Columna Política, Por Celeste Orozco (20-VIII-18).- El pasado 8 de Agosto Argentina, tras meses de debate mediático, político y social, revocó la propuesta del Senado para legalizar el aborto, fue un tema que traspasó barreras y a nivel mundial se desataron opiniones a favor y en contra de este tema controversial, que si bien no es un tema que esté actualmente en vistas de ser o no legal en todos los estados del país hubo incluso manifestaciones en contra del aborto y un gran revuelo en redes sociales.
Contextualizando un poco, en nuestro país solo se encuentra el aborto voluntario legal en la capital, en el resto del país se puede interrumpir el embarazo sólo bajo ciertas circunstancias que pueden ser violación, peligro de muerte para la mujer, malformaciones congénitas o razones económicas (en el caso de Michoacán).
En el caso de Querétaro y Guanajuato cualquier mujer que decida interrumpir su embarazo por causas que no sean violación será acreedora hasta a tres años de prisión, mientras en estados como San Luis Potosí y Tabasco solicitan incluso una comprobación de que el embarazo sea producto de violación.
Estos datos son realmente alarmantes pero totalmente predecibles ya que el 82.7% de los mexicanos profesan la religión católica que señala que cualquier persona que consiente, practica, acepta o colabora en la interrupción del embarazo incurre en una culpa moral y una pena canónica, es decir, comete un pecado grave y es acreedor a una sanción impuesta por la iglesia establecida en Código de Derecho Canónico vigente para todos los católicos y que señala que “quien procura un aborto incurre en excomunión Latae sententiae”.
Pero seamos un poco más razonables, México se encuentra en números rojos en embarazo adolescente, uno de cada cinco embarazos es en jóvenes que no alcanzan la mayoría de edad, la tasa de embarazos adolescentes es inversamente proporcional a su nivel económico; mayor nivel económico menor índice de madres adolescentes.
En palabras de Bernardo del Castillo “El truncar la vida de una niña implica debilitar las posibilidades de desarrollo de los niños que ella pueda tener, porque es ella quien lo va a criar. El costo social es irreparable, más allá de que pueda ser monetizable, la sociedad ya perdió en esa niña la posibilidad de tener a una persona realizada profesionalmente”.
Y esto se vuelve una cadena, donde una mujer que no está preparada emocional y económicamente para tener un hijo no podrá ofrecerle unas óptimas condiciones de vida para su desarrollo. Y me refiero siempre a ella, a la mujer, a la adolescente embarazada porque así es en nuestro país, la mujer siempre tiene la mayor carga en cuanto a crianza de los hijos, por tanto será ella quien decida si es o no la mejor opción el interrumpir el embarazo.
Pero, ¿qué pasa en una sociedad tan “mocha” como la nuestra? A parte de las emociones que seguramente la mujer está experimentando nos sentimos con el derecho de poder juzgar una situación que no conocemos y en la cual no vamos a colaborar, se escuchan comentarios como “ella se lo busco”, “para que anda de fácil, ahora que se aguante”. Definitivamente creo que en educación sexual estamos muy rezagados, pero un hijo no debería representar un castigo para la madre, sino algo que se debe planear y aceptar en el momento adecuado y no por imposición.
Considero que siempre la prevención y educación sexual es la mejor opción, pero no por ello se “castigará” a una mujer que por falta de información, ignorancia o descuido tiene ahora un embarazo no planeado, porque el castigo no es solo para ella sino para el niño y esto se convertirá en una cadena que afectará a la sociedad.
Si el tiempo y esfuerzo que la sociedad invierte en juzgar y señalar lo invirtiera en educación sexual, en campañas de concientización y apoyo a mujeres embarazadas o madres adolescentes y solteras las cosas serían muy distintas y para concluir, la única persona que puede decidir estar a favor o en contra de la interrupción de su embarazo es la mujer embarazada y no, el hecho de que una mujer aborte no es ningún logro para ella, ni algo de que sentirse orgullosa, es un procedimiento que tuvo que llevar a cabo y que mejor que lo haga de forma segura.
celeste.orozco.hdz @gmail.com