ha transformado los mecanismos de convivencia y patrones de comportamiento y movilidad de los seres humanos. Industrias enteras como el turismo o la restaurantera, por mencionar las menos, tendrán que rediseñarse por completo.
Las sorpresas no paran ahí y los cielos del mundo también han cambiado. Y es que la difusión de videos de OVNIS por parte del Pentágono en abril y la creación de un protocolo de avistamiento de estos objetos por parte del Ministerio de Defensa de Japón; han reanimado las milenarias teorías de la existencia de vida extraterrestre rondando el espacio vital de nuestro globo terráqueo.
La sociedad también se ha agitado por diversas causas y en múltiples latitudes del mundo. La primavera feminista llegó para hacer visible la exclusión y la violencia que en muchas formas y espacios viven las mujeres. Estados Unidos vivió una fuerte convulsión como producto del asesinato de George Floyd y las protestas de la comunidad afroamericana sacudieron al mundo entero.
La crónica apretada de estos hechos ha dejado de lado la reaparición de Anonymous, los fuertes sismos en México, la nube de arena del Sahara, entre otros. El mundo ha cambiado y nuestra generación será marcada por haber sobrevivido a todos estos saltos. Pero el 2020 aún no concluye. Esperemos programa.
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