Columna Política «La Feria», Sr. López (02-IX-19).- Del lado materno-toluqueño, hubo un tío genio: tío Martín. Esa fama tenía y cuando llegaba de visita a casa de los abuelos, doña Virgen nos advertía a los niños que nos estuviéramos quietecitos y muy atentos… y nada de irse a jugar, había que ‘aprovechar’. Tío Martín, largo, enteco, de barba blanca, elegante y de edad indefinible (los de Toluca parecían eternos, tía Rosita murió de 117 pero se quitaba años), tío Martín, repito, hablaba y hablaba y hablaba, de todo; la abuela Virgen oía y oía y oía (y babeaba); el abuelo Armando (jurídicamente su esposo), no llegaba a comer; los demás, todos, igual que la abuela: oíamos y oíamos (sin babear). Cuando el del teclado tenía como once años, después de haber estado en casa de los abuelos maternos -de la hora de la comida hasta las ocho de la noche-, oyendo al tío Martín, de regreso a su Campo de Adiestramiento, preguntó al Jefe de Proveeduría -López Senior-, si de veras tío Martín era un genio y respondió de aire: -Usted (cuando hablaba en serio hablaba de ‘usted’), no se deje impresionar por cualquier ‘vivo’ – ahí presente, doña Yolanda, Directora de Administración y Disciplina del Campo, sobrina bisnieta del genio, puso su afamada cara de asesina serial. Otro día este menda se lo chismeó al impresentable primo Pepe: -Dice mi papá que el tío Martín es un ‘vivo’ -y ratificó la cosa contando que el caballero vivía de dar clases de latín y griego, sin saber ni media palabra de esos idiomas… y como los directores de las escuelas y los alumnos, tampoco, pues todos contentos; aparte era masón, pero iba a misa todos los domingos y fiestas de guardar; y había tratado de patentar la “Casa de Caucho” (antisísmica): -Solo las viejitas de la familia creen que es un genio, tú no digas nada, total, a nadie hace daño –aconsejó. Usted tampoco lo ande contando.
Demasiado pronto llegó la fecha del primer Informe de Gobierno de nuestro Presidente. Fue ayer. ¡Cómo corre el tiempo! y así de rápido estaremos comentando que entregó el sexto, porque quedan poco más de cinco años para que termine su periodo (cinco años y 10 meses le tocaron).
El proyecto central parece ser (¡es!) la cuarta transformación del país. A reserva de que se nos defina de manera clara y distinta en qué consiste la 4T, entendemos que a México no lo va a reconocer ni su mamá después de que termine el proceso. Lo menos que debemos esperar es que nos entregarán una “nueva república” (entrevista del 28 de junio pasado en su casa, en Palacio Nacional, a ‘La Jornada’).
Igual: lo que sea que sea la 4T estamos en eso y sea como sea, ya se nos informó sobre los avances que hay del Plan de Gobierno, del que, por cierto, en la misma entrevista citada arribita, el Presidente dijo: “Sólo ha habido tres planes de desarrollo: el de Partido Liberal, de 1906; el plan sexenal del cardenismo (1934) y este” (el de ahorita, se entiende).
No comamos ansias. La economía ya se encarrilará y veremos los frutos de la honestidad oficial, porque eso está muy claro (AMLO ‘dixit’, cita de la misma entrevista): “Va bien la economía, porque hay bienestar; va bien la economía, porque no hay corrupción”. ¿Quedamos? Y hasta Carlos Slim lo entiende: no es importante si este año queda en cero por ciento el crecimiento económico (no es importante para él, los del peladaje estándar -panza pegada al espinazo-, tenemos nuestro modo de ver las cosas).
Y, además, no todo es dinero, hay que apreciar lo cualitativo, como la desaparición del Estado Mayor Presidencial, que en palabras de nuestro Presidente (misma cita, ya no le voy a estar repitiendo): “¿Y qué era el Estado Mayor Presidencial?, ¿qué fue el Estado Mayor Presidencial en la historia reciente? (…) Tuvo que ver con la represión en el 68 y tuvo que ver hasta en el asesinato de Carlos Madrazo (dirigente del PRI, fallecido en 1969). Un cuerpo de élite para la represión (…)”. Entonces: ¡albricias!
Otra cosa que parece esencial y pasa desapercibida es la visión de Estado que hoy irradia desde Palacio Nacional. A eso debemos la desaparición de la corrupción y de la impunidad, digan lo que digan, piensen lo que piensen, sea lo que sea la realidad (con y sin fantasmas en la nómina de ‘Jóvenes construyendo el futuro’). Por esa larga visión panorámica México no quedó atrapado en el garlito de la persecución de corruptos, como bien aclaró nuestro Presidente (ya sabe en qué entrevista): “Yo creo que más que meter a la cárcel a los responsables del desastre neoliberal, debemos condenar el modelo, es decir, es mejor combatir al conservadurismo”.
Eso es lo verdaderamente importante. Y será muy interesante ver si cuaja la cosa, si al final de este gobierno de verdad el movimiento y hoy, jurídicamente, partido Morena, se consolida y permanece velando por los intereses legítimos del pueblo bueno. De pie… ¡oremos!
El 12 de agosto pasado, Heinz Dieterich Stteffan escribió un artículo muy interesante titulado “El talón de Aquiles de AMLO: es vanguardia, pero no tiene vanguardia”. Don Dieterich es de izquierda, izquierda, izquierda, de la real y verdadera. Se podrá no estar de acuerdo con él (y el del teclado no lo está en varias cosas de grado y de fondo), pero es un intachable catedrático de la UAM y un pensador con toda la barba. Según él, nuestro Presidente carece de vanguardia sistémica para triunfar en la cuarta transformación y, anota: “Dicha debilidad estructural, que en un organismo biológico sería equivalente a la ausencia de un sistema inmunológico (¡!), es explicable, pero no justificable”.
Bueno, si le interesa búsquelo en la red, pero le advierto, no es plato ligero. A nosotros los del peladaje las cosas nos entran de otra manera: Morena es un muégano de personas e intereses y el Presidente tendrá que obrar milagros para que no termine de descomponerse, porque se percibe claramente ya (¡tan pronto!), eso que llamaban los romanos ‘malos aires’ (de donde viene ‘malaria’), ese cierto tufillo de que algo se está pudriendo.