Columna Política «La Feria», Sr. López (04-XI-19).- Tío Nene (Armando, pero nadie le dijo nunca así; misterios de la familia materno-toluqueña), era más educado que el jefe de protocolo del Vaticano, y a sus más de sesenta de edad, portaba tres títulos de la UNAM (ingeniero civil, licenciado en derecho y antropólogo), varias maestrías en universidades yanquis y algunos doctorados (de España). Regresó a vivir en México cuando dejó de estudiar (a los 46 de edad). En la familia las señoras lo veían como a Jesús caminando sobre las aguas, impresionadas por su inteligencia y tanto título. El impresentable primo Pepe decía de él sin caridad: -Tío Nene no sirve para nada, sabe estudiar pero por estudiar no pagan –tenía razón: trabajaba de prefecto de disciplina y maestro de Civismo en una Secundaria particular… y lo pobretón se le notaba. Tan buena persona.
Se sienta usted en La Silla (la presidencial); acomoda bien sus posaderas y acaricia la Banda (la presidencial)… respira profundo… la toma de protesta al cargo salió de lujo… bueno: a trabajar.
Afuera esperan los que fueron agraciados con nombramientos en el Gabinete. Usted pide que pase uno. Hay prioridades.
Mentalmente repasa las credenciales del que mandó llamar:
“… ingeniero civil por la UNAM; licenciado en Derecho por la UAM; maestría en administración pública por el Instituto Sonorense de Administración Pública; doctorado en política pública por del Tec de Monterrey, ¡del TEC!… dos carreras, una maestría, un doctorado: inteligencia tiene… de sobra… es maduro, no es un jovencito, pero tiene buena edad (63 años)… y su carrera es impresionante… secretario particular de Colosio desde que era líder del PRI en 1989; lo mismo, cuando Colosio fue secretario de Sedesol; lo mismo cuando el difunto fue candidato a la presidencia… bueno, pero se lo asesinaron en 94, se quedó sin chamba… después dejó el PRI (¡fuchi, guácala!), y fue secretario particular y coordinador de comunicación social del presidente Fox, de 2000 a 2004: nada mal… renunció, claro, nadie podía con el de botas y su esposa, la Sahagún… se quedó sin chamba… no estuvo bien cómo criticó a Fox, fue su patrón… pero, se lo merecía… sí, hizo bien… me acompañó en mi campaña en 2006… lástima que perdió la elección de senador por su estado… pero se volvió a unir a mi campaña en 2012 como director general de Morena en su tierra… es fiel… bueno, a mí… al PRI, no; al PAN, tampoco… pero a mí, sí… ya fue diputado de 2012 a 2015, pluri, claro, no gana una elección ni con maña… bueno, pero de algo tenía que comer… y algo ha de haber aprendido ahí… sí, seguro que lo va a hacer muy bien en la chamba que le di, seguro… con que me obedezca… a ver qué sale”.
Y entra al despacho presidencial Alfonso Durazo Montaño (de Bavispe, Sonora; 11 de julio de 1954), flamante titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana… un ingeniero civil y abogado que nunca ejerció ninguna de sus profesiones; especializado en hacerle los mandados a sus jefes, jefezotes, pero por importantes que hayan sido sus patrones, él, como secretario particular hizo lo que le toca a esos: ser una mezcla de nana, mandadero, recadero de confianza, recordador de compromisos, dador de excusas, confidente, sicólogo, filtro de la realidad y a veces, tapadera del patrón, nada más; es trabajo delicado, es importante, pero no se aprende ahí nada útil para la seguridad pública. Nada. Cero.
El Presidente sin duda tiene toda la responsabilidad encima (el Poder Ejecutivo es unipersonal), pero el que asume un cargo para el que sabe que no tiene ni los rudimentos de conocimiento ni experiencia, también es responsable… digo, puede ser pecado leve (si lo nombran portero del edificio, no puede hacer mucho daño metiendo la pata); pero puede ser pecado mortal remitido al Santo Padre si acepta ser Jefe de Estado Mayor de un frente de guerra y usted fue modista o vendedor de flores: la cosa cambia, puede costar vidas, cuesta vidas.
Como atenuante a favor de don Durazo, se debe aceptar su fe ciega en la estrategia (que no es estrategia) del Presidente de la república, de resolver la inseguridad de amplias regiones del país, arreglando la situación social, mediante programas de apoyo, erradicando la corrupción y capacitando a los cuerpos policiacos; pero eso no es una estrategia contra la delincuencia organizada, en todo caso es una ‘política’ social con impacto indirecto en la seguridad pública, en el mediano o largo plazo; y los desmanes de las bandas delincuenciales requieren atención inmediata, respuesta de bote pronto, uso de la fuerza del Estado (SIN duda). Ya será México un remanso de paz, país sin pobres, con la población cantando todas las mañanas el Himno Nacional antes de salir a trabajar, con policías ojo de lince, capacitados como neurocirujanos… pero, hoy… hoy es un despelote que crece y sigue creciendo, en delitos de esos que más lastiman a la gente.
El 22 de abril en Veracruz, el Presidente pidió paciencia, pidió un plazo de seis meses para que se empezaran a ver resultados en este asunto. Don Durazo en el Senado, el 26 de abril, dijo que era una IRRESPONSABILIDAD lo de los seis meses, que pedía un año… bueno… como quieran verla y revolcarla, gata es y gata se queda. Ya les queda un mes para el año. ‘Resultados’ pronto será palabra obscena para este gobierno. Por eso la actitud arrogante ante los medios de comunicación, por la rabia de lo inocultable.
Pero seamos moderarnos. No seamos hombres necios que acusan. No nos pongamos a ver de quién fue la culpa (no quiero saberlo), si fue de la suerte o del Presidente. Además, ¿cuál es de más culpar, aunque los dos mal hagan: el que acepta el nombramiento o el que lo da?
Y a nosotros, honorables integrantes del peladaje que vota y sabe sufrir, nos toca apechugar y quererlos como los hacemos o los dejamos ser (hacerlos como los queremos es otra opción)… aunque nunca los supusimos tan arrogantes, lo que nos permite afirmar con mucho énfasis que al parecer este gobierno en sus promesas junta diablo, carne y mundo.