28 demarzo del 2019.- Los dos millones de desplazados, los 49.000 millones de dólares en pérdidas, los 1600 muertos en incendios forestales o el aumento del hambre debido a las sequías son algunas de las consecuencias que nos dejó el cambio climático en 2018. En total, casi 62 millones de personas estuvieron expuestas a peligros naturales por su causa. António Guterres pide medidas concretas en lugar de discursos; entre ellas, acelerar la transición a las fuentes de energía renovables.
“El impacto socioeconómico del cambio climático se está acelerando”, según el informe sobre El estado del clima 2018 de la Organización Meteorológica Mundial publicado este jueves, en el que se constata que las concentraciones récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera están acercando las temperaturas del planeta a niveles cada vez más peligrosos.
Esta aceleración es el motivo por el que el Secretario General de la ONU ha convocado este 23 de septiembre la Cumbre sobre el Clima.
“A los líderes les digo, no vengan con discursos, vengan con planes”, aseguró António Guterres en Nueva York. Entre las medidas concretas, pidió acelerar la transición de las fuentes de energía basadas en combustibles fósiles a las renovables.
Por su parte, la presidenta de la Asamblea General, María Fernanda Espinosa, también recordó en una reunión sobre Cambio Climático y Desarrollo Sostenible, que se celebra este jueves y en la que participan líderes de 146 países, que además todos tenemos un papel individual que representar en la lucha contra el cambio climático.
Indicadores sin precedentes
El reporte sobre el estado del clima, que este año cumple el 25 aniversario de su primera edición, destaca entre las evidencias del cambio climático el aumento récord del nivel del mar, así como las temperaturas excepcionalmente altas tanto en tierra como en los océanos de los últimos cuatro años, lo que está coincidiendo con los niveles máximos de los gases de efecto invernadero.
“Esta tendencia al calentamiento se inició a principios de siglo y se prevé que continúe”, concluyen los científicos*.
“Desde que se publicara por primera vez, la climatología ha alcanzado un grado de robustez sin precedentes, y ha proporcionado pruebas fehacientes del aumento de la temperatura mundial y de circunstancias conexas, como el aumento acelerado del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el retroceso de los glaciares y fenómenos extremos, tales como las olas de calor”, explicó Petteri Taalas, secretario general de la citada Organización al presentar el informe.
Estos indicadores climáticos se están haciendo más pronunciados: los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, que eran de 357 partes por millón cuando se lanzó el primer informe en 1993, han crecido hasta las 405,5 partes por millón en 2017. Se espera un mayor incremento durante 2018 y 2019.
Las condiciones atmosféricas extremas han continuado en los primeros meses de 2019, con el caso más reciente del ciclón Idai, que ha causado inundaciones devastadoras y trágicas pérdidas de vida en Mozambique, Zimbabwe y Malawi, lo que le convierte en el desastre climático más mortífero del hemisferio sur.
“Idai llegó a tierra en la ciudad de Beira (Mozambique): una ciudad en rápido crecimiento, situada a baja altitud en un litoral vulnerable a las mareas de tempestad y que ya está sufriendo las consecuencias de la elevación del nivel del mar”, declaró Taala.
El responsable de la OMM añadió que “las víctimas del Idai encarnan las razones por las que necesitamos una agenda mundial” para la adaptación al cambio climático y la reducción de sus riesgos.
El comienzo de 2019 no abriga muchas esperanzas. Además del desastre del Idai en África, Europa también ha registrado a diario temperaturas que han marcado nuevos registros máximos, mientras un frío inusual ha golpeado América del Norte y las olas de calor han azotado Australia. También las capas de hielo ártica y antártica se han aproximado a mínimos de récord.
Guterres a los líderes mundiales: actúen
Como viene insistiendo desde hace meses y repitió este jueves ante los líderes reunidos en la Asamblea General y ante la prensa, el Secretario General de la ONU señaló que todas estas evidencias ponen de manifiesto la necesidad de actuar rápidamente y de hacerlo a través de medidas concretas.
Se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% durante la próxima década y en su totalidad en 2050, porque es, como ha recordado, lo que la ciencia estima necesario.
Entre las medidas que se necesitan, Guterres propone que se deje ya de subsidiar los combustibles fósiles, que causan la emisión de los gases de efecto invernadero, e inviertan en fuentes de energía renovables.
“En los próximos años se verá una gran inversión en infraestructura en todo el mundo. Debemos asegurarnos de que esta sea sostenible y respetuosa con el clima”, declaró.
Espinosa al mundo: todos tenemos un papel
“Todos podemos cada día aligerar nuestra huella de carbono: con los alimentos que consumimos, la ropa que usamos, el transporte que elegimos y la basura que generamos”, indicó por su parte la presidenta de la Asamblea General.
Para Espinosa, necesitamos modificar nuestros patrones de consumo: “Este no es solo un mundo de carencias, también lo es de sobre-consumo. Una gran paradoja es que cada año se desperdicien 1300 millones de toneladas de alimentos, mientras casi 2000 millones de personas padecen hambre o desnutrición”.
Fenómenos extremos
En 2018, la mayoría de los peligros naturales que afectaron a casi 62 millones de personas se asociaron con eventos climáticos extremos.
Las inundaciones fueron el fenómeno meteorológico que alcanzó a más personas : 35 millones, según el estudio de 281 eventos climáticos registrados por el Centro de Investigación sobre Epidemiología de Desastres y la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Los huracanes Florence y Michael fueron dos de los catorce desastres climáticos que costaron miles de millones de dólares en 2018 en los Estados Unidos. Se calcula que todos ellos provocaron daños por un valor de unos 49.000 millones de dólares y más de cien muertes. Por su parte, el súper tifón Mangkhut afectó a más de 2,4 millones de personas y mató a al menos 134 personas, principalmente en Filipinas.
Asimismo, más de 1600 muertes se asociaron con intensas olas de calor e incendios forestales en Europa, Japón y Estados Unidos. En este último país, también produjeron daños económicos récord de casi 24.000 millones de dólares. Mientras, el estado indio de Kerala sufrió las lluvias más intensas y las peores inundaciones en casi un siglo.
Aumento de las sequías, aumento del hambre…
La exposición del sector agrícola a los fenómenos extremos climáticos amenaza con revertir los avances logrados para poner fin a la malnutrición.
Según las últimas informaciones recopiladas por los organismos de las Naciones Unidas, como la Organización para la Agricultura y la Alimentación y el Programa Mundial de Alimentos, estas muestran un aumento continuo del hambre en el mundo después de un descenso prolongado.
En 2017, se estimó que la cantidad de personas desnutridas había ascendido a 821 millones, en parte debido a las graves sequías asociadas con El Niño de 2015-2016.
… y de las migraciones
La migración también se ha acentuado por el cambio climático. De los 17,7 millones de desplazados internos registrados por la Organización Internacional para las Migraciones hasta septiembre del año pasado, más de dos millones se debían a desastres relacionados con fenómenos meteorológicos.
Las sequías, inundaciones y tormentas, que incluyen huracanes y ciclones, son los fenómenos que lideraron el aumento de los desplazamientos provocados por desastres.
La Agencia de la ONU para los Refugiados señaló que de otras 883.000 personas que registró como desplazados internos, el 32% estaba relacionado con inundaciones y el 29% con sequías.
El clima y el aire
Existen muchas interconexiones entre el clima y la calidad del aire, que se ven agravadas por el cambio climático.
Entre 2000 y 2016, se estimó que la cantidad de personas expuestas a las olas de calor creció en alrededor de 125 millones de personas. Ese aumento se debió a que la duración media de las olas de calor individuales tuvo una duración superior de 0,37 días, en comparación con el período comprendido entre 1986 y 2008, según la Organización Mundial de la Salud.
Estas tendencias provocan una señal de alarma entre los sectores relacionados con la salud pública, ya que se prevé que las temperaturas extremas aumenten aún más en intensidad, frecuencia y duración.
El impacto medioambiental
Los efectos en el medio ambiente y los ecosistemas incluyen la decoloración de los corales y la reducción de los niveles de oxígeno en los océanos.
Otras consecuenciasson la pérdida del llamado «carbono azul» de los ecosistemas costeros como manglares, pastos marinos y marismas.
Se espera que el calentamiento global contribuya a la disminución del oxígeno en los océanos abiertos y costeros, que incluyen a estuarios y mares semicerrados.
Desde mediados del siglo pasado, se ha producido una disminución estimada del 1-2% en el inventario mundial de oxígeno oceánico, según la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El cambio climático se ha convertido en una amenaza importante para los ecosistemas de turberas, ya que exacerba los efectos del drenaje y aumenta el riesgo de incendios, de acuerdo con ONU-Ambiente.
Las turberas son importantes para las sociedades humanas de todo el mundo. Contribuyen significativamente a la mitigación y adaptación al cambio climático mediante el secuestro y almacenamiento de carbono, la conservación de la biodiversidad, la regulación del régimen hídrico y su calidad, y la provisión de otros servicios ecosistémicos que apoyan los medios de vida.
El calor de los océanos
En 2018 se batieron los récords de 2017 de contenido de calor oceánico en los primeros 700 metros de profundidad, (el registro de datos se inició en 1955), y en los 2000 primeros (el registro de datos se inició en 2005).
Más del 90% de la energía atrapada por los gases de efecto invernadero se queda en los océanos y el contenido de calor oceánico proporciona una medida directa de esta acumulación de energía en las capas superiores del agua.
3,7 milímetros más
El nivel del mar sigue aumentando a un ritmo acelerado. El nivel promedio global marino en 2018 fue 3,7 milímetros más alto que en 2017, el máximo registrado.
El aumento en la pérdida de masa de las capas de hielo es la causa principal de la aceleración de este fenómeno como lo revela la altimetría satelital, según el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas 2018.
De hecho, la extensión del hielo marino en el Ártico estuvo muy por debajo del promedio a lo largo de 2018 y se ubicó en niveles récord durante los dos primeros meses del año.
El máximo anual se produjo a mediados de marzo y fue la tercera marca más baja para ese mes en el registro satelital de 1979-2018. A fines de 2018, la extensión diaria de hielo estaba cerca de los niveles mínimos récord.
En el antártico, el hielo marino disminuyó a un ritmo acelerado después de la primavera.
Acidificación
En la última década, los océanos absorbieron alrededor del 30% de las emisiones de dióxido de carbono.
El CO2 absorbido reacciona con el agua de mar y cambia el pH del océano. Este proceso se conoce como acidificación de los océanos, que puede afectar la capacidad de los organismos marinos como los moluscos y los corales formadores de arrecifes para construir y mantener conchas y material esquelético.
Las observaciones en el océano abierto durante los últimos 30 años han mostrado una clara tendencia en la disminución del pH. De acuerdo con los informes de la UNESCO, la acidificación de los océanos continúa y los niveles de pH global siguen disminuyendo.
*El informe se redacta con las mediciones que aportan los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales, una extensa comunidad de científicos y las agencias de las Naciones Unidas. Detalla los riesgos asociados con el clima y su impacto en la salud y el bienestar humano, la migración, los alimentos, el medio ambiente y los ecosistemas terrestres y marinos.