Espacio Político «LA COLUMNA», Por José Cruz Delgado.- Gobernadores invisibles:
No pocos panistas atribuyen al ex presidente Felipe Calderón el desplome en las encuestas de su candidata a gobernadora de Michoacán, Luisa María CocoaCalderón. En abril, en la sede del PAN en Avenida Coyoacán, estaban emocionados porque sus encuestas indicaban que su abanderada inició la campaña con ventaja. Pero ocurrió que el expresidente Felipe Calderón apareció en la campaña de su hermana.
Ahí empezó la debacle de Cocoa, pues en esa entidad al ex mandatario se le recuerda por el Michoacanazo con que detuvo a 38 ediles y funcionarios del estado por presuntos nexos con el crimen organizado, de los cuales 37 están libres por falta de pruebas. También, y sobre todo, porque su sexenio empezó en esa entidad la guerra contra el crimen organizado que dejó 80 mil muertes en el país.
Las encuestas, a días de la elección, ponen ya a Cocoa en tercer lugar de las preferencias. La ventaja que en principio tenía la panista ahora es del perredista Silvano Aureoles, quien apenas rebasa con cinco puntos al priista Ascensión Chon Orihuela. Entre ellos se disputará la gubernatura. Y Cocoa deberá regresar a su escaño en el Senado, gracias a su hermano Felipe Calderón.
Los estados de Michoacán y Guerrero se han convertido en los principales foco rojos de cara a la elección del 7 de junio. Sin embargo, a los gobernadores de ambas entidades, Salvador Jara y Rogelio Ortega, respectivamente, poco o muy poco se les ha visto tomando decisiones de gran calado. Será que prefieren el bajo perfil porque sólo están de paso o será que tomaron clases de natación y aprendieron muy bien a nadar de a muertito.
El ombudsman, prudente
La prudencia del ombudsman, Luis Raúl González Pérez, ya marcó una diferencia en la CNDH. Le preguntaron si el caso Tanhuato era similar al de Tlatlaya, y él respondió sereno y sin afán de buscar el aplauso fácil ni las notas escandalosas de ocho columnas: “Nosotros no vamos a especular en ningún sentido, cada caso lleva su investigación y cada uno su propia conclusión”. Así, sin estridencias.
Los otros muertos
Lo que ocurrió en Tanhuato, en el rancho El Sol, donde murieron 42 civiles y un oficial de la Policía Federal, es la cresta de una ola terrible.
El saldo de muertos sin duda traerá un fuerte debate sobre las estrategias de seguridad, pero vale la pena reflexionar, dentro de un contexto todavía más amplio, sobre lo que está ocurriendo en los límites de Jalisco y Michoacán.
La enorme violencia que genera el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) está elevando el número de enfrentamientos y su crudeza. Ése es un hecho.
El operativo de las fuerzas federales en el rancho El Sol, en las inmediaciones de Tanhuato y Encuandureo, estuvo muy lejos de ser un paseo.
El helicóptero recibió tres impactos de bala de fusiles R-15 y los sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) contaban con un lanzagranadas activo, capaz de perforar blindajes.
Se actuó rápido y se evitó una desgracia como la ocurrida hace unas semanas.
Tanhuato, el pasado los condena
Un enfrentamiento de poco más de tres horas con un saldo de 43 muertos, 42 presuntos delincuentes y un federal, inevitablemente provoca dudas. Por más que la autoridad se afane en ofrecer versiones no es fácil aceptarlas en función de lo que ha pasado en el último año; el pasado los condena.
En el municipio michoacano han venido pasando muchas cosas en las últimas semanas. Enrique Hernández, fundador de grupos de autodefensa junto con Hipólito Mora y el doctor Mireles, fue asesinado hace algunos días en la zona. Tanhuato es cada vez más importante como corredor de la droga, el municipio está a 25 km de Jalisco.