13 de abril del 2018.- Si no se logra detener la tendencia actual, al menos 20 millones de niñas en la región se habrán casado para el año 2030. La ONU ha puesto en marcha un plan con cuatro frentes para detener un problema que frena el desarrollo personal de las niñas, principalmente las de estratos más pobres, las que viven en el campo o las que son indígenas.
América Latina y el Caribe es la única región del planeta en la que los matrimonios infantiles no han disminuido en la última década. Todavía en promedio un 25 % de las mujeres jóvenes se han casado antes de los 18 mientras en otras zonas del mundo se han registrado disminuciones significativas.
Shelly Abdool es la asesora regional de género del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
“La tasa de reducción de matrimonios infantiles y uniones tempranas es la más lenta del mundo. Tenemos que acelerar los esfuerzos como unas doscientas veces más para alcanzar las metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”.
Abdool explicó durante una entrevista con Noticias ONU que, sin acciones e inversiones aceleradas, la región ocupará el segundo puesto más alto en la lista de matrimonio infantil para 2030, por detrás de África subsahariana, y por delante de Asia meridional, una región que tradicionalmente ha liderado las estadísticas de este flagelo.
“Hay un silencio, un silencio político, un silencio social que está cambiando poco a poco pero que realmente no es un tema que se habla, que se discuta y que se debata en la región, y la región tampoco está reflejada en debates globales. Es casi como si imagináramos que el matrimonio infantil y las uniones tempranas están afectando solamente a otras regiones, pero no a las niñas de América Latina y el Caribe”, dice.
Las causas y consecuencias del matrimonio infantil
Hace poco varias agencias de la ONU revelaron que la región es todavía la segunda en el mundo con mayor cantidad de embarazos adolescentes, un problema que se encuentra profundamente conectado a los matrimonios infantiles.
“Los motores son de doble vía, es decir, son causa y consecuencia al mismo tiempo. Un ejemplo muy claro está vinculado con el embarazo de adolescentes”, explica al señalar que cuando una niña menor de 18 años se embaraza, la decisión, ya se tomada por la familia, la comunidad o incluso por la niña, es que se case. “Así el embarazo opera como causa”.
Pero también, si la razón principal para casarse antes de los 18 es otra, el riesgo de que la niña se quede embarazada después es muy alto. “Ahí el embarazo funciona como consecuencia”.
Otra causa y consecuencia del matrimonio infantil es la violencia sexual. Según datos de UNICEF más de un millón de niñas y adolescentes son víctimas de este tipo de abuso y muchas veces son obligadas a casarse con sus agresores para ocultar el delito o porque algunas familias piensan que no hacerlo es caer en “deshonra”.
“Además generalmente entran en una unión de disparidad de edad, cuando su pareja puede tener dos tres veces su edad y entra en condiciones de mayor riesgo de violencia”, dice Abdool.
La pobreza combinada con normas sociales, papeles y relaciones de género influyen en la creencia de que la unión temprana es aceptable, e incluso deseable, como una elección de vida.
“Abandonan la escuela porque ahora tienen otro proyecto de vida, o por el hecho de ser madre o esposa a una edad temprana le expulsan de la escuela, entonces se cortan sus posibilidades y las oportunidades que tienen para su futuro”, comenta la experta.
Además, existen lagunas en la legislación nacional que pueden permitir el matrimonio antes de los 18 años o incluir excepciones para permitirlo con el consentimiento de los padres, el representante legal o la autoridad judicial.
Estos factores unidos a la desigualdad de género para las niñas en América Latina impiden que las niñas tengan otras opciones y oportunidades.
“Si no están completando la escuela, si son madres de edad temprana, si quedan embarazadas adolescentes, esto tiene consecuencias a nivel de su salud física, su salud mental, su inclusión social, con sus redes de pares en familias y comunidades, y pues la falta de educación le quita la posibilidad de desarrollar las habilidades de la vida, afecta su capacidad de incorporarse en el mercado laboral con condiciones decentes entonces el impacto es a múltiples niveles”.
Cabe destacar que, en la región, el matrimonio infantil y las uniones tempranas entre niñas indígenas, niñas que viven en áreas rurales y grupos de población de ingresos medios y bajos son más altos que aquellos en áreas urbanas y en los quintiles de altos ingresos. Así mismo, las uniones tempranas no matrimoniales son más frecuentes que el matrimonio formal y legal.
Los países con mayor incidencia del matrimonio infantil
Según los estudios hechos sobre los datos disponibles, Nicaragua, la República Dominicana, Brasil, Honduras, Guatemala, Cuba, Belice y Panamá encabezan la lista de países con mayor cantidad de uniones tempranas.
“Cada país tiene una prevalencia de matrimonio infantil que nos preocupa, pero obviamente hay unas que tienen más, en República Dominicana la prevalencia es una de las más altas con el 36% de las mujeres de entre 20 y 24 que se casaron antes de 18 años. En Colombia es alrededor del 25% pero en Nicaragua es al 41%, entonces varía, pero tenemos unos países donde tenemos que invertir los recursos ahora mismo”, dice la experta de UNICEF.
Abdool explica que una nueva campaña de UNICEF busca mancomunar recursos para apoyar a los países con mayor prevalencia.
Según un estudio de UNICEF y el Banco Mundial realizado el año pasado, el matrimonio infantil y las uniones tempranas les cuestan a los países millones de dólares y mantienen la pobreza intergeneracional.
Se estima que una niña que se case antes de los 18 años tendrá en promedio más hijos a lo largo de su vida que si se hubiera casado a los 18 años o más tarde, lo cual supondría un ahorro en términos de gasto público que, por ejemplo, en la República Dominicana significaría unos 4800 millones de dólares si se pusiera fin a los matrimonios infantiles para 2030.
No se puede dejar a las niñas atrás
«Lo que estamos viendo en otras partes del mundo es un progreso real para proteger a las niñas del matrimonio infantil, y esto es motivo de celebración. Sin embargo, este no es el caso en nuestra región donde una de cada cuatro mujeres estaba casada o en unión antes de los 18 años,» dijo recientemente María Cristina Perceval, directora regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.
Según Percival, las niñas que se ven obligadas a casarse o estar en unión antes de cumplir los 18 años ven privadas sus oportunidades para desarrollarse en la vida tanto a corto como a largo plazo, lo que en última instancia afecta el cumplimiento de sus derechos.
“El mayor riesgo de violencia sexual, maternidad temprana, abandono escolar, además de la exclusión social de su grupo de pares, es un claro indicador de que las niñas de la región están siendo, y continuarán siendo, dejadas atrás si no tomamos medidas ahora», expresó.
Shelly Abdool, se une a la voz de su directora, pero además agrega que no sólo se trata de un esfuerzo gubernamental, sino de la sociedad civil, de las mismas niñas, y sus padres y madres.
“El matrimonio infantil o las uniones tempranas no son la solución para asegurar el futuro de su hija, a veces lo que vemos es que quieren asegurar unas condiciones económicas. Esta no es la opción que permite a una niña convertirse en una mujer adulta con capacidades y habilidades para lograr sus proyectos de vida. Entregarla en matrimonio no es un factor protector, sino que la expone a mayores riesgos no solamente en su vida sino de las de sus hijas e hijos que también va a tener”, concluye.
El plan para acabar con las uniones tempranas
El Fondo de Población de las Naciones Unidas, ONU Mujeres y UNICEF lanzaron un programa regional para hacer un llamado urgente a poner fin a estas prácticas en la región.
La iniciativa se basa en cuatro frentes:
- Reforzar las leyes:
Es necesario que todos los países de la región cumplan con los estándares de derecho internacional en cuanto a la edad legal del matrimonio. “Esto significa una armonización de las leyes y establecer la edad de matrimonio a los 18 años, sin excepciones”, dice Abdool. - Acciones conjuntas contra el matrimonio infantil, el embarazo prematuro y la violencia:
Las agencias están promoviendo y solicitando unas acciones conjuntas para asegurar un paquete de servicios públicos que atienden las causas y consecuencias del matrimonio infantil. “Acciones desde el sector salud para la prevención del embarazo adolescente, pero no se trata solamente acerca de la prevención del embarazo sino también asegurarse que las adolescentes que ya son madres o que están embarazadas, no sean excluidas de los servicios públicos ni de las posibilidades de no solamente llevar su embarazo bien pero también a seguir su propio desarrollo como adolescente, en servicios de educación y de protección infantil. Este paquete de servicios que nos ayuda a prevenir y a actuar sobre las causas y consecuencias”, explica la experta. - El empoderamiento de las niñas:
Se trata de asegurar que las niñas tienen información sobre sus derechos, que tienen las habilidades para tomar decisiones en función de sus deseos y opciones para proyectos de vida. “También es necesario que sus entornos inmediatos entiendan cuales son las consecuencias de una unión temprana además de empoderar a las adolescentes y asegurar su participación en las estrategias de prevención”, dice Abdool. - Obtener más información y mejorar la colaboración:
Existe una deficiencia en los datos sobre matrimonios infantiles y existe una necesidad de actualizar la evidencia para entender con mayor profundidad sobre los diferentes grupos que están en riesgo. “Las evidencias y las alianzas nos ayudan a romper este silencio, y rompiendo el silencio incluye a los medios de comunicación para que podamos plantear esta problemática en el debate público en la región para ese debate se lleve al diseño de políticas públicas y la revisión de servicios esenciales para la prevención de las consecuencias y causas del matrimonio infantil”, expresa la asesora de género.