Columna Política «La Feria», Sr. López (30-VI-2020).- Tío Javier era abogado de una escuela de Derecho de un estado que llevaba como una mancha haberle otorgado el título. Vivía de hacer guardia nocturna en las Delegaciones de policía del entonces D.F., para sacar borrachitos y arreglar peritajes de choques (sin sangre, eso ya era muy complicado). Su virtud era estar al tanto de su inutilidad. En cierta ocasión le pidió consejo otro tío para un asunto y le respondió: -Yo te recomiendo que busques un abogado –mejor.
Este lunes 29 de mayo queda inscrito en las páginas doradas del ridículo en grado ‘summa cum laude’. Efectivamente, un senador de la república de nombre Martí Batres, publicó en ‘El Financiero’, una apasionada y obsequiosa, cuanto errónea, defensa de nuestro actual Presidente de la república.
Batres fue activista del Consejo Estudiantil Universitario, que en 1986-1987 puso de cabeza a la UNAM; miembro fundador de las organizaciones sociales Unión Popular Nueva Tenochtitlán (junto con René Bejarano y Dolores Padierna, finísimas personas), y la Unión de Vecinos de la Colonia Doctores; miembro del PSUM (Partido Socialista Unificado de México); del PRD y hoy de Morena. Este Batres es quien en la Cámara de Senadores, violó lo dispuesto por el procedimiento legislativo, para votar dos veces el mismo día, que Manuel Velasco recibiera licencia al cargo y regresara a gobernar Chiapas (es un decir), pues en la primera votación se le negó, por la obvia burla del caso. Ese Batres presidió la Mesa Directiva del Senado entre críticas de todos los partidos, incluido Morena, por su desaseo y autoritarismo. Bueno, pues esa lumbrera tomó la defensa del Presidente, a dos días del segundo aniversario de su triunfo electoral.
Inicia su solícito alegato con una frase críptica: “La defensa del actual Presidente de la República en distintos ámbitos no se debe a su naturaleza carismática, sino al significado histórico y colectivo de su victoria y sus reformas” (se solicita traducción). Sigue: “Para las fuerzas progresistas, llegar al gobierno no fue resultado de una elección, sino esfuerzo de décadas” (progresismo patentado, nótese). “Muchas luchas preceden a esta victoria” y con la cuchara grande se sirve:
“Las de trabajadores, estudiantes, colonos, campesinos y maestros en los años 50, 60, 70, 80 y 90 del siglo pasado y principios de este”; o sea, todo como presagio de la llegada del Redentor, aun antes de que naciera, que vio la luz en 1953 -allá en Macuspana, el Belén tabasqueño-, pero no hay que alegar, todo forma parte de la profecía de su llegada, aunque ya podría don Batres restarle de 1950 a 1988, que López Obrador fue militante muy activo del PRI hasta ese año (no se entusiasme tanto).
Ya encarrerado don Batres, incluye en esas gestas premonitorias del arribo de nuestro Mesías: “Las batallas electorales sin registro de Ramón Danzós en 1964 y Valentín Campa en 1976; y con registro, de Arnoldo Martínez Verdugo en 1982; las que fueron aplastadas por el fraude electoral, como la de Miguel Henríquez Guzmán en 1952; Salvador Nava en 1961; Alejandro Gascón Mercado en 1975 (…)”; ‘batallas’ libradas todas cuando don López Obrador andaba de pantalón corto o en el PRI (ya de largo).
Luego menciona este oficioso defensor las candidaturas, derrotas y triunfos de AMLO. Ni quien diga nada, pero agrega: “La del 1o de julio de 2018 es una victoria de mucha gente, de muchas generaciones. De ahí que el gobierno actual sea visto como patrimonio colectivo por los herederos de esas gestas”… eso sí que no: ¿patrimonio colectivo?… se le pasó de espesa la baba: si algo caracteriza la victoria de este partido es su no disimulado afán de dividir a los mexicanos entre pobres contra ricos, liberales y conservadores, chairos y fifís. Don Batres mordiendo reboso, echando la mirada a un hombro, evita mencionar que efectivamente López Obrador ganó la elección con 30 millones de votos, pero sin 60 millones que NO votaron por él. Ganó, legalito, pero el doble de electores no votó por él. Y lo de las ‘gestas’ es de criterio muy amplio, le falta bastante para hazaña.
Aduce don Batres que AMLO, en estos 17 meses, logró: “Liberar a los medios de comunicación del control gubernamental” (mentira, redonda, ya lea prensa). “Erradicar matanzas, desapariciones y torturas a manos de las fuerzas del orden” (mentira cuadrada, jamás ha sido práctica legal ni oficial, han sucedido y Dios les conceda que no les toque una). “Reposicionar a México en el escenario mundial” (humorismo involuntario, se ve que tampoco lee prensa extranjera). “Disminuir el costo económico del aparato político” (¿de veras?… ¿y el costo de los ‘Servidores de la Nación’?); “realizar el mayor congelamiento de cuentas bancarias del crimen organizado en la historia” (por órdenes y con información de los EUA, no nos hagamos); “obligar a los grandes consorcios a pagar sus impuestos” (y otorgarles el 76% de los contratos a dedo). “Frenar la caída de la producción petrolera” (algo le pasa al Batres, Pemex nunca ha estado peor); “acabar con los gasolinazos” (cambiarles de nombre, en honor a la verdad). “Controlar la inflación” (chamba del Banco de México, no del Presidente); (controlar) el endeudamiento (mentira, crece y crece); y la devaluación de la moneda (la moneda mexicana está en régimen de flotación, no se devalúa, pierde valor y ha perdido).
Dice más cosas, algunas discutibles, otras mentiras y hasta ajenas a este gobierno y le cuelga a su favor los trabajos del Poder Legislativo (está bien, fuera máscaras).
No hay espacio para desperdiciar más teclazos con semejantes dislates, pero vale la pena mencionar un logro de este gobierno, según el Batres: la Guardia Nacional. El ejército con otro uniforme, esos son logros.
Pero seamos comprensivos, ni modo que nos dijera que no hay una obra pública realizada, que hemos perdido la confianza de los inversionistas y estamos a punto de perder la calificación del crédito nacional. Pobre señor, debe ser muy difícil defender la castidad de la rompe catres.