Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado (08-XI-16).- Cuando se milita en política burguesa (o de democracia representativa) cuentan, los que lo han hecho, que, evidentemente, en la medida que vas en ascenso te enteras de los acuerdos y negociaciones que se establecen en los círculos superiores para así gobernar los políticos en beneficio siempre del capital. Es así que lo que se plantea en los círculos superiores sólo los círculos superiores lo saben, aunque los círculos inferiores y los analistas lo intuimos, como hoy intuimos los varios acuerdos establecidos entre 1988 hasta hoy entre panistas y priistas en beneficio siempre de la burguesía.
Piénsese así, por ejemplo, en el pacto establecido en 1988 entre Salinas y Luis H. Álvarez para que en 2000 se cediera la presidencia del país a un panista (¿remember Fox?) Los mismos acuerdos que se dieron entonces fueron los que en 2012 (con la venia de Salinas otra vez) operaron para permitir que con todo y fraude gobernara el país Peña Nieto, sin cobrarle cuentas con la ley en la mano a Calderón (¿recuerdan la explosión de las torres de Pemex?)… y cediéndole a cambio, en 2018, la presidencia del país a Margarita Zavala en pago, también, de cubrir a cambio las tropelías cometidas en su mandato por Peña Nieto y cerrarle el paso como sea necesario a cualquier otro candidato presidencial. Acuerdos y alianzas son acuerdos y alianzas.
Triste manera de operar la política gubernamental. Aunque, ya desde Fouché, eso se convirtió en práctica cotidiana que Maquiavelo, desde un poco antes, recomendaba al Príncipe. Hoy, sabiéndose eso con tanta anticipación, uno necesariamente se tendrá que preguntar: ¿frente a ello, cuál será la respuesta que tendrán los futuros candidatos a la presidencia de la República? ¿López Obrador seguirá resistiendo con estoicismo el fraude? ¿Los priistas asumirán disciplinadamente los acuerdos? Mucho está de por medio. Por ejemplo, ¿la destrucción de la imagen de Anaya no es así como puede explicarse ahora?
Las respuestas a eso habrá que esperarlas. Lo que ya desde hoy se puede adelantar es que la política burguesa si en algo se distingue es porque no tiene madre y lo que predomina en ella (más allá de la disciplina, del conocimiento o de la experiencia) es lo que se acuerda entre las élites del poder para defender los intereses del sistema (capitalista) que desde tiempo atrás ha venido construyendo la burguesía como clase y cuya única finalidad es sólo acelerar lo máximo posible la acumulación de capital. Todo aquello que lo impida o se oponga a ello es destruido inexorablemente de una u otra manera. La política, así, no escapa a esa dinámica. Por eso, en el caso del país, hablando del 2018 va a predominar de aquí en adelante saber si las alianzas y acuerdos ocultos van a predominar o si, la presión desde abajo y a la izquierda (como plantean en su comunicado conjunto el CNI y el EZLN), va a lograr imponerse para que, por la vía que se considere adecuada, sean los intereses del pueblo los que predominen a la hora de elegir gobierno.
En diciembre, dice el comunicado de referencia, varias cosas nuevas se van a plantear ajenas a la política burguesa.