Artículo de Fondo, Por Ignacio Martínez (23-IX-16).- Hace algunas noches cuando recibía información de cómo un grupo de policías perseguían, se enfrentaban, escuchaban los disparos criminales, sentían pasar las balas dirigidas a ellos muy cerca, tan cerca que al menos dos recibieron rozones uno de ellos en la cabeza, esos policías eran heridos y seguían en la búsqueda de presuntos delincuentes, me fui a dormir a eso de las cinco de la mañana muy orgulloso de ellos, de la policía Michoacán.
Durante las siguientes horas pude comprobar por diversos dichos de la lucha profesional que habían tenido por varias horas en las calles de Morelia, pero también leía el escarnio de muchos porque los presuntos criminales huyeron.
Pensé entonces lo qué es un Policía, un funcionario que siempre está sujeto al escrutinio público y hasta jurídico, los hijos de los policías son señalados por sus propios profesores de que fueron “reprimidos” en una manifestación, un policía cuando actúa se le critica y cuando no actúa también!
Se quiere que el actuar de un policía sea únicamente a nuestro favor y no en contra, un policía es un ser humano que tiene relación con los graves y sencillos problemas que a diario existen en la población, que se relaciona con la parte más oscura de los seres humanos, que trata con las peores personas de la sociedad.
Un policía toma decisiones individuales, a pesar de que existen reglamentos técnicos y jurídicos, recibe amenazas de muerte para él y su familia frente a un ministerio público o incluso ante un juez.
Un policía tiene que tratar con respeto a drogadictos, a borrachos, a asesinos, a influyentes, a políticos, a señoras que se pasan los altos, a señores pre-potentes, a miembros de los medios de comunicación, a profesores, a estudiantes normalistas, a diversos “muchachitos inquietos” todos, todos ellos irrespetuosos y agresivos.
Un policía muchas veces es testigo de la muerte de sus compañeros, un policía tiene la grave responsabilidad de tomar la decisión de usar un arma de fuego contra otro ser humano en cumplimiento de su deber, puede ser detenido por ello y luego regresar a las calles en la total indefensión y sin recibir tratamiento psicológico.
Un policía puede terminar sus días si no ante las balas de los delincuentes, con hipertensión, colitis, gastritis, diabéticos, con tendencia al suicidio, con tendencias psicóticas, discapacitado, pobre y abandonado.
Un policía es un héroe no reconocido por nosotros mismos, por la sociedad en la que vive y sirve, dicen que el dictador Victoriano Huerta en los albores del siglo XX dijo: “A los policías hay que mantenerlos muertos de hambre para poder robar desde el gobierno”.
Muchos de niños hemos deseado ser policías, como adultos desearíamos tal vez portar el uniforme, pero igual no quisiéramos estar en sus zapatos por el riesgo que se corre diariamente.
Si supiéramos por un instante la satisfacción que sienten cuando una señora en la calle les da una bendición; cuando ven las lagrimas de alegría de una madre cuando el policía devuelve al niño extraviado; cuando rescatan a una joven que venia “encajuelada” gracias a la percepción del Policía que sospechó del nerviosismo de un simple infractor vial; cuando evitan el robo, el asalto o el secuestro y las personas agradecen con todo corazón el haberlos salvado; cuando los hijos de policías ven a sus padres o madres con admiración y respeto hasta el grado de tomar la decisión de convertirse, también ellos, en policías (1).
Ser Policía es una profesión que repercute inmediatamente en la sociedad, por eso requiere que la conducta individual policial tenga una resonancia positiva.
“El Policía es profesional porque ejerce destrezas y habilidades para satisfacer necesidades del grupo al que pertenece; el Policía es profesional porque tiene encomendada una misión especial que cumplir: dar la vida si es necesario en aras de la paz social y de la justicia; es profesional porque está puesto al servicio de los demás, actuando con carácter público y comprometido jurídicamente ante aquellos a quienes sirve.” (2)
En las últimas noches cuando regreso a casa de trabajar y cuando a lo lejos veo los códigos, las luces encendidas de una patrulla, me avisan que están ahí de manera silenciosa y me he sentido cuidado.
Gracias a los Policías profesionales que nos cuidan! Modestamente, felicitaciones a los buenos policías que cumplen con su función.
(1) Candelario Urrutia R., Policía Primero, Granaderos. Carta de un Policía a su hijo, “Si hijo mío, Soy Policía”.
(2) Romero H., Justino; Hernández G., Leoncio. Manual de Ética Policial. México, ITFP.