Artículo de Fondo, Por Ignacio Martínez.- Puedo recordar el blanco y negro de la pantalla de televisión que me mostraba a un hombre que platicaba la noticia todas las mañanas, el esquema era muy simple, la lectura de los periódicos más importantes de la ciudad de México que junto con otros compañeros como Mario Agredano leían y daban de pronto sus puntos de vista con una taza con café a su lado, se llamaba el Diario Nescafe, mis padres religiosamente lo veían todas las mañanas antes de que nos fuéramos a la escuela, el hombre que llevaba el peso era Jacobo Zabludovsky.
Una mañana anunció que se iría y entonces mis padres nunca dejaron de observar “24 horas” todas las noches y obvio yo era también uno de los televidentes.
Una noche abrazado de mi padre veía como el hombre llegaba a la luna y la voz era de Jacobo Zabludovsky, abrazaba a mi padre porque alguien en la escuela me había dicho que cuando el hombre pisara la luna algo iba a suceder en la tierra, Neil Amstrong dio el pequeño paso para el hombre y el gran paso para la humanidad y yo abrazado de papá veía la hazaña escuchando a Jacobo.
Jacobo se hizo familiar para mí, todas las noche entraba a casa y sí lo decía Jacobo seguramente era cierto, el dueño de la empresa en la que trabajaba (Emilio Azcárraga Milmo) se había auto calificado como un “soldado del PRI”, por lo tanto para la empresa era fundamental buscar las estrategias para difundir los mensajes directos que enviaba el gobierno que encabezó por muchas décadas el PRI.
Jacobo un día me presentó a un joven cantante español llamado Julio Iglesias de la Cueva que con su guitarra cantaba “Chiquilla” y “La Vida sigue Igual” y que luego me ha acompañado toda la vida con sus canciones y en algún momento se hizo compadre de Jacobo e incluso le regaló una canción llamada “24 horas” que era la música de la sección de deportes del noticiario.
La mañana del 19 de septiembre de 1985 me sacó de la cama un temblor y Jacobo me narró en la radio lo que sucedía en la devastada ciudad de México
Los que conocieron a Jacobo siempre me dijeron que era un hombre muy culto, intenso, riguroso, que era un gran ser humano, sin embargo, también he leído calificativos como dictador de la información, desinformador, un hombre que recibía órdenes del poder.
La realidad del México de aquella época era otra, con un control prácticamente total de los medios de comunicación, ni pensar en las libertades que hoy vivimos, que podemos criticar cada que se nos pegue la gana al presidente en medios y sobre todo en redes sociales, eso era impensable en aquellos años.
Jacobo me enseñó a través de su ejemplo que un reportero debe de estar en el lugar donde se realiza la noticia y he intentado toda mi vida en los medios de comunicación estar justo cerca o vivirla directamente, no desde una fría oficina.
Lo dijo Jacobo, una frase que sí trasladamos a nuestra tierra podríamos decir que muchos de ustedes pueden decir, sí lo dijo José Luis Alejo ó Daniela Flores ó Jaime López o Julio Hernández es cierto, voces que han generado credibilidad en unos y voces que han creado enemistad en otros.
Hoy los medios son otros a los que eran en aquellos años es un hecho irrefutable.
Jacobo contaba una anécdota… de que unos perros vivían del lado comunista y otros vivían del lado capitalista, un día los perros comunistas cruzaron el muro y llegaron al capitalista, entonces se les preguntó que , que hacían en el lado capitalista sí en el comunista “vivían libertades”, “tenían seguridad social”, “disfrutaban de gran servicio médico”, “tenían pensiones importantes”, el perro les contestó en el lado capitalista sí puedo ladrar!
Jacobo fue otro en la radio en los últimos años, disfrutó la libertad de expresión de estos tiempos acompañada de su gran cultura general.
Compañeros de los medios disfruten su libertad de expresión y si pueden háganlo con responsabilidad.
Cuando desperté y me di cuenta de la muerte de Jacobo muchas ganas tuve de ir a decirle a papá que Jacobo había muerto. Solo que papá…también ya lo había hecho.