Columna Política «REPERCUSIONES», Por Samuel Maldonado B.- Generalizando, podemos afirmar que nacionalmente hay suficientes argumentos que inciden en la determinación para no votar por ningún partido político, pues el papel que han jugado sus principales directivos en sus funciones de gobierno y legislativas, son más que lamentables, pues los resultados de su accionar se reflejan en los diferentes estratos sociales, pues mientras una minoría goza de casas blancas y grandes mansiones, otros niveles sociales subyacen en condiciones más que críticas, lamentables, pues son acosados por terratenientes amparados por gobiernos sin ética ni conciencia social, como los de Sonora, Jalisco, Chiapas, Tamaulipas o Oaxaca, por citar sólo unos estados, mientras sus habitantes pasan penurias o son golpeados por policías y soldados, cuando exigen su derecho a mejores condiciones de vida y consecuentemente a no ser tratados casi como en los tiempos porfiristas añorados por esos grandes explotadores de minas y terratenientes exportadores de frutas y legumbres como los de San Quintín.
Es lamentable que haya sido el PRD quien se sumara a las iniciativas del ocupante de Los Pinos , aun cuando diferentes legisladores de otros partidos lo hayan hecho, pero los del PRD moral e históricamente estaban obligados a rechazarla.
En forma particular yo no votaría por el Partido Verde Ecologista, que no solamente no es ecologista sino que está totalmente corrompido. Tampoco votaré por el de la Revolución Democrática, pues sus legisladores, traicionaron los principios ideoló-gicos que nos llevaron a la fundación del mismo; que nos indujeron a recorrer todos los estados de la República a efecto de concientizar a cientos de miles de ciudadanos y poder así fundar dar el paso necesario y presionar al propio gobierno a otorgar el registro del partido, que fue encabezado principalmente por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
Por otra parte, los que comenten una traición a sus principios, pueden volver traicionar a cualquiera y por lo mismo, no podemos aceptar que los legisladores del PRD y sus dirigentes hayan aceptado sumar sus votos a efecto de aprobar diferentes leyes contrarias a los postulados de nuestra Carta Magna, contrarios totalmente a los intereses nacionales. No es prudente, tampoco conveniente ni menos olvidar que las reformas en materia energética son un retroceso y una entrega a empresas internacionales de recursos nacionales que estaban en poder de esas compañías extranjeras antes de 1938 por concesión del porfirísmo y que no fue de ninguna manera sencillo el recuperarlas para la Nación, por el General Lázaro Cárdenas.
Desde luego que hubo funcionarios y políticos del gobierno y otros partidos políticos que se sumaron a la iniciativa de Peña Nieto para desnacionalizar el petróleo y la generación de la energía eléctrica , mismas en las que ahora participan económica y laboralmente y son dirigidas en México por prestanombres miembros que fueron del gabinete en los periodos recientes del gobierno federal y del PAN,
partido supuestamente laico y humanista, que se le clasifica como de derecha y muy conservador y que sus principios van de la mano con el imperialismo económico.
En fin, con el apoyo del partido del Sol Azteca y los dirigentes de las denominadas despectivamente tribus, varios de los que que incluso pertenecieron a algunas guerrillas como Zambrano, pasaron de una militancia de una izquierda radical a sumarse a las determinaciones políticas del poder económico en el gobierno.
Por el razonamiento anterior, compartido con muchos todavía militantes del PRD, nuevamente me lleva a recordar y a utilizar (deformándola), la famosa e internacionalmente conocida frase inscrita en la tragedia ocurrida al príncipe de Dinamarca Hamlet y trasladarla a estos días de elecciones ya muy próximas :¿Por quien no votar?