Columna Política «La Feria», Sr. López, (11-X-19).- Antes de que nada: sentida disculpa, ayer citó mal este López la fecha de fallecimiento del fundador del moderno Estado turco, Mustafá Kemal Atatürk, quien nació en 1881 y murió el 10 de noviembre de 1938, no 1957, como anotó, confundido con los 57 años de edad que tenía al momento de presentar sus documentos ante el Creador (cortos años que le bastaron para hacer las proezas que hizo). Ahora sí…
Contaba la prima Alicia que de jovencísima se enamoró hasta el tuétano de quien fue su esposo, un muy agradable señor, Adán, cuarentón, viudo, sin hijos y rico, muy rico (le digo: muy agradable), quien le decía que ya casados él le iba a dar gusto siempre porque ella haría lo mismo, y ella sentía que tocaba los dinteles de la Gloria, con el pensamiento empapado por la fragancia del Adán encontrado (y tan rico). Ya desde la Luna de Miel (cuatro meses, vuelta al mundo, señor muy agradable), Alicia empezó a sospechar que no había entendido lo que significaba eso de que él ‘le iba a dar gusto siempre porque ella haría lo mismo’; poco después confirmó su sospecha: por darle gusto a él, debía entenderse hacer todo lo que él ordenara, porque ése era su gusto de él. Siendo tan agradable (rico) el Adán, consideró prudente la prima hacer la lucha al matrimonio y aguantó el férreo régimen autoritario impuesto por el señor, buenos siete años durante los cuales no le quedó duda de dos cosas; una: el armamento de su señor esposo disparaba balas de salva, pues no hubo manera de ‘encargar’; y, dos: no lo aguantaba, lo detestaba, la enloquecía. Ya hasta el copete, sin decir nada se apalabró con un despacho de abogados dedicados a la explotación de millonarios casados con señoras que deseaban ser millonarias divorciadas, pero el despacho que defendió al Adán resultó mucho mejor y Alicia quedó con una pensión modelo 4T (de pobreza franciscana), a pesar de lo cual se le notaba la alegría recuperada, ya sin el yugo del que le daría gusto en todo y no le mintió, pues siempre dijo que ella haría lo mismo, como se ha explicado. Luego se casó con otro, normal, tuvo hijos, pleitos y fueron muy felices (a la fecha).
El día de ayer con motivo del paro de universidades, ratificó este menda la tradicional y enorme dificultad de obtener conocimiento preciso de nada a través de los medios de comunicación. La Jornada consignó: “Esta mañana personal académico y trabajadores de al menos 22 universidades públicas de los estados iniciaron un ‘paro nacional’ en protesta por las ‘restricciones presupuestarias’ del gobierno federal a la educación superior y por el otorgamiento de recursos ‘extraordinarios’ a nueve universidades en crisis financiera y que no podrán cerrar el año”. Milenio dijo 25; Reforma, también 25; Televisa 30; El Universal, que 30, pero en el interior profundo de la nota, dice que 25; aparte, en unos medios el paro sería de 24 horas, en otros, de doce… de veras, no sabe usted qué trabajo da pescar información, cernirla, digerirla sin cocinarla y luego tratar de comentar algo sensato.
Como sea, 22 ó 30, no es un eructo de sonriente bebito satisfecho, sino robusta y pestífera flatulencia de viejo borracho. En nuestro país las universidades han dado prueba sobrada de su capacidad de despelote, se trate de ‘movimientos estudiantiles’ o movidas sindicales, siempre los registra el sismológico político nacional.
No dude de todo: el primer movimiento universitario que le sacó canas verdes a un gobierno de este nuestro risueño país, fue en Puebla, en protesta por una reforma educativa; la bronca duró seis años y ganaron los estudiantes; sucedió en 1647 y la diarrea la sufrió el virrey y Capitán General de Nueva España, don Juan de Palafox y Mendoza (datos honorablemente sustraídos de fuentes imposibles de citar, agotarían las dos cuartillas de que dispone el del teclado).
Ni don Porfirio Díaz se salvó y tuvo que lidiar en 1892 con un movimiento estudiantil opuesto a su primera reelección (ternuritas). Luego, a lo largo de todo el siglo pasado, las universidades dieron la lata que quisieron, algunas veces triunfando (la de 1929 que obtuvo para la UNAM la autonomía); otras, no (lo del 68, que terminó en tragedia).
El error básico en que con frecuencia se incurre viendo de fuera los movimientos estudiantiles, es considerarlos manipulaciones políticas de grupos ajenos a los intereses estudiantiles, cosa cierta no pocas veces, pero ante un verdadero movimiento masivo de personas (estudiantes, obreros o ajedrecistas), organizado, coordinado y con capacidad de convocatoria entre amplios sectores de la población, debe pensarse no en qué mano mece esa cuna, sino en su genuina representación de un descontento que incubó y reventó en esa expresión. Si luego (antes o al inicio), hay quienes alimentan la lumbre, no cambia la realidad: hay fuego.
Piden los sindicatos universitarios más presupuesto. Coordina esta movilización de gran escala (minimizar al tigre no le quita los dientes), la Confederación Nacional de Trabajadores Universitarios (CONTU), que ya ha estado en conversaciones con funcionarios de la SEP y Hacienda; supuestamente muy cordial la cosa, pero igual estallaron el paro de ayer y ayer mismo, Nuestro Presidente respondió que “aunque se pare el país”, no cederá a “chantajes”.
Hay algunos que tachan al Presidente de autoritario y a la par, quienes lo ven blando y creen que se pliega ante cualquier presión. No. Si algo está fuera de duda es que es perseverante hasta la pertinacia. No se equivoquen. No es un improvisado; hace buches de ácido sulfúrico, masca vidrio… pero no traga lumbre.
Ante el poder indiscutible del tío Sam, sí se dobla (no traga lumbre), pero pensar que cedió con la CNTE es olvidar que juró deshacer la reforma educativa de Peña Nieto & Cía. La CNTE le hizo el caldo gordo al Presidente, no lo dobló y sin darse cuenta, quedó más desacreditada aún ante la población. Perdieron ganando.
Este movimiento de universidades puede ser un obstáculo insalvable o nada. Ojalá sepan nadar en babas.