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Otra mentira (Columna Política «La Feria», Sr. López)

Columna Política «La Feria», Sr. López (24-II-2020).- La abuela Virgen, la de los siete embarazos, la que rezaba todo el santo día y cocinando era un portento, ya sabe que era corta de entendederas, tontita pues, aunque la queríamos mucho. Una de sus peculiaridades era su convencimiento de que todo sin excepción, salía bien gracias a la ayuda de los ángeles o mal, cuando el diablo ‘metía su cola’. Si un guiso no le salía perfecto, era porque el Diablo había metido la cola; y al revés, cuando quedaba satisfecha, era mérito de su angelito de la guarda. Una vez supo que una de sus sobrinas nietas estaba esperando un hijo sin el trámite previo de conseguir marido (entonces era escándalo), y exclamó la buena ancianita: -¡El diablo metió la cola! –y Pepe, el más impresentable primo que tenerse pueda, le dijo: -No fue el diablo y no fue la cola, tía –la abuela lo miró sin entender y repuso: -¿No pensarás que fue un ángel, verdad? –y nos aguantamos todos la risa.

El viernes pasado, nuestro Presidente le arrancó la máscara a quienes se esconden tras las protestas por feminicidios, infanticidios, violaciones y otras cosas, todas terribles: no son feministas, son los conservadores, por lo que recomendó a las mujeres que vayan a participar en ‘#UnDíaSinMujeres’, el próximo 9 de marzo, que se anden con cuidado: “mucho ojo… los conservadores ya se volvieron feministas”. ¡Los conservadores!

Dijo más: “Claro que está la derecha metida. Así como hay mujeres que por convicción y de manera libre protestan, así también hay oportunistas”.

Con la paciencia que nos tiene, explicó que es una campaña: “(…) ahora están promoviendo soterradamente este movimiento, no todos ni todas, pero para enfrentarnos, para afectar al gobierno”. ¡Ajajá!, con que esas tenemos: no todas pero hay quienes a las calladas, lo que quieren no es que se termine la impunidad, ni que la autoridad haga su trabajo, no, lo que quieren es enfrentarnos (¡y retiemble en sus centros!).

Con su conocida vocación pedagógica, pidió: “No dejarse manipular, tener cuidado porque el conservadurismo, la derecha es muy hipócrita y es muy dada a la manipulación. A veces promueven estos movimientos en contra de los gobiernos progresistas (…) de repente aparecen personajes racistas, clasistas, corruptos, represores, como feministas, hombres y mujeres disfrazados de feministas”.

En su afán incansable de cuidar los fondillos de La Patria (la señora de túnica blanca de la portada de los libros de texto gratuitos), refrendó la verdad paladina que nos hacía saber (‘chas gracias), recordándonos que los cacerolazos en Chile -años 70 del siglo pasado-, fueron un movimiento de ‘las clases altas’ para preparar el golpe de Estado contra el presidente Allende… bueno… sí… pero también a cacerolazos las mujeres y hombres de Chile, protestaron contra la dictadura militar de Pinochet, señor Presidente, disculpe usted que se lo comente.

Es de no creer que en serio, alguien mantenga la topografía política (‘derecha’, ‘izquierda’), en la actualidad, ni en Cuba, Corea del Norte ni en la China ‘comunista’, son de izquierda. Todos han ido al centro. Las diferencias son de matiz: todos defienden al menos de dicho, las elecciones libres, los derechos de las personas y hasta el libre comercio. Aplicar las categorías políticas del siglo XIX a la realidad social y política del XXI, es tan torpe como pretender curar a un enfermo hoy, con los conocimientos médicos de hace siglo y medio.

Además, ¿qué tiene de malo ser conservador?, ¿desde cuándo ser ‘conservador’ o de ‘derecha’ es ilegal o inmoral?… ¿o de veras quienes piensen así son hipócritas, manipuladores, racistas, clasistas, corruptos y represores? 

Porque si a esas vamos, junto con fascistas, franquistas, nazis y pinochetistas, hay unos cuantos ejemplos escalofriantes de revolucionarios, progresistas de izquierda, que han derramado ríos de sangre y reprimido con singular entusiasmo, como Mao en China, Pol Pot en Camboya, los Castro en Cuba… y Stalin en lo que fue a URSS (y muy presente tenga usted que ni de ‘izquierda’ fueron, sino autócratas al servicio propio y de los suyos).

Lo tristemente obvio es que nuestro Presidente y sus cercanos, ni imaginaron por dónde iba a saltar la liebre. Su mucha experiencia es para oponerse, no para tener opositores. Saben todo sobre cómo lidiar con partidos políticos, los del poder, sindicalistas y organizaciones sociales. No tienen la menor idea de qué se hace cuando la gente deja de aplaudir, cuando empieza un chiflido por allá, otro por acá… ni cómo reaccionar ante una silbatina o serenata de mentadas de madre. Gobernar este país poliédrico, invertebrado, inmenso, hecho con tantas realidades diferentes, parece fácil hasta que se tiene el timón.

Si le hubieran dicho al candidato López Obrador que ya de Presidente iba a poder entenderse con partidos, grillos y empresarios, pero que se cuidara de las mujeres, se hubiera reventado una arteria de risa… bueno, pues ahí están: ¡las mujeres! (Y las soldaderas eran más machas que los revolucionarios, probado).

El cacerolismo cunde y ¿saben qué señores del gobierno?: no es manipulado ni utilizado por sus opositores, que tienen todo el derecho a serlo, por cierto. Y el siguiente paso del cacerolazo de mujeres es el cacerolazo de todos.

Al Presidente le tocó cuando gobernaba la capital del país, la multitudinaria ‘Marcha Blanca’ contra la delincuencia del 28 de junio de 2004 (organizada por UNA mujer), y le alcanzó para descalificarla, llamarla ‘marcha fifí’. Repitió lo mismo el 5 de mayo del año pasado, por la marcha de reclamos y exigencias: son fifís… bueno, pues ahora, campesinos, enfermos y mujeres son fifís, conservadores y de derecha.

Los barcos los hunde el capitán, no la tripulación; los pasajeros no quieren naufragar con muy buenas explicaciones del capitán.

Nuestro Presidente gobierna como si se tratara de una batalla bíblica de ángeles contra demonios y así, cada vez más la 4T parece venir de un mundo raro: cuando te hablen de amor y de ilusiones… es preciso decir otra mentira.

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