Será esencial que la sociedad civil mantenga alejados de la manifestación todos los visos que recuerden a partidos políticos u organismos oficiales. A la par, partidos y gobierno deberían abstenerse de sacar raja política de un movimiento puramente patriótico. Porque la patria es de todos.
El único antecedente de algo así se remonta al 27 de junio de 2004, cuando durante el gobierno de AMLO en el DF marchó por Reforma, sin consignas políticas ni gritos, en silencio, un millón de personas vestidas de blanco para exigir seguridad pública y, en especial, un alto al secuestro.
Sin embargo, por la connotación nacional y el impacto mundial del momento actual, la marcha del 12 de febrero superará por millones a aquella del 2004 porque se realizará en todo el país: todos bajo el sello de “Vibra México” y con bandera anti-Trump.
Ya se estaba haciendo tardío que se trasladara a las calles el enojo nacional contra el agresivo lenguaje antimexicano del nuevo presidente de Estados Unidos: hasta ahora ha estado focalizado en la comodidad de las redes sociales y en la chispeante creatividad mexicana en memes y chistes de doble sentido.
La convocatoria para “Vibra México” está saliendo de Coparmex, México Unido contra la Delincuencia, Causa en Común, las revistas Nexos y Letras Libres, México SOS, las universidades Panamericana, Iberoamericana, El Colegio de México, UNAM, UAM, agrupaciones civiles de Monterrey, Guadalajara, Puebla, Veracruz…
Alguien que ha mostrado una lucidez digna de elogios en el contencioso México-Trump, el Jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Mancera, lo explicó con tino ayer en una entrevista con el diario español El País: “La unidad nacional es de los mexicanos, no con el Gobierno”.
Por cierto que las y los legisladores están por enésima vez a prueba. Inició el periodo ordinario de sesiones, quedó claro que coinciden en los temas, pero de igual manera queda claro que no se ve cómo vayan a ponerse de acuerdo a la ahora de abordarlos.
El que no haya consensos sustantivos en un momento como el que vivimos resulta alarmante y grave. En San Lázaro, varios legisladores, los cuales tienen responsabilidades importantes en las cámaras. El tema que acapara atención y unidad es Donald Trump. Las coincidencias en cómo se le ve, las repercusiones de lo que está haciendo y lo que se puede venir permiten vislumbrar acuerdos.
Un hecho significativo es que por primera vez en el sexenio legisladores de los partidos, a excepción de Morena, se sentaron con el Presidente en Los Pinos. El tema era Trump, sin embargo algunos de ellos nos dijeron que no tenía sentido hablar sólo de ese tema. Un caso fue el de Francisco Martínez Neri, del PRD, y Marko Cortés, del PAN. Ambos plantearon al Presidente que por ningún motivo subieran los precios de las gasolinas en febrero.
Martínez Neri refiere que el Presidente le comentó: “Francisco, lo entiendo, pero el gobierno se tiene que hacer de recursos”, ante lo que el perredista contestó: “Lo sé, pero lo de las gasolinas está teniendo respuestas muy serias en las calles”.
Quizá la eventual decisión de no incrementar los precios de los combustibles se deba efectivamente a lo que está pasando en las calles. La manifestación del martes pasado fue sin duda significativa, a lo que se suma la insistencia de empresarios y partidos.
Día a día está siendo más y más preocupante la conducta que ha asumido el presidente de Estados Unidos desde que asumió el cargo no sólo por antidiplomática, que raya en franca majadería en el trato que da a los mandatarios de otras naciones en conversaciones telefónicas, que como en el caso del Presidente de México, Enrique Peña, hasta son filtradas presuntamente desde la misma Casa Blanca para que se sepa de lo que hablaron y se difundan versiones “a modo”.
Si a eso se agrega su afán de tergiversar o mentir a sabiendas para exhibir y amedrentar a sus interlocutores, eso lo hace poco confiable para entablar cualquier diálogo personal, telefónico o a través de Twitter, que es su medio favorito de comunicación, en el que llega hasta colgar y poner fin abruptamente, como le sucedió ayer al primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull.
Mientras el Presidente Enrique Peña anunció el inicio de consultas formales con representantes del sector productivo para analizar la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en un plazo de 90 días, su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, insistió en su intención de acelerar las conversaciones para la renegociación del mismo, en la que espera obtener ventajas para su país.
Ante esa diferencia de opiniones y plazos y, sobre todo, por la actitud hostil que el mandatario del país vecino ha asumido contra México, más que contra Canadá, que es la tercera nación firmante, todo parece encaminado a que EU abandone ese acuerdo que está en vigor desde el 1º de enero de 1994.
Por más “buena voluntad” del Gobierno mexicano de no llegar a un enfrentamiento abierto con el magnate-empresario empeñado en mostrar su agresividad y autoritarismo y buscar la permanencia del TLCAN, esa posibilidad parece más remota ante la conducta y las declaraciones de aquél.