Artículo de Fondo, Por Ignacio Martínez.- Nos habían invitado a cuatro periodistas a una reunión para intercambio de opiniones con Carlos Hugo Castellanos el otrora poderoso y carismático Secretario de Seguridad Pública en la época de Fausto Vallejo y una parte de Salvador Jara, o mejor dicho en la época de Alfredo Castillo el Comisionado para la seguridad y el desarrollo de Michoacán.
Recuerdo que mi primera impresión fue el sentir la fuerza, el imán, el respeto, solidaridad y entrega de Carlos Hugo hacia su jefe, el comisionado Castillo.
Los temas iniciales fueron la percepción de lo que sucedía en Michoacán, éramos los primeros en secuestros, en extorsiones, en intromisión del crimen organizado en las estructuras del mismísimo gobierno, ejecuciones frecuentes, levantones con frecuencia de escasas horas y hombres armados en las calles de las ciudades y de los caminos de Michoacán.
Era nuestra primera reunión en corto con Carlos Hugo, estaba presente también Emiliano Montiel quien había promovido la reunión, Emiliano se encargaba de lo relacionado con el trato y la atención a la prensa de Alfredo Castillo.
Con la emoción en su mirada Carlos Hugo y Emiliano nos confesaron que en otra mesa estaba su jefe Alfredo Castillo y que en unos minutos pasaría a saludarnos.
El hecho de que Alfredo Castillo platicara con periodistas michoacanos estaba fuera del protocolo común, el únicamente daba entrevistas a los periodistas de los medios nacionales y a diario lo veíamos y escuchábamos narrando las historias de su éxito en la tierra de Morelos.
Finalmente llegó a la mesa Alfredo Castillo, nos presentamos brevemente, Jaime López, Julio César Hernández, Arturo Herrera y su servidor, recuerdo que yo mostré mi inconformidad de que no se tomará en cuenta a los medios de Michoacán, Castillo apenas si volteó a verme, sin embargo, respondió que en la estrategia pronto estarían contemplados medios de comunicación locales, que el no hacía las estrategias, todo estaba diseñado directamente desde la oficina de comunicación social de la oficina de la presidencia.
El lenguaje de Alfredo Castillo era directo, se notaba el poder que traía en sus manos y en su lengua, un poder dado por el mismo Presidente Peña Nieto, pero también las malas palabras brotaban como un manantial.
Cuestionamos sobre las características de cómo debería ser el candidato del PRI al gobierno de Michoacán, la respuesta no se hizo esperar, debía tener características semejantes a las de Salvador Jara, de ninguna manera permitiría la presencia de un candidato del PRI michoacano porque el PRI de la entidad dijo ERA UNA MIERDA, lleno de corrupción, de personajes innombrables, de gente coludida con el crimen organizado, que habían provocado sus políticos el desastre financiero y el caos social que padecíamos en el estado.
Yo no podría calificar de esa manera al PRI de Michoacán como institución, pero de que hacen lo posible porque se les califique así, hacen lo posible y me explico, todos pudimos percibir en la elección pasada como un grupo de encumbrados tricolores le jugaron chueco a Chon Orihuela, muchos con todo el cinismo del priista con poder incluso declararon que votarían por otro candidato, muchos de los operadores políticos de priistas que buscaron la candidatura a gobernador en infinidad de ocasiones se dedicaron a promocionar el voto para Silvano Aureoles, es más gente cercana al ahora presidente estatal trabajo a favor de Silvano aunque busco que los distritos federales que le interesaban al presidente Peña fueran ganados por los candidatos del PRI.