23 de junio del 2017.- En su primera referencia directa al escándalo del espionaje a defensores de derechos humanos y periodistas, el presidente Enrique Peña Nieto anunció una investigación, dijo que a veces él se ha sentido espiado por lo que procura ser cuidadoso y, anticipó, procederá legalmente contra quienes acusaron a su gobierno de hacerlo.
Fue explícito: su instrucción a la Procuraduría General de la República (PGR), es para que determine si las denuncias tienen sustento, y para “determinar cuál es el origen y la fuente de dichas afirmaciones, de dichos señalamientos”.
Luego insistió:
“Espero que la PGR, con celeridad, pueda deslindar responsabilidades. Y espero, al amparo de la ley, pueda aplicarse contra aquellos que han levantado estos falsos señalamientos contra el gobierno”.
Luego de asegurar que su gobierno es tolerante y respeta las voces críticas, insistió “de manera muy categórica” en rechazar que su gobierno espíe y, con un galimatías intentó profundizar al respecto:
“Nadie puede señalar o advertir que este gobierno no haya tolerado, haya sido condescendiente, haya aceptado y haya reconocida que la crítica enriquece el actuar del gobierno”, expresó.
En Lagos de Moreno, Jalisco, donde inauguró un parque industrial, Peña Nieto dijo condenar cualquier intervención en la vida privada de cualquier persona porque, añadió, “no cabe intervenir de manera ilegal la vida de ningún ciudadano, eso no cabe en una democracia como la que vivimos en nuestro país”.
Sin embargo, Peña Nieto admitió que su gobierno ha comprado tecnología para espionaje, y que son varias las dependencias federales que poseen alguna, pero sostuvo que ésta sirve para combatir al crimen organizado y para generar condiciones de seguridad.
Luego se dolió:
“Resulta muy fácil señalar y apuntar, resulta muy fácil convocar para que se señale al gobierno como alguien que espía o como una entidad que espía. Nada más falso que eso”.
Esta forma de tratar asuntos y señalamientos en contra de su gobierno no es novedad. En noviembre de 2014, luego de publicarse el reportaje “La Casa Blanca de Peña Nieto”, negó en un discurso que hubiera corrupción y hasta aseguró que había “quienes intentan dañar la obra transformadora” de su gobierno.
Y es que según el mandatario –congruente con lo que en días pasados difundió la propia vocería presidencial, cuando dijo que no había pruebas–, nadie puede afirmar, mostrar o evidenciar que su vida se haya visto afectada ni lastimada por el supuesto espionaje y hasta dijo que él se sentía espiado.
“Somos una sociedad que las más de las veces nos sentimos espiados. Yo mismo, como presidente de la República, a veces recibo mensajes cuya fuente u origen desconozco, pero procuro, en todo caso, ser cuidadoso con lo que hablo telefónicamente. No faltará alguien que alguna vez exhiba alguna conversación mía. Ya ha ocurrido, ya ha pasado”.
Desde 2015, el semanario Proceso en su edición 2019, correspondiente al 15 de julio de 2015, dio cuenta de los diferentes equipos adquiridos por el gobierno de Peña Nieto y aun por el de Calderón, para espiar a través de sofisticados soportes tecnológicos. Pero fue el pasado lunes cuando el diario estadunidense, The New York Times y organizaciones de la sociedad civil mexicanas, informaron sobre casos documentados de hackeo a defensores de derechos humanos y periodistas, provocando una escándalo internacional.
De hecho, el diario estadunidense, priorizó la noticia en su portada, pues el espionaje, por ejemplo, a opositores, en ese país se considera realmente alarmante y ha provocado la caída al menos de un presidente, Richard Nixon, en los años setenta.
En el caso de México, a través de la historia se han documentado numerosos casos de espionaje política como práctica frecuente del gobierno federal, ahora con tecnología de punta cuya existencia fue admitida hoy por Peña Nieto, aunque con la insistencia de que se usa para tareas de seguridad.
Con información de PROCESO.com