*Castillo debe ser destituido.
*El Inea en Michoacán es un cero a la izquierda.
Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado (12-VIII-16). Se antojaba que el ex comisionado para la seguridad y desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes hiciera el ridículo en los Juegos Olímpicos y, desde antes, destacados atletas vislumbraban un rotundo fracaso en los juegos de Río por los pleitos que entabló este nefasto personaje con las federaciones que aglutinan a nuestros atletas. El tiempo les dio la razón.
No se explica cómo un ex policía que le dio en la “madre” a Michoacán y a los michoacanos fuera designado presidente de la Comisión Nacional del Deporte. Estas son expresiones de los michoacanos.
Si bien es cierto que es muy amigo del Presidente Peña Nieto, eso no justifica que pueda hacer lo que le venga en gana tan solo por contar con el apoyo presidencial, se le deben fincar responsabilidades por su forma de actuar porque todas sus malas acciones repercuten en el Presidente por protegerlo.
Castillo Cervantes no da una, no solo mete una pata sino las dos y seguramente después del rotundo fracaso de nuestros atletas va a repartir culpas y justificar su incapacidad acusando a otros como ya es su costumbre y se lavará las manos.
Ahora, salió con la estupidez diciendo que la dependencia que la Conade es sólo una “agencia de viajes”, pero no dice quien o quienes la han convertido en eso y los que saben dicen que llegó a la dependencia fracasado, traumatizado por lo sucedido en Michoacán de donde prácticamente fue expulsado por las estupideces y atrocidades que cometió en esta entidad y la Conade, al igual que en Michoacán, la convirtió en una agencia de colocaciones, en una dependencia sin dirección y sin una estrategia definida, todo lo contrario, trató de desaparecer las federaciones y hasta se estuvo en riesgo la participación de los atletas mexicanos en Río. Alfredo Castillo Cervantes debe ser echado de la Conade de inmediato y si tiene vergüenza no debe esperar y dimitir sin que se lo pidan, pero júrelo que seguirá al frente de dicha dependencia porque vergüenza no tiene ni una pizca.
Perdió nuevamente la oportunidad de quedarse callado el titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Alfredo Castillo, y con verborrea iracunda reveló su verdadero nivel como político, funcionario y persona: “La Conade es una agencia de viajes que propiamente lo único que hace es dar el dinero a las federaciones”.
Lo que lo pinta como chambista y no como el hombre de Estado que debiera estar al frente de esa comisión, a la que, según sus propias palabras, despectivamente compara con una “agencia de viajes”, cuando debería estar plenamente consciente de que es la instancia que se encarga de definir las políticas públicas en materia deportiva para el país.
De un país que, debería tener presente, está entre las primeras 15 economías del mundo.
¿Y por qué aceptó ponerse al frente de una “agencia de viajes”? Porque en su gen chambista ha ido de la Procuraduría mexiquense a la Profeco, y de ahí a ser comisionado de seguridad para Michoacán, para luego aceptar hacerse cargo de la Conade.
Como lo hacen quienes van de trabajo en trabajo, sin hacer oficio en nada, pues su interés máximo se limita a mantener un ingreso fijo, sin convertirse en parte de un proyecto y mucho menos comprometerse a vivir para ello.
Y ahora, como agente de viajes, se beneficia de la “agencia” Conade, hasta para llevarse a su pareja a los Juegos Olímpicos.
Medallas de oro en nepotismo y cinismo se colgó el titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Alfredo Castillo, al llevar a su pareja a los Juegos Olímpicos Río 2016, con recursos del erario mexicano, mientras la delegación de deportistas que representa a nuestro país va de fracaso en fracaso, no por culpa de los atletas, sino por la frivolidad con la que se está manejando el deporte nacional y la falta de una política en la materia.
La reportera Jocelín Flores, enviada del diario Récord, pilló al funcionario muy acaramelado con su pareja en al menos tres escenarios donde se desarrolla la justa olímpica: en el estadio Maracaná, en el Sambódromo y en el Centro Acuático, y a ella, se le ve portando el uniforme Hugo Boss color coral, igual que los integrantes de la delegación mexicana.
Y la explicación de Castillo de por qué llevó a su pareja y le dio el uniforme pagado con el erario es vergonzante: “Veníamos como una pareja que viene a representar a México (…). Que yo esté con una persona creo que no les afecta. Iba (la mujer) como la persona que me representaba a mí, como mi pareja, íbamos a representar a México”.
¿Y a ella quién la designó para “representar” a México? ¿Quién le autorizó a Castillo contratar a su pareja para que lo “represente” en los Juegos Olímpicos? ¿Cuánto está cobrando su pareja del dinero de los mexicanos?
Respecto al fracaso de la delegación mexicana, tiene razón Castillo, al decir que “no podemos cargarle tanta responsabilidad a ellos (los deportistas), sobre sus hombros, éste es un problema de fondo. El deporte en México tiene que cambiar de raíz. Después de Río es una muy buena oportunidad”.
En efecto, el responsable del fracaso es él. Porque desde que asumió el cargo, en abril del 2015, no ha presentado un plan efectivo para detectar a temprana edad e incentivar a deportistas y sólo se dedicó a pelear con las federaciones. Y encima de todo se toma los Juegos Olímpicos como una especie de luna de miel.
Pasando a otro tema, ahora resulta que la delegación del INEA dice que el 96 por ciento de los estudiantes que tienen una beca por parte del gobierno del estado no reúne los requisitos y prácticamente llamó analfabetas pues señaló que no se les da la lectura y que no leen los correos que se les mandan. Según el INEA, cada becado debe llevar a dos personas que no sepan leer ni escribir y asesorarlo hasta que logre la primaria al menos.
La pregunta es: ¿Cuándo el INEA orientó o asesoró a los jóvenes becarios para que ayuden en las labores educativas? Lo primera que deben hacer los funcionarios y personal de dicha dependencia es ponerse a trabajar como se debe y utilizar los vehículos para las labores educativas y no llevárselo en la semana o los fines de semana para pasear a la familia, porque eso sí lo hacen pero no alfabetizan como es debido.