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Artículo de Fondo, Por Patricia Flores Anguiano.- Los graves problemas que sufre nuestro país no se combaten de la noche a la mañana, sino que requiere de acciones y programas que cuando menos por 20 años generen un crecimiento sostenido de por lo menos 3%.
Sin embargo existe una de tantas variables que no abona a combatir dichos problemas, sino por el contrario los profundiza, ella es la corrupción.
De acuerdo al Índice de Percepción sobre la Corrupción que elabora la asociación Transparencia Internacional, de 176 naciones evaluadas México se encuentra en el lugar 105 de más corruptas, igual que Filipinas, Albani, Kosovo y Mali.
Por el contrario los países menos corruptos y más desarrollados son; Finlandia, Dinamarca, España, Uruguay, Portugal, solo por señalar algunos. Lo que indica que la corrupción se encuentra estrechamente ligada al crecimiento y desarrollo de un país.
La corrupción es uno de los males de la vida pública más notorio, es un cáncer o el deporte favorito de muchos, las frases del “que no transa no avanza”, o la de “Dios no me des pero ponme donde hay”, “el año de Hidalgo: pendejo el que deje algo”, “ponerse guapo”, “con dinero baila el perro”, “un político pobre es un pobre político”, “no importa que robe pero que salpique”, y muchas más pareciera que ya son parte de nuestra vida e identidad cultural, porque se encuentra en todos lados y en todo momento de la vida social y productiva.
Lo anterior según el Banco de Mundial, estima que la corrupción le cuesta a nuestro país el 9% del PIB cada año o en términos nominales 1.3 billones de pesos, dos puntos más que la fortuna de Carlos Slim, incluso el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado señala que la cifra puede ser del 20%, lo que representa una quinta parte de lo que producimos se va a cuestiones de corruptelas. Lo alarmante es que los índices de corrupción siguen incrementándose.
La corrupción no se combate con más instituciones o programas, ni con buena fe o voluntad, sino con la aplicación de la justicia, donde no haya lugar para la impunidad.
El tema de la corrupción ya dejó de asombrarnos, lo vemos como algo natural, es un círculo que se reproduce pero ahora con mayor dinamismo y fuerza, tanto en todos los sectores, como grupos sociales.
La riqueza como sostenía Marx era producto del trabajo, hoy en día parece que la misma es producto de la “transa” y el “soborno”. Si seguimos así, no hay duda de que como país estamos destinados a continuar con pobreza, miseria y marginación.
