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¿Del Dreamliner al Militarismo?

Columna Política «Repercusiones», Por Samuel Maldonado B.- En el país, los mexicanos en lo general no solamente hemos sufrimos el alto grado de la criminalidad sino que padecemos la llamada –por las autoridades en la materia- la depreciación en un 40% de la moneda nacional, que impacta y encarece la ya de por sí la vida de las clases populares y marginales y que lastima también a sectores preponderantes de la clase económicamente pudiente, a grandes empresarios y contratistas como al magnate capitalista  Carlos Slim  a quien en décadas anteriores prácticamente el gobierno del país le regalara la compañía Teléfonos de México y que  aun con la pérdida del valor de sus acciones, sigue siendo archimillonario y uno de los hombres más rico de México, sufre las consecuencias del actuar del mercado internacional. Él sigue siendo muy rico  y los mexicanos en su mayoría continúan empobreciéndose más y más.

La “depreciación política y económica” del país, iniciada varios años antes con los gobiernos neo liberalistas, ha dificultado e impedido sobre manera el desarrollo nacional, agravando las condiciones sociales de millones y complicando la seguridad nacional, todo por la  infantil y estúpida  participación no solamente del Gobierno Federal sino de la ayuda ¿inocente e infantil? del Congreso Nacional  (sin la H de honorable, que alguna vez lo fue), además de la ayuda invaluable de la mayoría de los congresos de todas las entidades federativas, la complacencia y cinismo de  las autoridades estatales, que dieron como resultado la desnacionalización de las diversas empresas estatales provocando consecuencias negativas prácticamente visibles en grandes núcleos poblacionales que muestran además, la depredación, rapiña o despojo de nuestras riquezas naturales renovables o no.

Ante esta lacerante situación, agravada aun más por el ejercicio superfluo y excesivo, a veces exótico del gasto público, que no resuelve la problemática social menos aún la de la  seguridad pública, o de la pobreza, nos encontramos  en un tobogán internacional que absorbe nuestros ahorros, que obliga a compras de material bélico principalmente a nuestros “buenos vecinos” y  a “rezar” para que la

época de vacas flacas termine  y deje de ser es patética la  comprar de aviones para uso de la familia presidencial y termine también el gastar la pólvora en infiernitos, en esta guerra supuestamente contra el crimen organizado, iniciada en Michoacán por su hijo desobediente, que si no fuera tan patético el tema, nos estaría matando a todos de la risa provocada por tanta estupidez  e inequidad que cometen casi a diario nuestros gobernantes y legisladores. Más de  diez mil millones de devaluados pesos (por la apreciación del dólar) costó el avioncito que lleva el amoroso nombre de  “ensueño” (Dreamliner 787-8) para el disfrute de la familia presidencial principalmente y sus cuates que lo ayudan a gobernar. En esta terrible etapa gubernamental, de miserias y de problemas económicos, prácticamene es un crimen de lesa humanidad la compra de aparatos de super lujo y de gastar la pólvora en infiernitos y que debiera pagarse como se le cobra, ahora, al Chapo; es decir, con cárcel.

Ante este panorama tan crítico de depredación nacional, “en torno a una mesa de  café, un grupo de ingenuos” dialogábamos sobre las consecuencia de este tétrico escenario político – militarista que vivimos a lo largo y ancho de nuestro país. Analizábamos la conducta generalizada de los miembros del (sin la H de honorable) Congreso Nacional, que  votando por sus particulares intereses recibieron sus premios correspondientes a la traición cometida firmando  las supuestas reformas Constitucionales que nos dejaron sin petróleo, sin energía eléctrica, sin siderúrgicas, sin empresas eléctricas, etc., a cambio de ¡dirigir,  (¿prescindir o presidir?)¡ el Congreso de la Unión.

El costo suntuario de los tres  poderes (convertidos en uno sólo)mismo  que reparte concesiones, que compra voluntades y votos, que compra residencias  y que obliga al Ejército Nacional, a la Secretaría de Marina Armada de México, a combatir el crimen organizado precisamente por la corrupción política, policial y empresarial prevaleciente, seguramente que alaguna vez cansará al Ejercito y Marina de obedecer estulticias y ponerle un alto al presidencialismo retrogradado y entonces ¿para bien o para peor? pudiera aparecer en el horizonte una arremetida contra el poder político y económico y efectivamente retrotraernos a poco más de un siglo y reencontrarnos con el militarismo latinoamericano o con el régimen autoritario de Don Porfirio. Entonces si…, ¡que dios nos salve!

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