Columna Política «La Feria», Sr. López (23-VI-2020).- Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, explicó a Danielito, ese otro primo con cociente de inteligencia de caracol de jardín, que para mejorar su promedio de calificaciones, le convenía no presentarse a exámenes, pues le pondrían 5, en lugar de arriesgarse a sacar cero o máximo, tres. Pero Danielito era muy formal y se presentaba, pues le era indiferente pasar, no pasar o el promedio, porque sus papás ni una ceja alzaban.
Imaginemos que no hay pandemia de Covid 19, que no llegó a México ni un solo caso por un portento que para los creyentes sería exigible a la Morenita del Tepeyac. Ya está: cero contagios, cero fallecidos. Bueno… ¿qué queda?
Queda en primer lugar la inseguridad pública, con su saldo de 34,582 asesinatos en 2019 (el mayor en tiempos recientes: en 2018 fueron 33,743 fiambres… y en 2020 vamos 12% arriba del año anterior). A eso agregue los delitos sin difunto: ‘cobro de piso’, tráfico de personas, explotación de menores y mujeres, secuestro y el esperpéntico etcétera que hace dudar que esto sea un país vertebrado, gobernado.
También tenemos la economía anémica con lo que significa de disminución de bienestar (para que vean que se hace caso al llamado presidencial a despreciar el Producto Interno Bruto), pues sin tomar en cuenta las cifras estremecedoras de desempleo y caída libre a causa de la pandemia, igual cerramos el 2019 con decrecimiento respecto del año anterior (y se dice fácil, pero es asunto gordo, imagine que lleva a su hijito al pediatra y le dice que esta vez mide menos estatura que hace un año… ¿a poco se queda tan fresco?).
No se puede dejar de lado el asunto de la educación: el país echó reversa, la CNTE de todos tan temida regresó por sus fueros, la reforma administrativa del sector se canceló, devolviendo a los honorables académicos responsables de educar a los impúberes tenochcas, el derecho inalienable a dejar de educarlos cada vez que les apetezca ir a marchar por las calles protestando por lo que se les indique, cerrar carreteras, pasar la noche en camellones, otorgarse a sí mismos plazas, compensaciones y salarios, y en el caso del estado mártir, Oaxaca, nombrar a los mandos superiores de la Secretaría del ramo.
Del sector salud, dan ganas de no hablar. Antes había reclamos por abasto a destiempo, ahora surten medicamentos marca ‘El Pirata’, no son noticia niños con cáncer sin medicamentos, diálisis con equipo ‘Lily-Ledy’, ni compras realizadas por los especialistas médicos de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda.
Sí. Hágase de cuenta que no azota al país el Covid-19… igual, el país presenta síntomas como para cuidados intensivos.
Particularmente asombra lo grueso de la piel del tenochca estándar, ya nada nos escandaliza, nada nos hace rascarnos, nos puede picar un burro y ni cosquillitas sentimos. Para que me entienda: imagine que el presidente Trump saliera a confesar que cometió un delito en materia grave; que la canciller de Alemania, Angela Dorothea Kasner (que lo de Merkel es su apellido de casada), declarara que por orden de ella la autoridad judicial de su país liberó a un delincuente que los EUA quiere extraditar… sería un escandalazo en sus países y el mundo…. Bueno, pues nuestro Presidente lo hizo y no se movió la hoja de un árbol:
Desde Cuernavaca, el pasado 19 de junio, una vez exonerado el ‘Cuau’ y familia, con el poder de sus salvíficas babas, el Presidente hizo saber a la nación: “Yo ordené que se detuviera ese operativo (la detención del Chapito) y que se dejara en libertad a este presunto delincuente (…)”
Se refería a la escena cómica aquella del 18 de octubre del año pasado, en que el Chapito se entregó a la autoridad, habló por teléfono con sus huestes para que ya le pararan a las acciones violentas para evitar su aprehensión… y de repente, los que arriesgaron el pellejo para apresar al hijo de Chapo, recibieron la orden de soltarlo, así nomás, como quien le levanta el castigo a un niño travieso en el recreo.
En su momento, don Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, explicó que lo hicieron para evitar violencia en la zona, preservar la vida de su personal y recuperar la calma en la ciudad. Cosa más rara: la autoridad pudo detener y extraditar a Chapo papá, pero no a Chapo hijo (seguramente lo van a acusar con su mamá y con su abuelita, eso no lo dijeron pero santa regañiza que le han de haber puesto las señoras, pobre muchacho).
Pero no fue sino hasta el viernes pasado que por boca del Titular del Poder Ejecutivo, se supo la verdad: él ordenó que lo liberaran. Santa palabra.
Y le repito lo de la gruesa piel de nosotros los del peladaje: eso, en cualquier país cuyos asuntos públicos discurran por la ruta de la ley y el pudor, hubiera significado un terremoto político: acá, no, acá ni el copete se nos movió, a pesar de lo que manda la ley:
“CÓDIGO PENAL FEDERAL (Última Reforma DOF 24-01-2020). TITULO CUARTO. Delitos Contra la Seguridad Pública. CAPITULO I. Evasión de presos:
Artículo 150.- Se aplicarán de seis meses a nueve años de prisión al que favoreciere la evasión de algún detenido, procesado o condenado. Si el detenido o procesado estuviese inculpado por delito o delitos contra la salud, a la persona que favoreciere su evasión se le impondrán de siete a quince años de prisión, o bien, en tratándose de la evasión de un condenado, se aumentarán hasta veinte años de prisión.
Si quien propicie la evasión fuese servidor público, se le incrementará la pena en una tercera parte de las penas señaladas en este artículo, según corresponda. Además será destituido de su empleo y se le inhabilitará para obtener otro durante un período de ocho a doce años”.
Esto es: el Presidente de la república es culpable confeso de un delito que amerita de 9 a 19 años de cárcel y destitución del cargo. ¿Sí?… pues será en otro país, en México aplicarle la ley sería una maniobra de conservadores, fifís y politiqueros.
El Presidente se burla de todo. Para él, váyase enterando, todo se vale.