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Génesis de Morelia

Artículo de Fondo, Por Arturo Herrera Cornejo.- La disputa de los encomenderos españoles con Vasco de Quiroga, derivada de la negativa de los indios purépechas a pagar sus tributos a Juan Infante, por considerarse súbditos de Su Majestad y no del encomendero, y el respaldo que contra los abusos de que eran víctimas dio a los indios el primer obispo de Michoacán, fue la causa de la fundación de una villa de españoles en el Valle de Guayangareo.

En la falda de la actual loma de Santa María estaban asentados indios pirindas –matlatzincas procedentes del valle de Toluca–, que en tiempos del señorío purépecha fueron retribuidos con tierras por Zintzipandacuri por haberlo ayudado a contener la expansión de los aztecas e impedir el sojuzgamiento de Michoacán.

En 1529, el español Bernaldino de Albornoz se posesionó de la zona de Ocolusen, a la que llamó El Rincón, la cual vendió en 1531 al sevillano Gonzalo Gómez, quien estableció una huerta, un viñedo, un molino y un batán. Gómez fue uno de los conquistadores que acompañaron a Hernán Cortés; recibió la encomienda de Iztepec, pero decidió quedarse a vivir en El Rincón, por lo que es considerado el primer habitante español de esta ciudad.

En abril de 1540 los encomenderos españoles dirigieron una petición al rey para solicitarle trasladar la ciudad de Mechoacan de Pátzcuaro a Guayangareo; el virrey Mendoza, de regreso de su viaje a Xalisco, en mayo de ese año, se hospedó en El Rincón durante varios días. (Martínez Baracs, Rodrigo. Convivencia y utopía, FCE, p. 289).

El virrey escribió: “Cuanto á lo que decis que con haber el obispo mudado la cibdad y sitio viejo, no ser muy sano para los españoles y no poder vivir por ninguna vía en Apátzcuaro, ha sido forzoso dar asiento a los españoles de aquella provincia, que ellos os amostraron un sitio para poblar, seis leguas de dicha cibdad, y que habiéndole paseado y andado todo particularmente, os pareció muy bien, y porque concurren en él todas las buenas cosas que son necesarias para un pueblo, así de tierras baldías der regadíos, como pastos, y fuentes, y río, y madera, y piedra, y cal, y experiencia de ser muy sano y que se dan buenas viñas, y trigo, y morales”. (García Icazbalceta, Joaquín. Colección de documentos para la historia de México, Porrúa, T. II, p. 246).

La ciudad no surgió por disposición de la reina Juana, ni estuvo en su fundación el virrey Antonio de Mendoza, quien se limitó a dar su anuencia al deseo de los encomenderos. Durante mucho tiempo los españoles dijeron –y varios relatos históricos sobre la fundación de Morelia lo siguen repitiendo aún– que el fundamento legal fue una cédula expedida por la reina Juana en 1537 “…por la presente (a) vos damos e concedemos licencia e facultad para que fundéis e asenteís e pobléis dicha villa de Valladolid en la parte e lugar que tenéis señalado…”.

Sin embargo, el original de este documento nunca fue localizado; una fotocopia de éste apareció ya a mediados del siglo XX, pero Ernesto Lemoine Villicaña muestra varias observaciones sobre la autenticidad de este documento: tachaduras y enmendaduras, lo que era poco frecuente en los documentos de los monarcas españoles destinados a autorizar actos trascendentales como la construcción de villas o ciudades; otra inconsistencia es que en el supuesto documento de la reina Juana se alude al sitio descubierto por Mendoza, pero Mendoza visitó Michoacán hasta tres años después, en 1540. Además, carece de sellos, los cuales eran requisito formal y obligatorio en toda cédula real y en los documentos que existen el virrey nunca menciona el nombre de Valladolid, se refiere siempre a Guayangareo o la ciudad de Mechuacan. (Valladolid-Morelia 450 años Documentos para su historia. Morevallado Editores, pp. 20-22).

El 18 de mayo de 1541, en la actual Plaza Valladolid, donde estaba ya establecido desde 10 años antes un convento de la orden franciscana, los encomenderos Juan de Alvarado y Juan de Villaseñor, y el humanista Luis de León Romano, acompañados por muchos indios y ocho españoles más (Pedro de Funes, Juan Pantoja, Domingo de Medina, Alonso de Toledo, Nicolás de los Palacios Rubios, Pedro de Munguía, Juan Borralo y Martín Monge) celebraron el acto de fundación de otra ciudad de Mechoacan, el virrey confirmó tal nombre para la nueva ciudad. Para construirla se trasladó a indios aztecas que se establecieron el barrio de San Juan de los Mexicanos.

Todavía en 1555, en una carta al rey, los encomenderos manifestaban enojo con el obispo Quiroga y hacían llamar con el mismo nombre que don Vasco designaba a Pátzcuaro, ciudad de Mechuacan, al centro de población en el que ellos se establecieron: “…agora nuevamente en la flota pasada vino desos reinos dicho obispo, el cual había ido en seguimiento de un pleito que traía con nosotros, sobre que le pedíamos administración de los sacramentos, y él se eximía con decir que no era obligado, porque en un barrio donde él tenía su casa, quería asentar su iglesia catedral, que se dice Pátzcuaro, y que yéndonos a vivir con él, nos la daría. Y sobre este artículo se trató en la real audiencia de México el dicho pleito, en el cual fue condenado a que los diese; y sobre eso apeló y lo llevó el proceso a vuestro real consejo de Indias, en seguimiento de lo cual ha estado siete años en vuestra real corte [ganó] una cédula dirigida á vuestro muy ilustre visorey, mandándole diese orden como la iglesia que tenía en el barrio de Pátzcuaro, se acabase a costa de V. M. y de los encomenderos desta dicha provincia, y de los naturales della, llamándola ciudad de Mechuacan, en nuestro perjuicio y daño.” (Carta de la ciudad de Michoacan, en García Icazabalzeta p. 244).

Vasco de Quiroga logró que a Pátzcuaro se le respetara el nombre de ciudad de Mechoacan y al asentamiento español “pueblo de Guayangareo”, la actual capital michoacana, mantuvo esa denominación hasta 1578 en que pasó a ser “ciudad de Valladolid. Fue hasta 15 años después de la muerte de Quiroga, que la sede del obispado y el Colegio de San Nicolás fueron trasladados a Valladolid, la ciudad en la que se escribirían más tarde páginas fundamentales de la historia y que en 1828 cambió su nombre a Morelia (ciudad de Morelos) en honor a su hijo más preclaro, el Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón.

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