Columna «Sendero Político», Por José Cruz Delgado.- De cada 100 personas que emigran de Michoacán a Estados Unidos 36 son mujeres, debido a la precaria situación en la que viven y la violencia del narcotráfico. El 68 por ciento de las michoacanas que se van a EU están casadas y la mayoría pretende reunirse con sus esposos.
Ellas están emigrando tanto de las zonas indígenas como de las urbanas, y en ambas “se van las más pobres de las pobres, es decir las que están en pobreza extrema y que nos les queda de otra”. El estado de Michoacán ocupa el tercer lugar en migración, tanto de hombres como de mujeres, después de Guanajuato y Jalisco. 87 de los 113 municipios de Michoacán son “focos rojos” por su elevada expulsión de migrantes. De 2002 a la fecha, 1.5 millones de personas han salido de la entidad a Estados Unidos, y más de 70 por ciento de ellas tenían menos de 30 años de edad y las regiones michoacanas donde más ha mermado la población son el Bajío, Tierra Caliente y la Costa.
A las razones económicas habría que sumar las de género y sociales: la ruptura o ausencia de vínculos con un hombre, entendida como cambio en las relaciones matrimoniales; la soltería, contextualizada en el cambio de roles de la familia, y las estrategias de sobrevivencia para escapar de la violencia.
La coordinadora del Comité de la Mujer de la Red Mexicana de Líderes y Organizaciones Migrantes, Yolanda Zoraida Ávila Toledo, quien trabaja con mujeres migrantes en Illinois, Estados Unidos, y en Michoacán, explicó que las mujeres del estado que emigran lo hacen por cuestiones económicas y “emocionales”, mientras que las centroamericanas huyen de la violencia en sus países. Las michoacanas que emigran a EU se van en su mayoría a Illinois, donde ya cuentan con redes de apoyo, afirmó Ávila Toledo.
Detalló que de acuerdo con información de su organización, las mexicanas que se van a EU “son solteras y muchas de ellas con hijas e hijos”, quienes se quedan con los abuelos, por lo que las migrantes tienen que enviar dinero para la manutención.
Lo que sí es crítico, apuntó Yolanda Ávila, es que más de 50 por ciento de las mujeres migrantes en el vecino país “viven en pobreza”, con lo que se evidencia que “el sueño americano es una utopía”. También se suma el bajo nivel de escolaridad de estas mujeres.
La situación política, social, económica e histórica de cada país es una de las causas de la migración, según el estudio “La feminización de los procesos migratorios internacionales: Una perspectiva psicosocial de la migración de mujeres mexicanas a Estados Unidos y su relación con la salud mental”, elaborado por académicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Una investigación del Pew Hispanic Center, una organización de investigación sobre la población hispana en el país del norte, menciona que en EU hay 3 millones 291 mil personas michoacanas, y de ese total, un millón 600 mil son mujeres, es decir 48.6 por ciento.
MÁS RIESGOS PARA ELLAS
Lucero Circe López Ríofrio, directora de la organización civil Humanas sin Violencia, dijo que las michoacanas utilizan rutas distintas a las de los hombres para llegar a EU, la cuales les cuestan más dinero.
A un hombre le cobran 2 mil 500 dólares (cerca de 32 mil pesos mexicanos), mientras que a una mujer le cuesta hasta 5 mil dólares (casi 64 mil pesos mexicanos), y sin embargo la vida de las migrantes no está garantizada.
En el trayecto ellas se exponen a redes de trata de personas. “Muchas veces terminan haciendo lo que el “coyote” o “pollero” (traficantes de personas) les dicen para pasar (la frontera) y salvar su vida”, detalló López Ríofrio.
Según denuncias recopiladas por Humanas sin Violencia, las últimas llamadas que hicieron las migrantes a sus familiares era cuando estaban en estados como Sonora, Tamaulipas y Baja California, aquí concretamente en la fronteriza ciudad de Tijuana.
Algunas mujeres han llegado a comunicarse después de un año y es cuando cuentan que “el pollero las tenía y las prostituía, posteriormente las dejaba seguir su camino”.
En contraste con los varones –añadió la activista–, del total de michoacanas que emigran a EU sólo cinco por ciento lo hace acompañada de algún familiar, mientras que el resto viaja sola. “Ellas nunca se van en grupo, migran solas en autobuses desde Morelia hasta la frontera”, explicó.
FIN DEL “SUEÑO AMERICANO”
Detalló que las michoacanas “se van a EU porque no hay trabajo en el estado”. Agregó que las mujeres tienen más posibilidades de encontrar empleo, pero no se les respetan sus derechos laborales.
Ávila Toledo apuntó que las michoacanas se emplean en el cuidado de niñas y niños, aseo de hoteles, en cocinas y fábricas. Recientemente se han incorporado a la jardinería, un trabajo que hasta hace poco era sólo para los hombres.
Un análisis de la investigadora Ivonne Szasz menciona que en el vecino país se prefiere contratar a mujeres migrantes “porque (las empresas) eluden más fácilmente el pago de la seguridad social”.
Esta vulnerabilidad social permite que se violen los Derechos Humanos de las migrantes, ya que los empleadores les pagan bajos salarios y no les proporcionan medidas de seguridad e higiene para la realización de su trabajo, según la investigación de la Umich.
Ávila Toledo explicó que en Illinois su organización tiene un proyecto llamado Mujeres Monarcas, que tiene como fin empoderar a las mujeres, sobre todo aquellas que tiene bajo nivel de escolaridad.
Se trata –precisó– “de que ellas tengan mejores niveles de confianza en su persona y su autoestima se eleve”, para que reconozcan sus logros al momento de haber emigrado y trabajar en un país distinto al suyo.
Agregó que trabajan tanto con las mujeres que se quedan en Michoacán como las que viven en EU y las capacitan para defender sus derechos laborales y a la salud.
SIN MEDIDAS DE ATENCIÓN
Lucero Circe López Riofrío abundó que a su organización Humanas sin Violencia llegan familiares a denunciar que las mujeres migrantes “se extraviaron”. “El problema es que por falta de recursos no le damos seguimiento”, lamentó. Humanas sin Violencia pretende elaborar una “Cartilla para la mujer migrante”, pero por carencia de fondos no se ha puesto en marcha.
La cartilla sería una especie de guía sobre medidas de seguridad, como por ejemplo “coserse el dinero dentro del pantalón, porque sabemos que en los retenes (los delincuentes) les piden que se quiten la ropa”. Otra medida es llevar pastillas de anticoncepción de emergencia (PAE) y en caso de violencia sexual tomarlas de inmediato, así como números telefónicos para pedir ayuda en casos de emergencia.