Columna Política «La Feria», Sr. López (18-III-2020).- Una tía bisabuela de las de Autlán, Tencha (Hortensia), plantó al pie del altar al novio; hubo escándalo y versiones de las malas lenguas; la Tencha dijo que le importaba un pito el qué dirán. Tía Tencha, decía la abuela Elena, era un cañón de guapa (¡y para decir eso de una de las de Autlán!), tanto como para que no mucho después, otro doncel se arriesgara con ella, solo que esta vez, ella fue la que se quedó plantada a las puertas del templo: el novio jamás apareció; y peores chismes, que la Tencha atajó con la misma respuesta: un pito le importaba lo que decían.
Luego, a la vista de todo mundo anduvo con varios señores, algunos casados y repetía: ‘que hablen, que hablen, no vivo para los demás’; al fin, sin trámites civiles ni religiosos, se exhibió largos años como querida de un General revolucionario, matrero mata siete al que pocos le sostenían la mirada; y ella del mundo se reía: ‘me limpio con las lenguas de la gentuza’ (sin especificar qué parte de su anatomía aseaba con tal órgano muscular bucal)… los años pasaron, el generalote murió, tía Tencha no heredó un peso y regurgitaron veneno las gargantas del pueblo: que si le ponía cuernos, que si le regenteaba casas de mala nota en Guadalajara (extraña alusión musical para referirse a lúbrico negocio del todo ajeno al solfeo), y varias cosas más, de plano muy feas… y la tía ya era mayorcita, ya no era guapa ni calibre 22, no tenía dinero, no tenía fuerzas para defenderse de la fama que se ganó y acabó sus días viviendo muy calladita en casa de la abuela Elena que la consentía mucho. Ni modo.
Parece prudente definir la palabra ‘chairo’. En el ‘Diccionario de modismos mexicanos’ (Jorge García Robles; México: Porrúa, 2011), se le atribuyen acepciones lúdico-venéreo solitarias, individuales y hasta ofensivas; en las redes suele usarse como sinónimo de ‘naco’ (jugoso término que merece un tratado en 12 tomos), pero es en el ‘Diccionario del español de México’ de El Colegio de México, donde se define como hoy lo usamos: “Chairo, sustantivo y adjetivo (ofensivo): persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes”. ¡Eso!
Ahora, y para no cometer errores o injusticias, definamos al menos algo de lo más destacado de la personalidad del Presidente (aparte de que le gusta el beis y su capacidad de liderazgo chairo): es de férrea voluntad, con una advertencia: cuando de voluntad inflexible se trata, se incurre no difícilmente en la obstinación, la terquedad, y peor todavía, la pertinacia (la perseverancia en el error).
En estos tiempos de Covid-19, nuestro Presidente se da el lujo de organizar y presentarse en actos masivos, abrazar, saludar y besuquear niños. Este lunes al inicio de su conferencia madrugadora, fue el único de los servidores públicos que rechazó el uso del gel para las manos: ¡así se forjó el acero!
Bucear en las intenciones de las personas es una disciplina casi siempre inútil, siendo imposible atinar a la motivación real de los actos de la gente. Si el Presidente comete estas imprudencias para inyectarnos (esperemos que por vía intramuscular y no mediante un enema), seguridad y tranquilidad o lo hace porque se siente blindado, es lo de menos: lo hace y da el peor ejemplo a nosotros los del peladaje estándar: si ni el Presidente obedece las instrucciones de su equipo de sabios, cuantimenos uno, tenochca simplex. Que alguien le explique que sus actos y omisiones las observa toda la nación y como las explicaciones que nos han dado los médicos son sensatas, él queda como insensato (nótese la moderación).
Y, suele suceder, la necedad lleva al ridículo. Nunca antes ningún otro Presidente de este país ha sido objeto de más burlas en el extranjero. Con sus connacionales se sabe que se limpia el extremo inferior de su sistema digestivo; toda diferencia con su discurso, afirmaciones gratuitas o dogmas personalísimos de él, es de conservador, fifí, opositor y hasta de levantiscos que quieren darle golpe de Estado (¡alabado sea el Señor!). Acá nos la tragamos. Pero en el extranjero no.
La prensa extranjera de prestigio, de la tendencia que sea, suele ser moderada al referirse a Jefes de Estado o de Gobierno. Con el nuestro han sido despiadados. Empezó mal desde el principio, para abril del año pasado (el domingo 28), ‘The Wall Street Journal’, publicó una columna Mary Anastasia O’Grady titulada “El retroceso de México”, diciendo que lo que se veía en los actos de AMLO eran “intentos fallidos”. El día anterior, el diario británico ‘The Guardian’ publicó una nota de David Agren, en la que se detalla cómo la crítica de AMLO al diario Reforma detonó amenazas de muerte hacia integrantes de ese medio. Por esos días Der Spiegel la mayor revista semanal de Europa y la más importante de Alemania, publicó firmado por Klaus Ehringfeld que “los primeros meses del gobierno de AMLO han sido los más difíciles para México” (¡zaz!).
Luego está la interminable lista de burlas y chacota que en la prensa internacional desató la ‘rifa del avión’… hasta de salud mental hablaron. Son muchos, no hay espacio, usted buque en San Google.
Pero, siempre se supera a sí mismo, ahora, con su actitud ante lo del Covid-19, la prensa internacional muestra estupor: The New York Times, The Washington Post, The Financial Times, Bloomberg, la Deutsche Welle, entre otros, critican la actuación del gobierno mexicano ante la pandemia, llegando a la burla. Infobae ayer reportó: “La actuación del gobierno mexicano para enfrentar la pandemia del coronavirus se ha vuelto la comidilla a nivel internacional”.
Bueno, nunca falta alguien así. Esos fuchiextranjeros que no profanen nuestro suelo con su tinta. Ellos no saben que acá, la cosa es distinta, nuestros héroes se cuecen aparte, que nuestro Chavo del Ocho, decía “es que no me tienen paciencia” y que la cosa es calmada, como explicaba Clavillazo.