20 de agosto, 2016 — Dos trabajadores humanitarios de Naciones Unidas relataron a Radio ONU su experiencia en la tarea de asistir a los afectados por desastres, guerras y violencia.
La primera historia se desarrolla en el pequeño pueblo de Tenosique, en el estado de Tabasco en México, ubicado en la frontera con Guatemala.
Allí, cada mañana Rafael Zavala, un trabajador humanitario de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), visita con sus colegas un albergue de migrantes y refugiados al que acuden cientos de personas.
El hermoso paisaje de la zona contrasta con el dolor de la población que arriba, nos cuenta Rafael en una entrevista telefónica desde el terreno.
“Principalmente son personas que vienen del Triángulo Norte de Centroamérica, de Honduras, El Salvador y Guatemala. Son personas que llegan sumamente afectadas y asustadas por los altos niveles de violencia. Sobre todo lo observamos en los jóvenes. Muchos de ellos están siendo obligados a unirse a grupos delincuenciales, a unirse a las pandillas, y el nivel de miedo que tienen es una de las cosas que me ha impresionado mucho”, dijo.
Rafael Zavala es ecuatoriano. Empezó su trayectoria como trabajador humanitario en su país y luego se trasladó al sur de Sudán. En la actualidad, en México, sigue ayudando a quienes se vieron forzados a dejarlo todo en busca un sitio más seguro.
¿Cómo crees que esta labor ha cambiado tu vida?, le preguntamos.
“La ha cambiado radicalmente. Lo primero es que a uno le hace reflexionar sobre lo privilegiado que es por haber crecido en entornos menos violentos, con más oportunidades. Esta reflexión, en mi caso, me ha llevado mucho al compromiso de por qué trabajar para esta población”, explicó.
La segunda historia ocurre en Panamá, donde se encuentra Elio Rujano, comunicador del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Elio ha concentrado su carrera de 13 años en América Latina, auxiliando a los afectados por desastres naturales y asistiendo en el proceso de reconstrucción.
“Las necesidades son múltiples, una de ellas es asegurarse su próxima comida”, apuntó.
Para Elio, lo más impactante es presenciar cómo los desastres exponen a las personas a tanta fragilidad al perder lo poco que tenían.
“Ese desamparo, esa vulnerabilidad, esa tristeza que queda en ellos es lo que más impacta porque no saben a quién recurrir. De verdad cuando nos ven a nosotros llegar con ayuda es como que les vuelve el alma al cuerpo, les vuelve el espíritu de saber que pueden contar con una mano que se les puede tender en el momento que más lo necesitan”, señaló.
Irónicamente, los que están allí para tenderles una mano también son vulnerables. En muchas situaciones los trabajadores humanitarios sacrifican su vida haciendo esa labor.
¿Cuáles son algunas de las dificultades que han atravesado en el terreno?
“Yo no estuve personalmente en Haití. Me fui después de la emergencia y cuestionaban la lenta reacción de Naciones Unidas, pero yo les recordaba, señores tengan presente que un buen número de trabajadores nuestros murió durante el terremoto, incluso del PMA. Recuerdo el caso de uno de ellos que enterró a su hijo fallecido prácticamente en el patio de su casa y con mucha resolución retomó nuevamente y se fue a trabajar al campo”, relató.
Aun conociendo esos riesgos, Elio considera que su llamado en este mundo es estar al servicio de los demás. Al concluir la entrevista hizo esta reflexión:
“Hace muchos años yo me preguntaba para qué vine al mundo. Y realmente, la respuesta es simple y sencillamente, vine al mundo para servir. Todos los trabajadores humanitarios tenemos esa vocación. Venimos al mundo a servir y a hacer una diferencia. La otra gran satisfacción que tenemos es cuando estas personas que lo han perdido todo te miran a los ojos y te dicen gracias, gracias, gracias”, acotó.
El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, cada 19 de agosto, es una oportunidad para agradecer la abnegada labor de los trabajadores humanitarios, reclamar seguridad en el ejercicio de sus tareas y reflexionar sobre la importancia de ser solidarios con cientos de millones de personas en el mundo que necesitan ayuda porque han sido golpeados por catástrofes, guerras, violencia y persecución.