Agradezco pues esta gran oportunidad de estar con ustedes en el Segundo Encuentro Internacional de Izquierda Democrática que tiene como propósito la formulación de propuestas para enfrentar la desigualdad, que es sin duda, el mayor de los desafíos mundiales que pone en riesgo la paz y la tranquilidad de la humanidad, y que la lógica mercantil de la globalidad, pretende mediatizar, sin darse cuenta que en su propia ambición están forjando al protagonista de su destrucción.
Considero de absoluta trascendencia la realización de este evento, así como los ejercicios de crítica y autocrítica constructivas, que nos permitan establecer con mayor lucidez y efectividad tanto el calibre de los desafíos que enfrentamos, como las capacidades y pertinencia de nuestros métodos de acción para construir sociedades más sanas, igualitarias y productivas.
Hoy en día el pensamiento de izquierda y las fuerzas progresistas, tanto en Latinoamérica como en el mundo entero, se anteponen frontalmente a las premisas que por décadas de la doctrina neoliberal han pretendido inculcarnos, la individualidad por encima de la colectividad, premisas cuando menos cuestionables, si no es que evidentemente erróneas, pues a todas luces queda históricamente demostrado que -lejos de resolver los problemas- han conducido a la humanidad a niveles de desigualdad verdaderamente alarmantes.
Los indicadores de desigualdad son brutales. Miren ustedes que sí es cierto, lo que dijo la Oxfam en el marco del Foro Económico Mundial celebrado en Davos, pero la simple referencia debe ser motivo de gran preocupación para nosotros, que el 1 por ciento de la población mundial concentra la riqueza del 99 restante de los habitantes del planeta, es realmente delicado, pero también en el ámbito local; que en México, cuatro personas acumulan el 9 por ciento del Producto Interno Nacional, es una referencia que habla de a qué nivel hemos llegado sobre la base de políticas públicas excluyentes, centralistas y enfocadas solo a beneficiar a una parte.
Es evidente que el desarrollo económico no tiene sentido cuando su motivo es la ganancia pura, olvidando que el hombre encuentra su plenitud cuando impulsa valores como la fraternidad, la solidaridad y la aspiración de una justicia para todos, que tiene que ver con la igualdad de oportunidades y el respeto pleno a los derechos que garanticen y que debe garantizar el Estado a sus soberanos.
En su ambición de ganancia se concentran sólo ver el árbol y no el bosque, como bien señaló Hegel, en aquel discurso pronunciado en la Universidad de Heidelberg en 1816, cuando dijo -haciendo la analogía correspondiente-, “piensan en la acumulación desmedida de capital y la especulación como estrategia de ganancia, sin darse cuenta que la desigualdad y la falta de oportunidades de las nuevas generaciones, de los ciudadanos del mundo, solo agudizará la contradicción, entre el que tiene mucho, frente a los muchos que carecen de todo, y esto de ninguna manera es el camino para construir una sociedad armoniosa, solidaria, que teniendo como principal valor, el bienestar de la persona, en el contexto y preservación del medio ambiente, como un todo, en donde el término medio aristotélico nos da, prudentemente, el espacio de encuentro que potencie, eficientemente las capacidades personales de los ciudadanos”.
Este concepto, que por cierto no es un asunto nuevo, Morelos antes había dicho que todo el trabajo, la lucha y el interés superior, es para alcanzar la felicidad de las personas.
En materia de política, son los cambios en el modo de pensar los que producen verdaderas transformaciones sociales y no las medidas dictadas por la coyuntura o por determinado enfoque doctrinario. Las ideas deben de adaptarse a la realidad y no al revés, pues el proceso inverso ha producido verdaderos infiernos.
De manera, entonces, que en la izquierda estamos emplazados a encontrar los mecanismos sociales que reviertan la mentalidad neoliberal y sus efectos prácticos; estamos obligadas y obligados igualmente a desarrollar nuevas formas de organización, democráticas y equitativas, para que las mayorías sean partícipes y destinatarias de los beneficios del progreso económico global, el cual es imposible de soslayar.
También es importante destacar que desde una perspectiva social, desde la perspectiva de justicia social, el esfuerzo de la izquierda, tanto en el ejercicio de gobierno como en la lucha por el poder, deberá orientarse a apoyar a la pequeña y mediana empresa, a estimular la creación de oportunidades de desarrollo, de empleo estable bien remunerado y del aumento y generación de riqueza. Durante más de un siglo, el pensamiento de izquierda ha concedido –esto es importante destacarlo, amigas y amigos-, ha concedido mayor énfasis a la distribución de la riqueza que a la generación de riqueza. Hoy me parece adecuado que debemos atender ambos conceptos; no hay riqueza que se reparta, si antes no se genera.
Nosotros hemos sido expertas y expertos en demandar más programas sociales, que se reparta más, que se genere tal o cual programa, que se apoye tal o cual necesidad, pero poco hemos podido consolidar nuestra visión de cómo generar riqueza, y si no generamos riqueza, no la vamos a poder distribuir; y si no generamos riqueza, no podremos atender las demandas sociales más urgentes.
Esto implica, por supuesto, la revisión de viejos axiomas como la lucha de clases o nuestra idea acerca del capitalismo; implica también un nuevo enfoque sobre la pertinencia u obsolescencia de la lucha armada, sobre nuestras plataformas y programas para la competencia electoral, sobre las nociones de radicalismo o gradualismo, revolución o evolución, así como sobre nuestros planteamientos acerca de la empresa privada y del libre mercado, por señalar solo algunos ejemplos.
Porque, tengamos presente compañeras, compañeros, que no todo lo viejo es malo, pero tampoco todo lo nuevo es bueno, usemos el método dialéctico para sintetizar lo mejor de nuestras partes y así ir construyendo un futuro diferente de plenitud y de oportunidades. Este método conocido en otro momento como la famosa tercera vía.
Sin duda en este intercambio de experiencias habremos de encontrar estrategias para superar la visión mercantilista de la globalidad, que ve a las economías emergentes o en desarrollo como oportunidades para comprar barato y aprovechar la maquila, imponiendo salarios bajos, buscando siempre incrementar ganancias, lo cual resulta inaceptable frente al derecho al trabajo, como un medio para que las personas alcancen y tengan los ingresos y los recursos para satisfacer sus necesidades elementales.
Uno de los desafíos de la izquierda en el siglo XXI será, sin duda, crear nuevas formas de relación con el capitalismo; desarrollar formas de organización productiva que fomenten la justicia social y la inclusión, y confieran nuevo sentido a la antigua fórmula «De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad».
La creación de más y mejores empresas hoy en día, debe ser también una aportación de la izquierda, empresas sociales, empresas incluyentes, operativas, sociedades, organizaciones sociales, etc., etc., que permitan abrir opciones para nuestra sociedad, sobre todo para aquellos sectores de la sociedad más necesitados.
Pero que también en este debate no nos debamos circunscribir a nuestra propuestas de justicia económica, sino también nuestra visión sobre el desarrollo social; el acceso a la salud pública, la educación pública, la materialización de los derechos culturales, la apremiante necesidad de un nuevo modelo educativo, en donde podamos tener y ofrecer a las presentes y futuras generaciones educación científica, laica, gratuita, universal, pero de calidad.
De igual manera será necesario revisar y realizar nuestra propuesta para la construcción de ciudadanía, es decir, cómo estimular que cada vez más y mujeres y hombres participen de manera consciente, crítica, en las transformaciones sociales que se requieren, como hacer que las ciudadanas, los ciudadanos se conviertan cada día más en protagonistas de su propio desarrollo.
Dice Thomas Friedman en su libro “La Tierra es Plana”, nos muestra la realidad de un mundo en constante y acelerado cambio, la forma de cómo se hacen ahora los negocios, cómo interrelacionarnos y comunicarnos, las grandes aplanadoras de las nuevas tecnologías de la información, el internet entre ellas u otras herramientas, los software, evidentemente los mecanismos de intermediación, los outsourcings, por dar otros de los grandes fenómenos mundiales que nos muestran claramente que sólo se aplana la tierra para ciertos grupos.
Pero el mundo necesita de aplanadoras reales, que emparejen el campo social. La educación de calidad, la salud, la seguridad pública, el empleo digno, el desarrollo sustentable, los derechos humanos y la igualdad sustantiva, son las aplanadoras que debemos buscar como gobiernos de izquierda democrática.
Por cierto senadora, hoy tenemos en Michoacán la Secretaría de Igualdad Sustantiva, que fuimos más allá de los que se nos planteaba.
Un país con mejor educación siempre tendrá posibilidades de desarrollo más seguro y progresista. Por ello, es imperativo generar certidumbre para lograr la impartición de una educación de calidad, como base para la solución de la mayoría de nuestros problemas.
Y aquí me detengo sólo a hacer una reflexión de lo que a mí me toca, decía al compañero Zambrano que hace 100 días, asumí el Gobierno en un estado complejo, diverso, quizá Michoacán es de los estados más dinámicos del país en todos los aspectos, Michoacán ha sido pionero y ha sido vanguardia en muchos temas. Michoacán fue el escenario de la conspiración del movimiento de Independencia, Michoacán es la tierra de las plumas y las mentes más brillantes de la Reforma, Michoacán es la tierra origen de los principales hombres de la Revolución, destaco al general Cárdenas, el general Múgica; Michoacán era escenario de cambios importantes en la etapa de la transición a la democracia, Michoacán también es ahora del nuevo paradigma de la seguridad pública con la aparición de ciudadanos armados para defender o hacerle frente a la inseguridad, entre otras cosas.
En ese estado también con muchos desafíos y muchas dificultades, somos la tierra de una de las razas nativas que nunca permitió ser conquistada ni por los propios grupos de Mesoamérica, pero tampoco se dejó conquistar por los españoles, la raza purépecha es la única raza que no fue conquistada por la venida de los españoles.
Es un estado de contrastes, rico, bien ubicado, con mucha historia, con mucha cultura, con muchas tradiciones, es un estado muy complejo y que en los últimos años llegó a niveles de descomposición brutal, el rompimiento del tejido social, la ingobernabilidad y la inestabilidad permanente.
Bueno, en ese estado estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para dar pasos y alcanzar nuestro sueño de un ejercicio de gobierno democrático, de inclusión, de atención a los más necesitados, pero el punto de partida era este: alcanzar la estabilidad y el orden para poder avanzar.
Y uno de los temas, es el tema de la educación en donde un estado como el nuestro que se aproveche o se use más del 50 por ciento de sus recursos en esa tarea fundamental de la educación y que al revisar nuestros resultados tengamos los últimos lugares de la calidad de la misma es altamente preocupante, por eso entramos de lleno a cuidar con todas las complejidades que tiene el tema, la educación; porque el reto será para nosotros pronto abatir los niveles de rezago que ahora enfrenta la entidad y que el daño mayor se lo hacemos a las presentes y futuras generaciones, el no darle educación de calidad a las niñas, a los niños y a los jóvenes es una práctica hasta perversa porque ahí se mutila la posibilidad del desarrollo y la esperanza para millones y millones de mujeres y de hombres. A eso me he dedicado en los últimos cuatro meses que llevo y las cosas van caminando en el buen sentido.
El otro gran tema que decidí hacerle frente es el tema de la seguridad, porque en consecuencia la seguridad pública se politiza, se trata con una visión ideológica y la seguridad o es seguridad o no es seguridad; a esto también le hemos entrando con todo, y a 100 días de Gobierno puedo decirles con mucha satisfacción que hemos sacado a Michoacán de los niveles graves de inseguridad que padecíamos. La tierra prácticamente en la ingobernabilidad, hoy se respira un ambiente tranquilo, las cosas han tomado otro rumbo y hemos salido ya de la menciones como estado inseguro, como estado violento en los cuatro delitos más frecuentes o que más dañan a la sociedad.
Secuestro, 85 por ciento abajo; extorsión, 80 por ciento menos; homicidio doloso, 30 por ciento; robo de vehículos 25 por ciento; es decir, de los indicadores más delicados, los hemos abatido en cuatro meses para garantizarle seguridad a los ciudadanos.
Y el otro gran tema, el tema económico- financiero, para poder ordenar nuestras finanzas públicas y entregarles resultados en el corto plazo; hoy a 100 días, tenemos ya el reconocimiento de haber puesto orden en las finanzas públicas y con ello generar una mejor condición de estabilidad y de desarrollo para nuestro estado.
Por qué refiero estos temas, porque al final del día compañeros -y asocio mi comentario local con el tema que hoy nos convoca aquí-, al final del día, quienes militamos toda nuestra vida a la izquierda, porque muchos de los que estamos aquí, las y los, venimos incluso de movimientos que no tenían registro como partido, y que después nos encontramos en la fundación del PRD y que en él hemos transitado y hemos militado desde su fundación; al final del día lo que buscamos y lo que debemos de buscar es que ese sueño lo vamos a hacer realidad, ese sueño, ese anhelo, de cambio, de transformación, se puede hacer realidad y ¿cuál es el anhelo de cambio, cuál es ese sueño? pues que todas y todos tengamos mejores condiciones de bienestar. Donde el centro de nuestra preocupación está en eliminar la injusticia, la desigualdad, la exclusión y que todos y todas podamos aspirar a una vida mejor, a mejores condiciones de bienestar en el ejercicio pleno de nuestros derechos.
¿Cuál es entonces el centro de la preocupación? por un lado la justicia y la equidad y el otro gran componente es la defensa de nuestros derechos y de nuestras libertades. Pero eso solamente se logrará si quienes tenemos una tarea de gobierno emanado de un proyecto de izquierda o parte de un proyecto de izquierda, sólo lo vamos a lograr si hacemos bien las cosas, si lo logramos bien, si entregamos resultados, si hacemos en la práctica lo que decimos en la teoría, lo que decimos en el discurso porque no siempre es lo mismo.
Aquí está la frase de mi querido amigo Carlos Navarrete, que siempre, es una frase muy coloquial, “pero no es lo mismo ser borracho que cantinero”, son cosas radicalmente distintas y que luego a veces desde el discurso decimos una cosa y para llevarlo a la práctica no siempre hay condiciones para hacerlo, y a veces decimos el discurso y luego cuando estamos en la práctica hacemos totalmente lo contrario o acabamos haciendo lo que criticamos y lo que queríamos cambiar y eso no ayuda.
Por eso el nuestro, lo asumo yo, mi reto es hacer bien las cosas, entregar resultados y que eso sea una aportación al proyecto en el que creo, el de una izquierda democrática, el de una izquierda incluyente, abierta tolerante; yo no creo en las izquierdas, en los postulados que dicen ser de izquierda, pero sólo pregonan verdades absolutas “o estás conmigo y si no lo estás eres mi enemigo”, eso no es un pensamiento liberal de izquierda, esa es una postura más cercana al autoritarismo.
Por eso me alegra mucho que estos espacios se construya de verdad felicidades Jesús y no abusaría más de su paciencia.
Sólo agrego una última reflexión: yo estoy convencido de que nosotros representamos un proyecto que es la alternativa para México, que nosotros representamos la alternativa para sacar a México adelante, y que este proyecto de izquierda democrática debemos de cuidarlo, y debemos de fortalecerlo porque el sueño que yo tengo, y creo que muchas y muchos de los que estamos aquí y otros de los que no están aquí lo tenemos, necesitamos cambiar la realidad de nuestro país. Un país que tiene muchos recursos, un país inmensamente rico pero que tiene a la mitad de su población sumida en la pobreza, en la miseria, en la marginación, en la desigualdad, que es sin duda la semilla –entre otros actores- de la inconformidad social y el ambiente permanente de ingobernabilidad y de inestabilidad; la distribución no equitativa de la riqueza, la inequidad es el principal reto que demos de enfrentar como izquierdas y como gobiernos de izquierda, porque estas circunstancias de desigualdad y de inequidad es lo que lastiman a nuestra sociedad.
Por eso estoy convencido de que hay que trabajar mucho para que logremos la unidad y que en los meses y años por venir, sea el proyecto de izquierda el que triunfe y el que podamos llevar a la realidad.
Quiero que esta izquierda democrática gobierne al país y no quiero que sea a finales del siglo XXI, quiero que gobernemos al país a partir del 2018; en el año 2018, nosotros debemos de ganar el gobierno. Vamos a trabajar para ganar el gobierno, porque sí se puede, lo hemos demostrado que sí se puede, muchas y muchos de ustedes fueron testigos de en qué circunstancias me fui yo a competir en Michoacán después de tres intentos de querer ser gobernador y en las condiciones más adversas, con un partido nuestro en tercer lugar, con amargos recuerdos de cosas que no hicimos bien cuando gobernamos ahí. En medio de esta circunstancia, con una propuesta clara, sumando, con apertura, con altura de miras, logramos construir la base para ganar Michoacán y lo ganamos con un amplio margen y no tuvimos duda de la contundencia del resultado.
Es un ejemplo que construyendo, sumando, siendo tolerantes y abiertos, logramos este triunfo en Michoacán hace unos meses. Ese mismo sueño, ese deseo y esa experiencia yo la pongo sobre la mesa porque aprendimos de todas y de todos, y fueron muchas las voluntades que confluyeron para que sucediera y esa misma forma queridas amigas y amigos, estoy seguro que coincidimos, hay que aplicarla para ganar en el 18 la Presidencia de la República, ésta izquierda es la que tiene que triunfar, esta izquierda democrática, tolerante, incluyente, que busca no atender sus egos personales y atender a sus demonios internos, sino que busca encontrar solución a los problemas del país. Una izquierda que dialoga, que escucha, que incorpora, que incluye, que está abierta a los cambios, a las adecuaciones, es la izquierda que necesita el país. Aunque en algunos rincones dicen que la intolerancia se vive aquí en la izquierda, no, nos citan como una izquierda colaborativa, una izquierda dócil, no, lo que el país necesita es una izquierda responsable, con altura de miras y compromiso con el país y con los mexicanos, más allá de pretensiones mesiánicas, pretensiones unilaterales y autoritarias, por eso hay que trabajar en esto.
Felicidades por este espacio, mucho éxito Jesús y estoy seguro que los resultados de estas reflexiones nos van a ayudar a seguir trazando esa ruta para alcanzar el objetivo que deseamos, un México mejor para todas y para todos. Muchas gracias.